Bruselas aprueba el plan de España y Portugal para abaratar la luz

Sara Cabrero
S. Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

J.J.Guillén | EFE

El tope al gas entrará en vigor el martes y se aplicará hasta mayo del 2023

08 jun 2022 . Actualizado a las 19:57 h.

España y Portugal recibieron este miércoles luz verde de Bruselas para la bautizada como excepción ibérica, una medida que permitirá a ambos países limitar el precio del gas en el mercado mayorista de la electricidad con el objetivo de abaratar la factura de la luz tanto de hogares como de empresas.

Este tope se empezará a aplicar ya a partir de la subasta del mercado eléctrico del próximo martes 14 de junio, que fija el precio del megavatio hora para el día siguiente. Y estará vigente hasta el 31 de mayo del 2023. «La medida temporal que aprobamos hoy permitirá a España y Portugal bajar los precios de la electricidad para los consumidores que se han visto muy afectados por la subida de los precios energéticos como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania», anunciaba ayer Margrethe Vestager, vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de Competencia, que también quiso dejar claro que al mismo tiempo «se preservará la integridad del mercado único».

El esquema presentado por Portugal y España en los despachos de Bruselas, prevé un tope máximo inicial para el precio del gas (durante los primeros seis meses) de 40 euros por megavatio hora (MWh). Esta cifra irá subiendo cinco euros cada mes, de forma que en el último de aplicación se situará en los 70 euros. La media para todo el período será, por tanto, de 48,4 euros.

Según los cálculos que maneja el Gobierno de Pedro Sánchez, este techo se traducirá en una rebaja de entre el 15 y el 20 % en el coste de la electricidad para familias y empresas. Es una estimación algo menos halagüeña que la que manejaban en un principio, cuando apuntaban a un descenso en la factura de la luz que podría llegar incluso hasta el 30 %.

Subvención directa

A través de un comunicado, el Ejecutivo comunitario concreta que la medida tendrá forma de subvención directa a los productores de electricidad, que compensará la diferencia del coste de producir electricidad con el gas a precio real y venderla al tope fijado. Calculan en Bruselas que entre los dos países destinarán a este fin unos 8.400 millones de euros: 6.300 en el caso de España y 2.100 en el de Portugal.

Esta ayuda directa a los productores de electricidad tendrá el objetivo de financiar «parte» del coste en el que incurren al adquirir el combustible. Según explica la Comisión Europea, estas ayudas serán financiadas por dos vías. Por un lado, se impondrá un recargo a los consumidores que se beneficien de la medida. Es decir, todos aquellos que tienen contratada una tarifa regulada. La segunda vía de financiación será a través de las llamadas «rentas de congestión» que se generan por el comercio transfronterizo de electricidad entre España y Francia.

El plácet de Bruselas llega con cierto retraso. Concretamente diez semanas y media después de que Pedro Sánchez y el primer ministro de Portugal, António Costa, consiguieran en una cumbre que el resto de los líderes reconocieran las particularidades de sus territorios en esta materia.

Tras analizar con lupa los documentos enviados, la Comisión considera que se trata de una medida «adecuada, necesaria y proporcionada», en particular para «reducir los precios mayoristas de la electricidad» sin crear perturbaciones en las condiciones comerciales hasta un punto que sean, especifican, «contrarias al interés común».

Una reforma del mercado

Lo aprobado este miércoles puede ser solo la punta del iceberg de una revolución que acabaría extendiéndose como una mancha de aceite por el resto de los socios de la Unión Europea. Al menos, así se deduce de las palabras pronunciadas este miércoles por la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, que se mostró a favor de una reforma de calado del mercado eléctrico europeo. El objetivo, explicó, es precisamente evitar que el elevado precio del gas sea el encargado de fijar el coste del kilovatio. Y tiene sus razones de peso para defender esa idea. Porque, aseguró Von der Leyen, se trata de un sistema que no está adaptado a la «realidad de las renovables». Apuntó que el gas, la fuente de energía más cara actualmente, define todo el precio de un sistema que «ya no funciona», ya que se diseñó hace 20 años, cuando «las fuentes renovables empezaban a entrar en el mix».