Rusia reduce aún más, hasta solo el 20 %, el flujo del gas a Alemania

M. Mora / O. Hernández REDACCIÓN / LA VOZ, COLPISA

ECONOMÍA

HANNIBAL HANSCHKE | REUTERS

Bruselas acepta adaptar el racionamiento a la realidad de cada país

25 jul 2022 . Actualizado a las 19:42 h.

Nueva vuelta de tuerca la que acaba de dar el Kremlin al pulso más o menos encubierto que mantiene desde hace meses con Europa con el gas como arma arrojadiza. Este lunes por la mañana el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, aseguraba rotundo en su rueda de prensa diaria que «Rusia no está interesada» en cortarle el suministro a Europa. E insistía en que han sido y sigen siendo «país responsable que garantiza en gran parte la seguridad energética de Europa». Horas después, llegaba el jarro de agua fría: el gigante ruso Gazprom anunciaba su intención de reducir todavía más el flujo de gas que llega a Alemania a través del Nord Strem 1. Del 40 al 20 %. Esto es, 33 millones de metros cúbicos diarios. La excusa, la misma de las últimas semanas. Problemas técnicos relacionados con una turbina que mandaron reparar a Canadá, que los rusos mantienen que no está en condiciones de volver a estar operativa y que en Bruselas y Berlín aseguran que está más que lista para funcionar. La reducción será una realidad desde mañana mismo.

Con esa espada de Damocles pendiendo sobre sus cabezas se reúnen este martes en la capital belga los ministros de Energía de la Unión Europea para debatir el plan del Ejecutivo comunitario para ahorrar gas de cara al invierno ante un posible corte de suministro por parte de Rusia. La iniciativa, que propone reducciones voluntarias del consumo del 15 %, necesita de una mayoría cualificada —15 Estados— para salir adelante. Con la oposición de España, Portugal, Grecia, Italia, Irlanda, Malta y Chipre a la propuesta original, se espera una negociación intensa. La solución, según fuentes diplomáticas, consistiría en adaptar las exigencias de racionamiento a las realidades de cada socio y dejar en manos de ellos, y no de la Comisión Europea, la capacidad para declarar una situación de emergencia energética.

El planteamiento inicial de Bruselas tiene una visión macroeconómica: reducir el consumo para acelerar el llenado de las reservas estratégicas y bajar el precio del gas. La iniciativa Ahorra gas para un invierno seguro prevé una reducción del 15 % para todos los países —sea cual sea su dependencia de Rusia—, aunque admite excepciones, a evaluar por la Comisión, en las que ese porcentaje puede bajar al 10 %.

Los estados, sin embargo, apuestan por hacer un plan «a medida», que tenga en cuenta las particularidades de los Veintisiete. En ello trabajan desde el pasado miércoles, día en el que la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, presentó el plan. La idea es que el documento tenga en cuenta aspectos como las interconexiones de cada país, su capacidad de almacenamiento y situaciones específicas como las sequías, que afectan a la generación de electricidad a través de plantas hidroeléctricas.

Contraoferta española

La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, acude a la reunión de este martes con una contraoferta en la que España se compromete a exportar todo el gas posible al resto de la UE a cambio de evitar los racionamientos. Quiere aprovechar su posición como hub de gas natural licuado (GNL) para exportar esta energía a través de los dos pequeños gasoductos que la unen con Francia por el País Vasco y Navarra, de buques metaneros o, directamente, convertida en electricidad.

La interconexión actual permite enviar al resto del continente el 20 % de la importación de gas española. Esas capacidades, que según el día ya se están usando al máximo, suponen exportar cerca de 7.000 millones de metros cúbicos de gas al año. O lo que es lo mismo, España podría aportar en torno al 13 % del gas necesario para llenar las reservas europeas de cara al invierno.

