El fin de los contratos por obra eleva a cifras récord el número de indefinidos

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

ECONOMÍA

SIMÓN BALVÍS

En febrero, el 22 % del nuevo empleo fue fijo, el doble que antes de la reforma

20 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La reforma laboral, estrenada a la vez que el año, ha supuesto un impulso a la contratación indefinida, lo que era uno de sus principales objetivos. Los últimos datos publicados, correspondientes al mes de febrero, muestran que el 22 % de las nuevas contrataciones fueron indefinidas (en Galicia el porcentaje es un punto superior), uno de cada cuatro y algo más del doble que en febrero del año anterior.

Y todo apunta a que la tendencia se acelerará, ya que en menos de dos semanas —el 30 de marzo— expirará el período transitorio de tres meses que la nueva normativa daba a las empresas para adaptarse y desterrar el contrato por obra y servicio (el que está tras la elevada tasa de temporalidad del empleo español), reemplazándolo, con carácter general, por el fijo discontinuo.

Aunque es evidente el empuje que el cambio en el marco normativo le ha dado a la contratación estable, las luces de la reforma conviven con algunas sombras: ciertos sectores, con una actividad muy marcada por la estacionalidad, ven con preocupación la desaparición del contrato temporal y dudan de que las nuevas alternativas —el fijo discontinuo o los eventuales limitados a supuestos tasados y reducidos en el tiempo— vayan a ajustarse a sus necesidades.

Hostelería, turismo, comercio, agricultura o pesca están entre ellos, sin olvidar el sector audiovisual, para el que el Ejecutivo está diseñando un nuevo modelo de contrato de trabajo (incluido en el Estatuto del Artista que se aprobará este mes) que dé respuesta a la intermitencia de su actividad, que es muy diferente a la de, por ejemplo, la construcción, para la que también se adaptaron las condiciones de extinción del contrato fijo ordinario en la reforma.

La «ficción» del empleo fijo

«Queremos crear la ficción de que cambiando la estructura de los contratos vamos a cambiar la realidad económica que subyace tras ellos», valora el director de Randstad Research, Valentín Bote, alertando de los riesgos de eliminar los contratos por obra y servicio, que —sostiene— «tenían todo el sentido, por la lógica inequívoca de que una obra o actividad puede ser más o menos larga».

El responsable del servicio de estudios de esta consultora de recursos humanos cree que la supresión de esta fórmula contractual (pese a que ha favorecido abusos) deja «en el limbo» a alrededor de 1,4 millones de trabajadores temporales, que habrá que ver a través de qué fórmulas se canalizan: si como fijos discontinuos o como nuevos eventuales. O si, por el contrario, acabarán engrosando la bolsa de trabajo sumergido, especialmente en sectores como el agrícola o el empleo doméstico.

Porque, en opinión del experto, «forzar» la contratación indefinida, además de ser una «ficción», incrementará los costes laborales de las empresas y acabará provocando una «mayor mortalidad» de la contratación fija, precisamente porque es forzada. En este sentido, recuerda que antes de la pandemia cuatro de cada diez contratos indefinidos duraban menos de un año. «Esa es la realidad», asevera, para añadir que probablemente la proporción se incrementará.

También se muestra cauto a la hora de valorar el llamativo repunte de la contratación fija registrado en enero y febrero, con la entrada en vigor de la reforma laboral. Ese 22 %, que dobla los porcentajes históricamente habituales y que igualmente supera los picos provocados por las medidas de impulso a este tipo de contrato, está distorsionado por el efecto de las campañas de la inspección y por la propia entrada en vigor del nuevo marco legal. «En estos primeros tres meses, los contratos por obra aún han podido realizarse, pero con una duración máxima de seis meses en lugar de los tres años anteriores, de modo que si a una empresa no le servía ese horizonte temporal, ya optó por moverse a la contratación indefinida», explica Bote. Habrá que esperar otros seis meses para tener ya «un marco normalizado y ver realmente cómo ha impactado la reforma y a qué fórmulas contractuales se mueve la bolsa actual de trabajadores temporales».

Idéntica cautela muestran los sindicatos. Desde CC.OO. de Galicia, la secretaria de Emprego, Maica Bouza, confirma que muchas empresas están aún «a la expectativa». Es el caso del sector industrial (a la automoción, por ejemplo, le afecta de lleno porque cubre con eventuales los picos de producción y no está en el mejor momento para asumir un incremento de costes laborales) y buena parte de los servicios, mientras que en el de los contact center ya se han hecho conversiones a indefinidos en grandes empresas.