La duda que albergan ahora Administraciones y empresas es si se llegará a tiempo a financiar determinadas inversiones que no han podido arrancar todavía por la demora del Gobierno. A pesar de que compañías como Stellantis cuentan con fondos regionales para sus proyectos a largo plazo (2026 en el caso de la planta de automoción), los retrasos en la ejecución pueden poner en aprietos el calendario.
Otra cuestión que podría dificultar su financiación es el tradicional celo que tienen las autoridades de Competencia con el uso de los fondos. Sin ir más lejos, el equipo de la comisaria Margrethe Vestager abrió una investigación en el 2019 por unas ayudas de 20,7 millones que recibió de forma preliminar la planta de Vigo en el 2017. Unas reservas que se han ablandado con la pandemia.
M. Sío Dopeso
La lluvia de millones prometida para contrarrestar la crisis económica de la pandemia se ha convertido en una sequía comparable a la que azota este verano a Galicia. Además de no caer ni una gota de agua, en la comunidad no ha caído ni un euro de los fondos europeos para la recuperación, los famosos Next Generation EU —a España le corresponden 140.000 millones de euros, de los que 72.000 se adjudican a fondo perdido—, de los algo más de 1.800 millones solicitados para la mejora de la competitividad industrial.
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