Otro de los puntos de fricción del plan reside en el poder de la Comisión Europea para declarar el estado de emergencia energética, situación excepcional bajo la cual las «reducciones voluntarias» de consumo de gas se convertirían en «obligatorias». Esta premisa se sustenta bajo el artículo 122 de los Tratados de la UE, según el cual el Ejecutivo europeo puede elevar a los Veintisiete «medidas adecuadas a la situación económica, en particular si surgen dificultades graves en el suministro de determinados productos, especialmente en el ámbito de la energía».

Posible acuerdo

En el texto en el que se trabaja ya se ha suavizado este punto, de modo que tengan que ser al menos cinco Estados los que pidan a Bruselas activar este mecanismo «ante una importante reducción del suministro de gas ruso o un corte total». En todo caso, será el Consejo Europeo, a través de una mayoría cualificada, el que tendrá la última palabra.

Gran parte de los países coinciden en la necesidad de contar con un plan comunitario para hacer frente a un posible corte de gas por parte de Moscú y fuentes diplomáticas se muestran optimistas respecto a la posibilidad de llegar a un acuerdo este mismo martes. «Los contactos continúan y se está avanzando mucho».

El tiempo apremia, ya que un corte de gas podría darse en cualquier momento. Actualmente, doce Estados miembro sufren problemas de suministro totales o parciales y Alemania y los países bálticos serían los más vulnerables ante una desconexión total. Las reservas estratégicas europeas se encuentran al 74% de su capacidad y hace falta «acelerar» su llenado para asegurar el suministro energético este invierno.

Argelia y los metaneros, los dos grandes flancos que tensionan el suministro de gas a España

La misma semana en la que Europa ha propuesto recortar un 15 % el consumo de gas a todos los países, y en la que España ha rechazado esa medida porque aquí «se han cumplido los deberes», como ha recordado la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera; el suministro desde Argelia se vio alterado el domingo por unas horas reduciendo la inyección a través del gasoducto que une ese país con Almería.

Aunque el abastecimiento no se vio comprometido, esa contingencia revela la inestabilidad a la que también se enfrenta España en materia energética, a pesar de encontrarse en una posición más aventajada que el resto de la Unión Europea. La isla energética que forman España y Portugal les ha obligado durante años a dotarse de regasificadoras para atraer a los buques metaneros ante la imposibilidad de recibir gas europeo. Y la conexión con el Magreb también ha aportado estabilidad. Pero ahora todo ha cambiado.

Cualquier decisión en los buques o en Argel puede llevar a la economía a paralizarse.

El vecino argelino pierde peso

Aunque la dependencia del vecino argelino se ha reducido en los últimos meses (las importaciones desde allí se han reducido en el primer semestre hasta representar el 24,7 % del total, frente al 47,7 % de un año antes) aún es muy relevante. Cualquier problema que pueda surgir, incluso inesperado como el que acontecía este domingo por ese fallo técnico en el Medgaz, tensiona el suministro.

La otra pata del abastecimiento son los metaneros. De hecho, ya representan un 76 % de las importaciones de gas que recibe la Península, frente a una media del 45 % el año pasado. En este caso, España juega por ahora con ventaja. Al disponer de seis regasificadoras, incluida la de Reganosa en Mugardos, la capacidad para recibir gas (GNL) es superior. Estados Unidos se ha consolidado definitivamente como el principal proveedor de gas para España, dado que el 34,4 % de las compras en el primer semestre procedieron del país norteamericano. Pero también en este caso hay riesgos. Así se comprobó a principios de junio, cuando el operador de una de las mayores plantas de exportación de gas natural licuado de Estados Unidos cerraba por una explosión en sus instalaciones de la costa del golfo de Texas. El incendio sacudió los mercados de gas natural. Ese incidente ya provocó un alza en los precios de la materia prima. Y elevó considerablemente la tensión en un sistema de metaneros que se mueven prácticamente como un mercado persa en el que cambian sus rutas buscando al mejor postor en cualquier parte del mundo.

Aunque por ahora España sigue atrayendo estos buques, cualquier problema o decisión puede suponer otro bache de cara a un invierno que se plantea más que complejo energéticamente hablando para Europa.