La guerra llega al bolsillo de familias y empresas gallegas

La Voz REDACCIÓN

ECONOMÍA

CAPOTILLO

La espiral inflacionista, liderada por la energía, y la falta de productos y materias primas básicas para la industria atenazan la economía de la comunidad

13 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Iba a ser el año de la recuperación. La economía, decían los expertos, diría adiós en el 2022 a la crisis en la que la sumió la pandemia. Pero la guerra desatada por Rusia contra Ucrania y la escalada de sanciones y contrasanciones —materias primas incluidas— lo ha embarrado todo, agravando una espiral inflacionista en ciernes desde hace ya meses, aupada por unos precios energéticos en máximos históricos. Una herida a la que añade sal la escasez de algunos productos claves para el funcionamiento de la industria y de los negocios y que amenaza con cercenar la ansiada recuperación.

Una guerra a 4.000 kilómetros de distancia que ha descontrolado ya del todo los precios del gas, del petróleo, de la electricidad y de los carburantes, y que se deja sentir —y que, a decir de los expertos, todavía lo hará más— en el bolsillo de los gallegos, en el campo y en el tejido empresarial de la comunidad. Los que siguen son solo sus primeros efectos:

1. ILUMINAR Y CALENTAR LA CASA, UN 56 % MÁS CARO

Aunque la inflación estaba ya desbocada antes de que cayeran las primeras bombas sobre Ucrania, la invasión ha provocado un alza intensa de los precios, especialmente de la energía y de los alimentos. El IPC cerró febrero con una subida interanual del 8 % en Galicia, cuatro décimas por encima de la media estatal. La partida del presupuesto familiar que más crece es la dedicada a los consumos básicos del hogar (luz, gas y agua), que es hoy un 56 % más cara que hace un año. Hay que resaltar, y no es un detalle menor, que el INE solo tiene en cuenta el coste de la tarifa regulada de la luz, que está vinculada directamente al precio mayorista. La tienen contratada unos 11 millones de consumidores, frente a los 17 que están en el mercado libre, donde, de momento, los precios han subido mucho menos (incluso en algunos casos las facturas han bajado por la reducción del IVA). Llenar el depósito cuesta ahora 20 euros más que a principios de año y el litro de gasolina supera ya en algunas estaciones de servicio los dos euros. El problema es que los costes energéticos contaminan el resto de la cesta de la compra.

Dejando al margen el aceite, que sube un 28 % ante el temor a un desabastecimiento del de girasol (del que Ucrania es principal proveedor), suben con fuerza la leche (más del 10 %), los huevos (un 8 %) y el pollo (7 %). De lo poco que baja, la carne de cerdo y las patatas, aunque el alivio no llega al 1 %.

2. UN SOBRECOSTE EN EL ALQUILER DE 634 EUROS

Nada escapa a los tentáculos de la inflación. Y el encarecimiento también lo sufrirán quienes tengan que revisar ahora el contrato de su alquiler, se vayan a comprar una casa o les coincida la revisión de su hipoteca variable. El tirón del IPC de febrero se traducirá en un sobrecoste de casi 634 euros anuales en el precio medio del arrendamiento de un piso de dos habitaciones que, según los datos del portal inmobiliario Idealista, era de 695 euros mensuales en febrero del 2021. Ahora: 747,82, un incremento de 52,82 euros al mes. Y lo mismo ocurrirá con las hipotecas. El euríbor inició una senda ascendente en la recta final del año, y aunque el BCE ha enfriado de nuevo la expectativa de una subida de tipos, el mercado descuenta que llegará.

3. LAS EMPRESAS SE JUEGAN 680 MILLONES

Aunque desde el Gobierno se insiste en que España es uno de los países con menos exposición comercial a Ucrania y Rusia, el año pasado hubo 290 empresas gallegas que exportaron mercancía por valor de 230 millones a esos países. En el caso de Ucrania son 109, destacando las ventas de automóviles (51,5 millones), pescado congelado (26, principalmente merluza) y productos químicos, como insecticidas y fungicidas (15,5). Estos también son, tras la ropa, los productos gallegos más exportados a Rusia, país al que las empresas de la comunidad venden mercancías por importe de 121,5 millones, destacando también maquinaria, como grúas y tornos.

En el capítulo de las importaciones, hay 206 firmas gallegas que se abastecen en Rusia, con compras por valor de 300 millones, más de dos tercios en combustibles, aunque también pesan los abonos y fertilizantes (31 millones) y metales como aluminio, hierro y acero. Las importaciones de Ucrania tienen la mitad de valor, aunque son especialmente delicadas por estar vinculadas al sector alimentario: casi 93 millones en aceite (girasol) y 40 millones en cereales.

