La economía, más preocupada por la inflación que por los contagios de ómicron

Cristina Porteiro
c. porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Chema Moya

Las bolsas europeas caen ante una eventual subida de tipos de interés

07 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

España dio la bienvenida al 2022 con 340.000 bajas activas por incapacidad laboral, la mayor cifra desde que arrancó la pandemia. Ómicron se expande con una rapidez inusitada, obligando a miles de trabajadores a confinarse en sus casas. Menos tiempo, eso sí. La cuarentena se ha reducido de los casi 40 días en marzo y abril del 2020 a los 10 días. De no ser por la vacunación, el mercado laboral, como los hospitales, habría colapsado.

La economía aguanta, a pesar del ritmo trepidante al que avanza la sexta ola. No obstante, persiste el temor de que la propagación del virus en Asia pueda congestionar todavía más las cadenas globales de suministro, todavía perturbadas por los cuellos de botella. Por el momento, las fábricas chinas resisten. Su actividad creció en diciembre al ritmo más rápido de los últimos seis meses, a pesar del cierre de algunas factorías como las de Samsung, donde se hace el 34 % de la producción global de los chips NAND Flash —memorias integradas en ordenadores—. «Lo que se va a intentar es teletrabajar hasta que ómicron esté controlada, pero no va a haber el impacto o los cierres del 2020, aunque haya restricciones temporales», asegura la economista y profesora de la Universidad Europea, Begoña Casas.

Los expertos están más preocupados por el sobrecalentamiento de los precios. Estados Unidos alcanzó su máxima subida en 40 años (6,8 %) y la Reserva Federal (Fed) está dispuesta a adelantar tres meses —a este marzo— la primera subida de tipos de interés, de las tres previstas para el 2022. Además, el organismo recortará desde este mismo mes la compra de activos en 30.000 millones de dólares. Se trata de un volantazo en la política acomodaticia para evitar que la inflación se desboque.

Este movimiento ha repercutido en el ánimo de los inversores. Las bolsas europeas, arrastradas por Wall Street, cayeron ayer ante la expectativa del fin de los estímulos monetarios. El Banco Central Europeo (BCE) acordó no subir los tipos este año, pero sí irá reduciendo el ritmo de compra de deuda, encareciendo la financiación de la deuda de países como España. Y está por ver si decide adelantar el calendario para seguir los pasos de la Fed.

Los parqués no lo descartan. Aunque el Ibex 35 aguantó el tipo y apenas cayó ayer un 0,01 %, la bolsa de París cedió un 1,72 %, similar a la corrección que sufrió el DAX alemán (-1,35 %). Por el momento preocupa más la inflación que el impacto de ómicron, al menos si se atiende a la evolución del precio del barril de petróleo brent, que se sitúa en el entorno de los 82,5 dólares, tras subir un 2,18 %. «Es una situación bastante complicada la que tenemos. Nos espera un año duro de inflación, hay que ser realistas. Todo va a ser mucho más caro, vamos a consumir menos, y eso significa más problemas para empresas y familias», asegura Casas.

Aunque el rebote inercial de la economía española continuará en el 2022, no será hasta el 2023 cuando se empiece a crecer y dejar atrás el desplome del 2020. La inflación, y no ómicron, es la gran amenaza. El índice de precios de consumo (IPC) en España creció un 6,7 % en el último año, aupado por el encarecimiento de la energía, que está empujando al alza alimentos, prendas de vestir y servicios.

Impacto en el empleo

Las bajas laborales ocasionadas por la última variante del covid apenas dejan fuera de juego a los trabajadores durante 10 días. La inflación podría tener efectos mucho más corrosivos: «Con el aumento de los costes, algunas empresas tendrán que cerrar, otras trasladarán los incrementos al consumidor y también podría suponer restricciones a la contratación o reducciones de plantilla por no poder aguantar todo el peso de los costes», desliza Casas. Las empresas españolas, además, trabajan con márgenes de beneficio muy estrechos. Por eso la subida de precios en las materias primas, la energía, el transporte o los salarios, las obligará a reajustar su estructura de costes.

La alta inflación también puede ser una zancadilla para las inversiones: «Cuesta más producir y el beneficio neto es más pequeño. Además, en épocas de incertidumbre como esta, las empresas optan por aumentar sus colchones».

Retirada gradual

La decisión del BCE de reducir el ritmo de compra de deuda, pero postergar la subida de tipos busca templar los precios, sin cortar las alas a la recuperación. Tiene algunas ventajas: el euro se depreciará respecto al dólar y eso estimulará las exportaciones, tan importantes para la balanza española. También hay un lado negativo: la subida de tipos en Estados Unidos atraerá hacia allí las inversiones en renta fija, al ofrecer más rentabilidad.

El IPC arrebata 1.858 euros anuales a cada hogar gallego

Más allá de las repercusiones teóricas que pueda tener el alza de precios sostenida en el tiempo, los gallegos ya han empezado de notar el agujero que la inflación está dejando en sus bolsillos.

Cada hogar en Galicia perdió el año pasado al menos 1.858 euros de media en sus ingresos. Es lo que les ha arrebatado el IPC, tomando como referencia la subida del 6,8 % de la cesta de la compra en España. La pérdida de poder adquisitivo podría ser aún mayor porque Galicia es una de las comunidades donde más se han disparado los precios.

Según los últimos datos disponibles del Instituto Galego de Estadística (IGE), la electricidad, el gas y otros combustibles subieron un 43,1 % respecto a hace un año. Conducir el coche es un 17,9 % más caro. No es para menos. Solo llenar el depósito de 55 litros en una gasolinera cuesta hoy 16,2 euros más si es de gasolina y 15,2 euros más si es diésel.

El sobrecalentamiento de los precios no solo afecta a los consumidores, también a las empresas. Sectores como la construcción, el comercio o el automóvil, han tenido que subir los precios finales porque los suministros siguen al alza. Adquirir un vehículo cuesta un 2,8 % más que hace un año y hacer obras en casa un 2,7 %. Y eso solo es una parte del sobrecoste que afrontan. Algunas empresas no han podido aguantar más y ya han anunciado subidas generalizadas en el 2022, como Ikea. La multinacional sueca no solo tiene problemas de stock —decenas de artículos han desaparecido del catálogo en oferta— sino que ha decidido aumentar un 9 % sus precios en todos los mercados al prever que los cuellos de botella y la presión inflacionaria persistirán más tiempo de lo esperado. Otras seguirán sus pasos. Según el Banco de España, seis de cada diez empresas tienen previsto alzas para este 2022.