La automoción gallega se suma al resto del sector en España y se declara en riesgo de destrucción

m. s. d. DVIGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Alertan del riesgo de desaparición de empresas por los sobrecostes de producción

28 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La industria española del automóvil nunca había tenido a su disposición tantos fondos público de una tacada: 3.000 millones de euros hasta el 2025 a fondo perdido para dar el vuelco hacia la motorización eléctrica y conectada. Esa es la partida económica incluida en el plan estratégico del sector (PERTE) encargado de repartir las ayudas públicas (fondos Next Generation).

Pero algo debe de estar fallando en el plan, que, de entrada, casi pasa de largo por el sector gallego (opta a una partida de poco más de 43 millones de euros) para que el sector español en su totalidad, es decir, fabricantes y proveedores de componentes, se hayan unido para dar la voz de alarma y declararse «en riesgo de destrucción».

Así lo recoge una declaración institucional, suscrita por clústeres de automoción de toda España: Acan (Navarra), AEI (La Rioja), Avia (Valencia), Caar (Aragón), Ciac (Cataluña), Facyl (Castilla y León), Gira (Cantabria) y el más veterano de todos, Ceaga, que es el Clúster de Empresas de Automoción de Galicia, integrado por Stellantis Vigo y más de 120 fabricantes de componentes.

La amenaza de la que alertan es seria. De hecho, hablan de «un contexto de máximo riesgo e inestabilidad vivido en los últimos 20 años en el sector de la automoción» y advierten de «los peligros que atenazan a esta industria y cuyas consecuencias pueden afectar directamente al empleo de 2 millones de personas».

¿Y cuales son esos peligros? Para empezar, el más importante es que no se venden coches, o no los suficientes. «La pandemia nos ha dejado una nueva realidad en la que las ventas de los vehículos nuevos caen en picado en todos los mercados europeos [a los que destinan el 90 % de su producción]».

Ponen como ejemplo que, en Europa, desde julio del 2021, las ventas han descendido una media del 19,2 % mensual respecto al año anterior.

Pero además de la caída del mercado, los fabricantes se enfrentan a un incremento de costes nunca antes visto en tan poco tiempo y describen un escenario incierto marcado por «las fuertes subidas de precios en materias primas, la escalada del coste de la energía y del transporte o el desabastecimiento generalizado de elementos esenciales para la producción de la industria automovilística». A esto hay que añadir el problema generado por las paradas forzosas en las fábricas y las pérdidas que ello supone «para un sector que trabaja, históricamente, con márgenes muy pequeños, en los que los beneficios aparecen con los altos volúmenes de producción».

 Empresas en peligro

Las consecuencias son muy preocupantes, y los clústeres de empresas del automóvil hablan ya de la inminente destrucción de tejido industrial en España. «La escalada de precios de los elementos de producción supone para los proveedores una carga insostenible que hace peligrar su viabilidad, permanencia en el sector o supervivencia si estos no pueden equilibrar estos sobrecostes con sus clientes», dice el sector.

Porque si las cosas iban mal, la invasión rusa de Ucrania está teniendo un impacto demoledor en la automoción. «Rusia es un actor básico en la exportación de gas natural, paladio, níquel, acero, carbón, platino, petróleo y aluminio refinado, entre otros muchos productos», afirman. Pero además Ucrania es «imprescindible por ser el mayor exportador de gas neón del mundo, básico para la fabricación de semiconductores y, por lo tanto, de chips, y es también uno de los exportadores más importantes de cableado de catalizadores», explican los clústeres del automóvil.

Dos millones de empleos en riesgo y muchos ERTE que acabarán en ERE

Los clústeres españoles del automóvil creen que se está produciendo «el escenario ideal para una destrucción progresiva del sector», cuyas víctimas se localizarán especialmente en las pymes, según sus previsiones y si la situación actual se mantiene durante más tiempo. «La nueva realidad a la que nos enfrentamos puede borrar, o cuando menos difuminar para siempre, la riqueza que aportamos al PIB que equivale a un 8,5 % y los empleos de casi 2 millones de personas», advierten. Y pese a lo que califican como «esfuerzo titánico» del sector para adaptarse, critican el impacto de la reforma laboral y alertan de que «sin flexibilidad los ERTE pueden convertirse en ERE».