La caída del consumo familiar congelará la economía en el segundo semestre

E. Martínez MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

M.MORALEJO

os altísimos precios obligan a limitar las compras, lo que reduce la facturación de las empresas y frena las inversiones

19 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los españoles se están ajustando el cinturón. La subida desbocada de los precios y la incertidumbre futuro están obligando a los consumidores a pensar muy bien sus compras antes de gastar. Meter en la cesta lo mismo que el año pasado cuesta 200 euros más por persona, lo que en una familia de 4 miembros se traduce en 800 euros extra este año, hasta sumar 9.200 euros de media por hogar, según datos de Allianz. Una situación que se extenderá al segundo semestre del año, abandonando así la esperanza de una salida de la crisis este año.

Los huevos cuestan un 25% más que hace un año, la leche un 16% y el pan un 13%. Pero lo que más llama la atención es el encarecimiento del aceite, nada menos que un 45%. Con este panorama, no queda otra que ajustar hábitos de consumo. La consultora Kantar detalla que 4 de cada 10 familias buscan promociones en sus compras, sustituyendo unos alimentos por otros y prefiriendo marcas blancas. Hasta ahora el gasto de los hogares se ha reducido un 3%, pero temen que llegue hasta el 10% en el segundo semestre porque hasta ahora se tiraba de ahorros.

En su último informe de perspectivas económicas, el Banco de España reconoce que no habían previsto el hundimiento de la demanda que se está observando. Sus proyecciones indican que el consumo de las familias crecerá solo un 1,4% este año, cuando hace tres meses preveían un 4,5%, tasa con la que se cerró el 2021 después del desplome del año del confinamiento (-12%). Pero es que la OCDE va más allá y anticipa un crecimiento del consumo casi nulo, del 0,1% para este año, cuando antes se esperaba un fuerte impulso (3,7%) por la liberación del sobreahorro generado por la pandemia.

Tormenta perfecta

«La sociedad se está enfrentando a una tormenta perfecta en la que el coste de la energía y las materias primas están provocando un alza generalizada de los precios, también en la alimentación», explica Ignacio García Magarzo, director general de Asedas, la Asociación de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados. En su opinión, las empresas alimentarias llevan meses haciendo «un ejercicio de contención de precios» para que los consumidores noten la presión lo menos posible y evitar una «retracción del consumo similar al de la crisis del 2008». Por lo que la subida de precios podría empezar a notarse más aún en lo que queda de año.

Desde NielsenIQ detallan que los españoles están reduciendo el consumo de los productos que más han subido de precio, aunque algunos, como el aceite o la leche, es «difícil dejar de comprarlos». Según sus datos, las familias han reducido el consumo de aceite en un 1,7% tras haber experimentado un aumento de precio de casi un 45% en mayo. Un descenso similar ha tenido la leche, difícil de sustituir por otro alimento. Pero mayor ha sido el de las frutas y verduras, del -3,3%, después de haberse encarecido un 8,7%. Además, productos como la pasta se venden más ahora que antes (+7 %) probablemente debido a la subida de otros más caros como la carne o el pescado, señalan desde la consultora.

Las empresas, al límite

Es más, pese a que el IPC de mayo marcó una tasa del 8,7% -la más alta desde la década de 1990-, la subida respecto a hace un año en el caso de la alimentación es del 11%. El conjunto de la cadena agroalimentaria está soportando un importante incremento de los costes que «no se están trasladando en su totalidad al consumidor», revela García Magarzo. Lo que hace prever un repunte más intenso aún de los productos según avance el año, ya que las empresas no podrán seguir asumiendo esa pérdida de márgenes en los beneficios.

De hecho, hay compañías que están viendo comprometida su sostenibilidad económica a corto y medio plazo, asegura el director de Asedas, que detalla que las empresas de distribución tienen que funcionar cada día, no pueden hacer paros técnicos (como algunos sectores industriales) en función del precio de la electricidad, ahora que la luz se ha convertido en el principal gasto de la mayoría de ellas.

El crecimiento, ralentizado

El resumen sería: los altos precios repercuten en el consumo, que a su vez impacta en las ventas de las empresas, y esto supone un «indudable menor crecimiento económico». Así lo explica Pedro Aznar, profesor del departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade. En su opinión, la elevada inflación tiene distintos impactos como la reducción en la capacidad de compra de las familias, que deben pagar más por energía y alimentos, lo que implica un presupuesto disponible menor para otros bienes y servicios repercutiendo directamente en el producto interior bruto (PIB).

Eso sí, la esperanza que nos queda es que con una inflación más moderada «sería más fácil la recuperación económica porque hay capacidad productiva», asegura Aznar, que apunta a que son «la incertidumbre y los elevados precios» las principales amenazas de nuestra economía. Por ello, aunque la espiral inflacionista vaya a tener «cierto carácter permanente», en el 2023 no será tan acusada como hasta ahora, lo que implicará que «el año que viene sea mejor que este» a nivel de crecimiento y siempre que las tensiones geopolíticas se vayan moderando.

El turismo se posiciona en este momento como la tabla de salvación de la economía española, al menos este ejercicio. Las llegadas de viajeros internacionales están solo un 8% por debajo de las cifras del 2019 y se espera un verano de récord a pesar de la subida de precios de los transportes y los alojamientos.

La inversión, a la baja

A este cóctel perfecto se le suma la subida de tipos de interés a la que están apuntando los bancos centrales con el objetivo de atajar la inflación, lo que encarecerá el crédito y hará caer las tasas de inversión, puntualiza Aznar. Y, cómo no, la incertidumbre, «que siempre es un aspecto que juega en contra de la inversión» al retraer las decisiones de compra.