«Todo está más caro y se gasta más, pero el sueldo es el mismo»

Manoli Sío Dopeso
m. sío dopeso VIGO / LA VOZ

ECONOMÍA

M.MORALEJO

El precio de los alimentos es la mayor preocupación, seguido del transporte y la energía por su impacto en el presupuesto familiar

24 ene 2022 . Actualizado a las 19:54 h.

El dato del IPC, los informes de organismos especializados, los analistas del mercado, todos coinciden en que vienen tiempos de inflación y que la subida de precios que ya se dejó sentir en el último año va a continuar. Pero no hay mejor estudio de campo que el de los consumidores a pie de calle para constatar el verdadero impacto que este encarecimiento del coste de la vida está teniendo en el día a día de los hogares. Hablamos con familias, trabajadores y jóvenes estudiantes y esta es su visión.

 IRIA y DAVID

«LA COMPRA MENSUAL AHORA CUESTA ENTRE 40 Y 50 EUROS MÁS SOBRE TODO POR LOS ALIMENTOS»

Iria y David son una pareja con dos hijos de 4 y 8 años. Los dos trabajan, en casa entran dos sueldos todos los meses, pero la inflación ya impacta en su día a día. «Lo notamos sobre todo en la alimentación, se ha disparado y ves que el carro de la compra mensual, que ahora cuesta 40 y hasta 50 euros más», dice Iria. De momento no han recortado presupuesto, ni eliminado productos de su lista de la compra, «pero ahora comparamos más que antes, vamos a distintos supermercados a ver en dónde sale más barato» añade. «Nos preocupa esta tendencia, porque los sueldos se mantienen igual», dice David.

RAYLLA Y JUAN

«GASTO EN AUTOBÚS 660 EUROS AL AÑO, TANTO COMO EN LA MATRÍCULA DE LA UNIVERSIDAD»

Raylla y Juan son estudiantes de la Universidad de Vigo de la especialidad de Linguas Extranxeiras. Ella vive con sus padres, y el bono del bus diario de Vigo a Marín se le ha disparado a 660 euros al año. «Me cuesta lo mismo que la matrícula de la universidad», afirma. Juan paga 550 euros al mes por la residencia universitaria, y no le queda mucho margen para gastos. «Cuando vas a la cafetería se nota que todo es más caro, y los libros de la universidad son carísimos», dice. Raylla considera que la tendencia inflacionista es inevitable. «Mis padres tienen su propio negocio y se ven obligados a subir los precios a los clientes porque a ellos también les cuesta más todo, no les queda otra», explica la universitaria.

 ÁNGEL Y DESIRÉ

«LLEVO TRES AÑOS CON EL SUELDO ESTANCADO Y SE NOTA LA PÉRDIDA DE PODER ADQUISITIVO»

Ángel y Desiré tienen un bebé de poco más de un año, y están esperando el segundo. Él es trabajador de telemárketing. «Llevo tres años con el sueldo estancado porque el convenio colectivo de la empresa caducó hace tres años. Nuestra intención es precisamente subir esa desproporción salarial, teniendo en cuenta la inflación, y la pérdida de poder adquisitivo que es ya notable». Asegura que la situación se está complicando. «Hay que medir en qué gasta y en qué no, aunque el covid ha reducido la posibilidad de gasto en ocio, pero siempre hay gastos y los precios se disparan y es imposible cuadrar el presupuesto», afirma. «La alimentación y las necesidades básicas es en donde más se nota y son bienes de primera necesidad en los que mucho no puedes recortar, además de la luz y el combustible», constata.

 RICARDO

«VOLVEMOS A TIEMPOS ATRÁS, CUANDO PARA COMPRAR CUATRO COSAS SE RECORRÍA TODO PARA COMPRAR MÁS BARATO»

Ricardo es trabajador del sector de seguridad, y en su día a día la subida de precios también tiene impacto. «Claro que se nota, porque ha subido todo. Donde más, en el precio del aceite y de productos básico de alimentación, ya no quiero hablar de marcas, pero mi cálculo es que el carro de la compra subió un 12 % aproximadamente», afirma. Explica que su estrategia es comprara precios. «No es que gaste más, es que sé comprar, elijo más y selecciono más, aunque la diferencia entre supermercados es mínima. Pero está claro que hay que ajustar más que nunca. Volvemos a los años de atrás donde para comprar 4 cosas lo recorrían todo para ahorrar».

