Bruselas desafía a Rusia y anuncia un techo al precio de su gas

Cristina Porteiro
C. Porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

STEPHANIE LECOCQ | EFE

Propone introducir un impuesto «solidario» a las petroleras y limitar los beneficios extraordinarios de las energéticas

07 sep 2022 . Actualizado a las 20:04 h.

«Simplemente, no habrá gas ruso en Europa». Fue la amenaza que lanzó la mano de derecha de Vladimir Putin, Dimitri Medvedev, hace escasos días, en cuanto se filtró el primer borrador de medidas que la Comisión Europea estaba diseñando para poner fin a la crisis energética que asola al continente. 

Su presidenta, Ursula von der Leyen, no se amilanó. La alemana anunció este miércoles su intención de limitar la tarifa del gas ruso importado por gasoducto —el gas natural licuado (GNL) que compran países como España no se vería afectado—. Su volumen, por tubería, ha caído del 40 % al 9 % desde la invasión de Ucrania, tanto por la búsqueda de nuevos proveedores como por los cierres decretados por Gazprom. ¿Por qué solo se impondrá un límite de precio al que llega por gasoducto? Porque es mucho más difícil de redirigir y vender a otros países.

«Rusia ha estado manipulando activamente el mercado del gas», justificó Von der Leyen, antes de explicar que el tope al precio del gas ruso supondrá una merma masiva para los ingresos que está haciendo el Kremlin con la venta de hidrocarburo. En estos momentos, sin embargo, ya hay 13 Estados miembro a los que el país del este ha cortado de forma total o parcial el suministro. 

Esta es solo la primera de las cinco medidas incluidas en el plan de intervención de emergencia que presentó ayer la Comisión Europea y que será debatido mañana en la reunión de ministros de Energía de la UE en Bruselas. La intención del Ejecutivo europeo es tener lista la propuesta legislativa el próximo martes 13.

Límite a los beneficios de las renovables

La segunda propuesta tiene que ver con la intervención de los precios en el mercado eléctrico. Con el modelo actual, es la última tecnología que entra a abastecer la red la que marca el precio al que son retribuidas el resto de tecnologías, de tal forma que si tiene que entrar el ciclo combinado -utiliza gas, y su precio está por las nubes-, nuclear, hidráulica, eólica o solar son retribuidas al mismo nivel, aunque sus costes de generación sean muy inferiores. Esto ha reportado a las empresas generadoras jugosos beneficios extraordinarios -los bautizados como beneficios caídos del cielo-, a los que Bruselas quiere poner coto. ¿Cómo? La Comisión ha propuesto poner un límite a estas «enormes» ganancias.

Para ello, las tecnologías bajas en carbono no podrán cobrar por encima de un umbral máximo que podría rondar los 200 euros el megavatio hora (MWh) en el mercado mayorista —este jueves el precio supera los 400 euros en casi todos los países europeos, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica—.

«Las fuentes de energías bajas en carbono están haciendo en estos momentos, aprovechando los altos precios del mercado, enormes beneficios que no reflejan los costes de producción reales. Es el momento de que los consumidores se beneficien. Por eso proponemos canalizar esos beneficios inesperados hacia los Estados para que estos puedan apoyar a los hogares y negocios vulnerables», explicó Von der Leyen. 

Impuesto a las petroleras

En el punto de mira también están las compañías productoras y comercializadoras de hidrocarburos, que han amasado beneficios históricos en el primer semestre del 2022, mientras los precios al consumidor se han disparado a umbrales nunca vistos en la historia reciente. 

Von der Leyen: «Han hecho ganancias masivas»

Por eso la Comisión ha decidido intervenir, proponiendo la introducción de un «impuesto solidario» a las petroleras, gasísticas y empresas de carbón. «Han hecho ganancias masivas», justificó la alemana. Los fondos recaudados deberán invertirse en medidas de apoyo a hogares y empresas, además de inversiones para la expansión de las renovables. 

Lo que no ha explicado Bruselas es el impacto que puede acarrear para los precios de mercado o si prevé que, como han hecho las eléctricas anteriormente, repercutan cualquier medida en las tarifas finales de los clientes. 

Compensar a quien reduzca la demanda

La cuarta pata del plan tiene que ver con los esfuerzos para reducir el consumo de energía. «Tenemos que ahorrar de forma inteligente. Con los picos de demanda, el gas entra en el mercado. Hay que evitarlos», deslizó la alemana.Y para ello, Bruselas sugiere introducir mecanismos obligatorios de reducción de la demanda para las horas punta del día.

Y para ello, Bruselas sugiere introducir mecanismos para reducir obligatoriamente la demanda en las horas punta del día —un ahorro del 5 %—. Funcionarían como los mecanismos de interruptibilidad, que permiten a los Estados apoyar con dinero a las empresas y negocios que accedan a cesar la actividad o reducir la demanda de energía cuando esta se dispara.

Rescates públicos

La última propuesta del plan está enfocada a uno de los sectores que ha salido peor parado de la crisis energética: las comercializadoras de electricidad -que no siempre son generadoras-. 

