La UE paga el precio de garantizar energía barata a compañías alemanas

Cristina Porteiro
c. porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

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El país germano pagó 9.100 millones por los hidrocarburos rusos desde el inicio de la guerra en Ucrania

30 abr 2022 . Actualizado a las 16:52 h.

Están preparados para un embargo al petróleo ruso, pero están dispuestos a pagar en rublos para que no les corten el gas. No solo eso. Desde que arrancó la guerra en Ucrania, los alemanes han abonado a Rusia 9.100 millones por sus hidrocarburos, siendo el principal cliente del país del este, según el Centro para la Investigación de la Energía y el Aire Limpio (CREA).

La relación entre Berlín y Moscú siempre ha estado marcada por la interdependencia. El Kremlin necesita su dinero y los alemanes abastecerse de energía barata. Aunque eso haya supuesto depositar las llaves de la seguridad energética europea en manos del presidente ruso, Vladimir Putin. ¿Cómo se fraguó la desgracia?

Corría el año 2005 cuando el excanciller alemán Gerhard Schröder, autorizó el proyecto Nord Stream I, el gasoducto que desde el año 2011 conecta directamente Vyborg (Rusia) y Lubmin (Alemania) atravesando el Mar Báltico. Un trazado —inaugurado por la excanciller Angela Merkel— perfecto para el Kremlin porque le permite cortar el gas al este de Europa sin paralizar el suministro a Alemania, su principal cliente.

A pesar del aluvión de críticas de los países afectados, Ucrania, Estados Unidos y la propia Comisión Europea, Berlín decidió seguir adelante con el proceso para multiplicar por dos el abastecimiento. ¿Cómo? Con un segundo gasoducto paralelo: el Nord Stream II (inactivo). De nada sirvieron la invasión rusa de Crimea en el 2014, el hackeo de correos de miembros del Bundestag y de la propia Merkel, el asesinato de un rebelde checheno en Berlín a cargo de los servicios secretos rusos, el envenenamiento del opositor Alexéi Navalni o las advertencias de sus socios europeos. Alemania confió en Rusia para garantizar una energía barata para su industria en esta década. Lo hacía mientras exigía austeridad a sus despilfarradores socios del Sur y apagaba a marchas forzadas sus reactores nucleares.

La complicidad de los dirigentes alemanes se vio recompensada. Schröder forjó paso a paso una fortuna de 20 millones de euros ocupando cargos en la petrolera rusa Rosneft, la propia Nord Stream y el gigante ruso del gas Gazprom.

La industria germana también se vio favorecida. En el 2012, en pleno rescate de España, sus compañías pagaban un 30 % menos por la electricidad y un 12 % menos por el gas que las españolas, según datos de Eurostat. Algo que se consolidó desde el 2018. Mientras los países del sur devaluaban salarios y recortaban prestaciones, la locomotora europea aprovechaba la ventaja competitiva que le ofrecía Moscú.

Esa herencia se les ha vuelto en contra. Hay quien, como hizo Berlín durante la crisis financiera, alude ahora al «riesgo moral» de compartir en la UE el coste de una ruptura energética abrupta con Rusia.

Mientras tanto, los problemas se acumulan. Los negocios en Alemania pagan cinco veces más por la energía que antes de la crisis. Eso se traduce en productos más caros. El precio de las mercancías que salen de las fábricas ha subido más de un 30 % —el nivel más elevado en 73 años— y la inflación alcanza el 7,8 %. ¿Cuál es el precio ahora de independizarse? Alemania asumirá un sobrecoste del 3,5 % de su PIB, según Goldman Sachs (126.000 millones de euros). La eurozona, el 2,2 % del PIB (268.600 millones de euros).