Los precios, lastre para la recuperación en una primavera encomendada al turismo

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

ECONOMÍA

CAPOTILLO

Contener el IPC, desbocado por los coste de la energía, es clave para preservar el consumo

17 abr 2022 . Actualizado a las 08:54 h.

La semana pasada, un rosario de organismos e instituciones actualizaron sus previsiones sobre la economía española en lo que resultó ser un jarro de agua fría para el optimismo que, al menos sobre el papel, todavía mantiene el Gobierno. Con la inflación desbocada —este miércoles el INE confirmaba un alza del 9,8 % en marzo y del 10,5 % Galicia, su mayor cota en casi cuatro décadas— y los efectos de la guerra en Ucrania tensionando aún más los costes energéticos y contagiándolos al resto de productos (desde materias primas a alimentos), las previsiones de crecimiento económico (PIB) han menguado respecto a solo tres meses atrás.

El Banco de España, que en diciembre esperaba que la economía avanzase este año un 5,4 %, lo ha rebajado casi un punto (hasta el 4,5 %), y en el mismo sentido se han pronunciado desde la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), que sitúa en el 4,3 % el alza del PIB, hasta CaixaBank (4,2 % frente al 5,5 % anterior a la guerra en Ucrania), BBVA Research (4,1 %) o Funcas (4,2 %).

El Ejecutivo tiene que remitir a Bruselas antes de que expire abril la revisión del Programa de Estabilidad, que incluye la actualización del cuadro macroeconómico sobre el que se elaboraron los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de este año. Hasta que eso no ocurra, la estimación oficial continuará mostrando una evidente brecha con la realidad, ya que el cálculo fijaba en un 7 % el crecimiento de la economía y en un 1,3 % la inflación media, que en marzo ya se había multiplicado por siete.

En este contexto, marcado por la incertidumbre añadida que supone el inesperado estallido y la duración incierta del conflicto bélico, sumado a unos precios de la energía que pulverizan récords, el segundo trimestre del año arranca rodeado de dudas, pese a que la campaña de Semana Santa suele ser el pistoletazo que marca el comienzo del tirón económico estival, con el turismo y el consumo como motores.

Así lo señalan los expertos consultados. «La segunda parte del año estará marcada por una recuperación significativa del turismo —incluso con independencia de lo que ocurra con los nuevos confinamientos en China a causa del coronavirus, que son bastante preocupantes— junto con una reanimación de los flujos de comercio», apunta el economista Javier Santacruz.

«Ya solamente por un hecho cuantitativo, como son los malos datos de crecimiento del primer trimestre y probablemente también de este segundo, las tasas de los dos siguientes posiblemente estarán por encima del 1 % trimestral y, con eso, llegar al entorno del 2,5 % en el conjunto del año», añade. Sin embargo, advierte de que el problema más importante puede ser que se produzca una ronda más intensa de inflación en bienes y servicios turísticos, sector inmobiliario y automóvil, que son los que «pueden comprometer seriamente un crecimiento superior del consumo». Y es que —apunta— al ser bienes muchos de ellos prescindibles, es decir, no de primera necesidad, se están retrasando considerablemente las decisiones de compra o consumo duraderos, como adquirir coche o cambiar de casa. Lo principal es llegar a fin de mes, algo que cada vez resulta más complicado para muchos hogares.

El IPC puede frenar el consumo

En que la inflación es el gran riesgo coincide también Raymond Torres, director de Coyuntura Económica de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas). «La inflación seguirá siendo la protagonista en el segundo trimestre. El IPC debería alcanzar su incremento máximo durante el trimestre, antes de empezar a desescalar. Pero este movimiento será demasiado lento e incompleto para impedir una contracción adicional del poder adquisitivo de los ingresos de los hogares. La consecuencia es un freno al consumo, principal motor de la economía», sostiene.

Recuerda, además, que el clima de incertidumbre en un contexto de conflicto bélico y de tensiones geopolíticas pesará sobre otro pilar del crecimiento, que es la inversión empresarial. Y no solo eso: «Las exportaciones de bienes, que han tenido un comportamiento muy positivo hasta la invasión de Ucrania, se moderarán por el efecto de la crisis en mercados tan importantes como el alemán, en riesgo de recesión».

Torres subraya que el principal sostén económico vendrá del turismo, como ya ocurriera durante la pandemia, y en menor medida, del tirón de los fondos europeos. «Pero esto será insuficiente para impedir una fuerte desaceleración en este segundo trimestre, lo que también frenará la creación de empleo».

Poner un tope al gas será el comienzo para enfriar la hiperinflación

Si los expertos coinciden en que conseguir ponerle freno a la inflación es el punto de partida para no malograr la recuperación económica, que se ha ralentizado, también parece claro cuál es el primer paso para conseguirlo. «El tope al precio del gas que entra en el pool me parece la medida más potente para frenar la inflación», dice el responsable de Coyuntura Económica de Funcas, Raymond Torres, sumando después otros factores, como la duración de la guerra y la posible escalada de sanciones a Rusia.

Pero que la UE dé luz verde a la propuesta enviada por España y Portugal para rebajar la tensión que el precio del gas introduce en el mercado eléctrico —poniendo un tope de 30 euros el megavatio hora al precio al que las centrales de ciclo combinado pueden vender la energía— tendrá un notable efecto en la factura que pagan los consumidores, tanto en el caso de los hogares como de las empresas. Se estima que, de salir adelante, devolvería los precios al entorno de los 100 euros el megavatio hora, cuando han estado por encima de los 700 euros intradía y en más de 500 de media diaria.

Sin embargo, Bruselas aún no se ha pronunciado sobre la propuesta que ambos Estados enviaron el 31 de marzo. Más allá de que técnicamente supere los requisitos exigidos por Europa en materia de regulación, se trata de que no introduzca distorsiones ni suponga un trato de favor. La negociación se centrará en el precio tope y en la duración de la medida extraordinaria.

En cualquier caso, la mayoría de los economistas consideran que la inflación tocó techo en marzo (un 9,8 % interanual en el conjunto del país y doble dígito, el 10,5 %, en Galicia), precisamente porque descuentan que Bruselas dará luz verde al límite del gas y que el plan de choque del Gobierno para abaratar en 20 céntimos el litro de combustible irán relajando los precios en los próximos meses, para cerrar el año con una inflación media en el entorno del 7 %.

Además, cabe recordar que en junio se cumple un año de la entrada en vigor de la nueva tarificación horaria de la electricidad, que comenzó a tirar de los precios, y que el efecto base también comenzará a rebajar los incrementos, al compararse ya con una inflación más alta a partir de la segunda mitad del 2021.