La inflación arrebata unos 155 euros mensuales a cada familia en Galicia

El pan se encarece un 4,7 %, los huevos un 8,1 % y la leche un 5,8 %

c. porteiro

Desde que se levanta hasta que se acuesta, cada familia gallega tiene que gastar 5 euros más de media para llevar el nivel de vida que tenía hace solo un año.

Desayunar, hacer la compra, repostar en la gasolinera camino del trabajo, llamar al carpintero o comprar comida para nuestras mascotas es, en su conjunto, un 6,7 % más caro que a estas alturas del 2021, según el Instituto Galego de Estadística (IGE), lo que supone una merma de unos 155 euros al mes para un hogar medio en Galicia, que ingresa 2.321 euros.

Por el primer café del día, que antes nos podía costar 1,10 euros en la cafetería, ahora podemos llegar a pagar 1,15 y hasta 1,20 euros. Su precio ha subido de media un 4,4 %. También las cápsulas para prepararlo en casa están más caras.

Poner la lavadora, cocinar en la vitrocerámica o utilizar el secador del pelo se ha convertido en un deporte de alto riesgo, con la electricidad disparada un 72 % respecto al 2021 —56,5 % si se tienen en cuenta gas y otros combustibles—. La factura de la luz se ha incrementado un 41 % respecto a hace un año, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), a pesar de la rebaja de impuestos decretada por el Gobierno. Si en el 2020 se abonaban 675 euros anuales en el recibo eléctrico, en un hogar tipo, en el 2021 hubo que desembolsar una media de 949 euros. La luz no dará tregua este año. El precio en el mercado de futuros sigue por las nubes.

Otra tarea tan cotidiana como ir al supermercado es un dolor de cabeza para los hogares más humildes. Galicia es la séptima comunidad donde más han crecido los precios. Todo ha subido, menos la carne de cerdo. La inflación apenas se nota cuando compramos una barra de pan, ahora entre tres y cinco céntimos más cara, pero las cosas cambian al poner los ojos en los estantes del aceite de oliva. Una botella de un litro del virgen extra cuesta de media casi 1,3 euros más.

¿Qué hay de los huevos o la leche? Han subido un 8,1 y 5,8 % respectivamente. Por una docena se pagaba hace un año 24 céntimos menos. El litro de leche ya ha subido en los lineales en torno a tres céntimos, y por cada cinco euros que gastemos en fruta, ahora tendremos que extender otros 0,34. Lo mismo ocurre con la carne de ave, un 7 % más cara. Si antes pagábamos 6,65 euros por un kilo de pechugas de pollo, ahora hay que desembolsar medio euro más. No se escapan ni los productos para mascotas. La arena de gatos ha pasado de 3,5 euros a 4 en una conocida cadena de supermercados.

¿Es de los que reservan un hueco para comer fuera de casa o del trabajo? Un menú del día de 13 euros podría costarle ahora 38 céntimos más. Los precios en la hostelería han crecido un 2,9 % de media.

Para quien necesite renovar armario, las cosas no están tan complicadas. Se nota más la mordida de la inflación al renovar el coche. Un vehículo nuevo de 20.000 euros ya cuesta 600 euros más. La subida de los precios de las materias primas y los problemas para conseguir microchips están detrás del repunte. Los gastos no terminan ahí porque para llenar un depósito de 55 litros en una gasolinera gallega hay que abonar 16 euros extra respecto a enero del 2021.

Seis meses más al alza

¿Qué hay detrás de este fenómeno de sobrecalentamiento de precios y hasta cuándo durará? La energía y los productos frescos son los responsables de tres cuartas partes de la subida del índice de precios al consumo (IPC). La electricidad es la culpable del 40 % de ese repunte. No obstante, las facturas de la luz solo suponen el 3 % del gasto de los hogares, según apuntó el experto de Oxford Economics, Ángel Talavera. El problema es que el coste de la energía está encareciendo mes e mes la producción industrial y alimentaria y eso repercute en el precio en tienda. Desde CaixaBank Research prevén que la inflación se mantenga en niveles por encima del 5 % hasta el segundo trimestre del año, cuando empezaría a moderarse: «Prevemos que su promedio anual en el 2022 se sitúe cerca del 4,5 %», indican. El Banco de España es mucho más optimista: cree que el IPC cerrará el año por debajo del 2 %.