4. EXPORTACIONES: INDITEX SE VA, STELLANTIS PARA

Textil y automoción acaparan el grueso de las exportaciones gallegas y los dos sectores están afectados. A los pocos días de la invasión, el gigante textil Inditex anunció el cierre de sus 80 tiendas en Ucrania y hace una semana comunicó la salida del mercado ruso con la clausura de forma temporal de los 502 establecimientos y del canal online con los que opera en el país. Por otra parte, Stellantis Vigo y su red de proveedores inician mañana su segunda semana de parada por desabastecimiento, ya no solo de semiconductores, sino de materiales procedentes de Ucrania, como el cableado necesario en numerosos componentes. La planta de Stellantis Vigo manda a Ucrania 6.000 vehículos al año y 300 a Rusia, una producción que se verá afectada. La multinacional es la única de los grandes del motor que mantiene operativa una planta en suelo ruso, en Kaluga.

5. ERTE EN EL METAL Y PARADAS EN LA INDUSTRIA

No es solo que se disparen los costes de materias primas vitales para el sector, como el aluminio, el níquel o el paladio procedentes de la zona en conflicto, es que hay riesgo de desabastecimiento si la guerra no se reconduce, y eso afecta en Galicia a más de 3.500 compañías del metal, en las que trabajan 57.000 empleados. Empresas fabricantes de maquinaria industrial, construcciones y estructuras metálicas han puesto en marcha planes de contingencia, con medidas en las que se incluyen el planteamiento de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) en previsión de paradas. El sector se enfrenta también al sobrecoste de proyectos contratados que conllevan pérdidas que deben asumir. Además, la gran industria intensiva en consumo energético está ya realizando paradas en la producción, incapaz de afrontar unos costes de la luz y el gas desorbitados. Es el caso, en Galicia, de la metalúrgica Megasa, que no arrancará los hornos hasta el 21 de abril. Otras empresas, como Xeal o Showa Denko, aguantan el tirón con reducciones en la producción.

6. TEMOR EN EL CAMPO Y AMARRES EN LA FLOTA

Aunque el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ha llamado a la calma asegurando que no habrá desabastecimiento, el nerviosismo está en el aire. El conflicto afecta directamente a la producción ganadera. Con el cierre de los puertos del mar Negro, el stock de grano para la producción de pienso aguantará entre 25 días y un mes. El gran problema es que en el primer semestre todavía no hay cosecha en otros países de los que España suele importar maíz, como Brasil. Esa dependencia es especialmente notable en sectores como el avícola, cunícola, el porcino y las granjas lácteas de modelo intensivo, donde la principal fuente de proteínas de los animales son los piensos.

Hay otro problema añadido: el coste que están alcanzando las materias primas. Criar un lechón cuesta ahora unos 55 euros, un 40 % más que hace tres meses, por la subida de la electricidad el gasoil y, sobre todo, el pienso. Esa inflación galopante es lo que, como explican desde Coren, hace que resulte insostenible mantener las granjas si no se repercute esa subida de costes en los supermercados.

El ritmo al que se está encareciendo el combustible también ha dejado paralizada a parte de la flota pesquera. Algunos barcos, como los cerqueros de Vigo, han optado por prolongar el descanso que suelen hacer en los primeros meses del año. Buques de Gran Sol han decidido alargar el paréntesis entre marea y marea. Y hay arrastreros que ya hace semanas que han eliminado todos los viernes de su calendario de días laborables... Pero los gritos pidiendo auxilio llegan de todos los segmentos de flota. «O se toman medidas urgentes, o la mayor parte de los barcos acabarán amarrando», apuntan desde el Puerto de Vigo.

Desde que empezó el año, el gasto en combustible de las empresas pesqueras se ha duplicado —el gasoil se paga por encima del euro, un 107 % más que el 1 de enero— y ese mayor coste no se puede repercutir sobre el precio del producto, dado que este se fija en la subasta en la lonja. Así que, de seguir así, no compensará salir al mar, habrá menos pescado fresco en el mercado y subirán los precios. El congelado podrá ser un refugio, pero, sin duda, a un mayor precio, ya que la flota congeladora está metida en una espiral alcista todavía más acusada, puesto que, además del encarecimiento del combustible, también debe hacer frente a las subidas de logística y almacenamiento. «Enviar las capturas de la flota congeladora es mucho más caro [un contenedor ha pasado de costar 3.000 euros a más de 8.000] y el coste del almacenamiento en frigorífico también», apunta Javier Touza, presidente de Arvi.

Información elaborada por M. Mora, M. Sío Dopeso, E. Abuín, M. Cedrón, A. Balseiro, F. Fernández y G. Lemos