Muchas de ellas tienen que comprar energía a precios desorbitados para cumplir con los contratos de sus clientes, a los que suministran electricidad a precios por debajo del mercado. Eso ha hecho que muchas se vean al borde de la quiebra.

Para evitar que el mercado se rompa y que las compañías se vean excluidas de él, Bruselas propone a las cancillerías actualizar el actual marco de ayudas de Estado para dar a las firmas toda la liquidez que necesiten para comprar energía y suministrarla a sus clientes.

Los problemas podrían agravarse en el invierno del 2023

La UE tiene sus reservas de gas al 82 % de su capacidad —el objetivo pactado antes del verano es que todos los países debían llegar a noviembre con ellas al 80 %—, pero eso no es una garantía de nada. Si el gas ruso deja de llegar y no se reduce la demanda actual, muchos almacenes podrían quedar a cero en cuestión de meses. Por eso es importante garantizar, aunque sea con enormes sobrecostes, el flujo constante desde otros países exportadores, como Noruega, Azerbaiyán o Argelia —este último ha reducido un 42 % las entregas a España—.

Ahora bien, los problemas podrían acumularse de cara al invierno del 2023. Este año, a pesar de la guerra, el gas ruso ha seguido entrando por las tuberías y los puertos europeos. Con un corte total del suministro, es muy probable que se produzcan apagones en los meses fríos del año que viene. No hay suficiente capacidad de producción de gas natural licuado (GNL): «Europa podría tener un problema incluso mayor en el invierno del 2023. Es posible que algunos países no sean capaces de llenar sus almacenes en verano como hemos hecho este año», aseguró esta semana Niek Den Hollander, jefe comercial del gigante energético alemán Uniper, según recoge Bloomberg.

Cierre de piscinas y saunas

Ante este panorama, cualquier ahorro es poco. Algunos países han ido más allá de las meras directrices para apagar los escaparates de comercios o limitar el termostato. Muchos ayuntamientos portugueses han decidido cerrar las piscinas desde este mismo mes para ahorrar agua y electricidad. Lo mismo están haciendo en Francia, donde han apagado las luces un buen número de piscinas climatizadas que, por antigüedad, consumen mucha energía. En algunos casos, la factura se ha multiplicado por siete, lo que hace inviable su mantenimiento.

Ese goteo que suma a las estrategias que ya vienen empleando las fábricas para reducir el consumo y, por tanto, las facturas: reorganizar los turnos para estar activos en las horas más baratas del día —coinciden en los momentos de menos demanda—.

Sergei Bobylev / TASS Host Photo A | EFE

Vladimir Putin: «No suministraremos nada, ni gas ni petróleo ni carbón»

El suministro de gas ruso a la UE ha caído casi un 80 % respecto a hace un año. El cierre progresivo de los gasoductos, incluido el Nord Stream —clave para Alemania— ha obligado a los países europeos a tantear nuevos socios como Noruega o Estados Unidos. España ha circulado en sentido opuesto, convirtiéndose en el principal importador de gas natural licuado ruso (GNL). El aumento de las compras buscan compensar la caída del 42 % del suministro argelino, a causa del conflicto diplomático por el Sáhara.

¿Qué hay del 20 % restante? Ese gas, que todavía fluye desde el este, peligra. El presidente ruso, Vladimir Putin, amenazó este miércoles con cortar todo el suministro energético a los países que impongan un techo al precio del gas, petróleo o carbón —ya vetado desde agosto— rusos: «No suministraremos nada, ni gas ni petróleo ni carbón», espetó. También calificó de «estupidez» la propuesta de la Comisión Europea, alegando que la imposición de precios máximos «únicamente provocarán un aumento de los precios» en el mercado internacional. «Ellos mismos han creado el problema y ahora no saben qué hacer. Se han arrinconado en un atolladero sancionador», deslizó, atribuyendo a los países de la UE la responsabilidad de la crisis energética, al preferir cerrar acuerdos a corto plazo — más caros— en lugar de cerrarlos a largo plazo con Gazprom —más económicos—.

Las repercusiones pueden ser muy graves. Alemania da por hecho que habrá recesión. De hecho, los expertos del instituto de análisis Bruegel estimaron que las fábricas germanas deberán consumir un 26 % menos hasta abril del 2023 para lograr sobrevivir a este invierno. Además, la electricidad ya les está costando cuatro veces más que hace un año.

Otra consecuencia que puede desencadenar el cierre de la llave de paso de las tuberías rusas es el aumento del precio del GNL, que sí compra España. El fracaso de las compras conjuntas y la competencia interna por abastecerse, podría disparar más la cotización del gas en los próximos meses.

La factura rusa

Desde que Rusia invadió Ucrania, la Unión Europea desembolsó unos 85.100 millones de euros para comprar productos energéticos con etiqueta rusa, el 54 % de los ingresos que obtuvo el país de Putin vendiendo carbón, petróleo y gas, según estimaciones del Centro para la Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA).

El bloque sigue siendo el principal cliente de Rusia, seguido de China (34.900 millones de euros).