Impacto desigual

La inflación se ha convertido en el gran enemigo de este 2022 para más de la mitad de las familias en Galicia que aseguran tener dificultades o serias dificultades para llegar a final de mes (52,5 %), según la última encuesta del Instituto Galego de Estadística (IGE).

Ante este acusado ascenso de los precios, que los expertos y organismos internacionales creen que continuará hasta el verano, como mínimo, algunas familias han decidido tomar medidas. Más de una de cada diez ha optado por cambiar sus hábitos de consumo, comprando productos de marcas blancas o solo en oferta. No obstante, un 17 % prefiere recortar el gasto en ropa, calzado, transporte o luz para no tener que escatimar en la comida. El 6 % no tendrá más remedio que pedir ayuda económica a familiares y amigos para sobrevivir cada mes.

Por supuesto, la inflación no ha impactado en todas las capas sociales por igual. «El poder de compra de los hogares de bajos ingresos ya ha bajado un 40 % más que el de los ricos», aseguran Natalia Collado y Ángel Martínez en un informe reciente de Esade. Esto se debe a que las familias más humildes «destinan un porcentaje mayor de su cesta de la compra a los grupos de bienes que más se han encarecido durante el 2021: la electricidad y el gas y, en menor medida, los alimentos», señalan. Eso significa que este año, las rentas más bajas deberán hacer un mayor esfuerzo financiero para conseguir lo mismo que los hogares acomodados, lo que se traduce en una mayor desigualdad.

Comparar precios

Para sobrevivir a la cuesta de enero más empinada de los últimos 30 años, la mejor receta es comparar precios. Los gallegos pueden acabar pagando entre 264 y 385,44 euros más al año si llenan el depósito dos veces al mes en las estaciones más caras de la comunidad, según los precios extraídos de GeoPortal. La diferencia es más acusada en el caso de los supermercados, a donde acudimos con mucha más frecuencia. De hecho, el 18 % del gasto medio anual de un hogar gallego acaba en la caja registradora. Según la OCU la diferencia alcanza los 1.073 euros anuales en el conjunto de España.

Los pensionistas pierden más de 37 euros al mes y los trabajadores hasta 97 euros

No hay ninguna actividad ni colectivo que escape a la subida del IPC. Cada uno de los 769.000 pensionistas gallegos a los que el Gobierno prometió garantizar su poder adquisitivo en el 2022, están perdiendo 37 euros cada mes. La inflación les ha dejado un agujero de 59,38 euros mensuales en sus bolsillos —cobran 886,3 euros de media—, una merma que el Ejecutivo central ha compensado de forma parcial al revalorizar las pensiones un 2,5 % (22,16 euros). No es que haya incumplido su compromiso sino que la actualización de las pensiones se hace tomando como referencia el IPC acumulado hasta el mes de noviembre, sin tener en cuenta, por tanto, la subida del 1 % que se anotó Galicia en diciembre.

Dentro de este colectivo, los jubilados —482.600 en Galicia—, ingresan cada mes en sus cuentas una pensión media de 1.011,38 euros, la segunda más baja de España tras Extremadura (994 euros). En su caso, la inflación —compensada por la revalorización de las pensiones— les hace perder al mes casi 68 euros.

Aunque se podría pensar que la gente mayor, retirada del mercado laboral, es la más vulnerable a la subida de precios, lo cierto es que son los trabajadores con salario mínimo (965 euros) los que tendrán más problemas para capear una cuesta de enero que se alargará hasta bien entrada la segunda mitad del año. Además de ingresar menos que un jubilado y gastar más en partidas como el transporte, la inflación se ha comido 64,66 euros de sus sueldos. Y a ellos nadie les compensa la caída, a menos que estén cubiertos por algún convenio.

Revisión salarial

¿Qué hay del resto de trabajadores? Un gallego cobra de media 1.942 euros brutos. Según los datos proporcionados por el Consello Galego de Relaciones Laborales a Comisiones Obreras, los salarios cubiertos por convenio subieron de media —hasta septiembre— un 1,68 %. Con el IPC escalando un 6,7 %, eso supondría una pérdida adquisitiva de 97 euros al mes por empleado. Además, solo 3 de cada 10 convenios en Galicia incluyen cláusulas de revisión salarial. «Este dato tiene mucho impacto en este momento. Los que no tengan cláusula perderán mucho poder adquisitivo», apuntan desde el sindicato.