Ese cambio de estrategia también podría sentar un precedente. El Reino Unido suele actuar de forma pareja y la presión podría obligar al Banco Central Europeo (BCE) a seguir el mismo camino antes de lo previsto. Su presidenta, Christine Lagarde, descartó a finales de año una subida de tipos en el 2022, pero si persisten los precios al alza -la inflación subyacente [excluyendo energía y productos frescos] en España ya está por encima del umbral de seguridad del 2 %-, podría verse obligada a actuar. De hecho, la institución ya decidió ir cerrando el grifo del dinero barato -el ritmo de compra de deuda- en su última reunión del 2021.
Los desplomes se producen también en un escenario de contagios masivos por ómicron. Los expertos todavía no saben cuantificar el impacto que podría tener su propagación en la economía, tanto en el crecimiento económico -en un entorno de bajas laborales y menor actividad y consumo-, así como a la aparición de otra variante del covid-19 en Francia, denominada temporalmente IHU. Por el momento preocupa más la inflación que el impacto de ómicron, al menos si se atiende a la evolución del precio del barril de petróleo Brent, referencia para el Viejo Continente, que se situaba en un precio de 81 dólares, tras subir un 3,74 %.