António Calçada de Sá: «Una transición mal planificada provocará deslocalización industrial»

f. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

CESAR QUIAN

El director general y vicepresidente de la Fundación Repsol considera que hay que reevaluar los riesgos de un cambio acelerado

28 nov 2021 . Actualizado a las 12:05 h.

António Calçada de Sá es el director general y vicepresidente de la Fundación Repsol. Hace unos días estuvo en A Coruña para participar en unas jornadas sobre la transición energética.

—¿Qué proyectos maneja la Fundación para fomentar la transición?

—Tenemos una estrategia muy clara para complementar el vínculo de la compañía con la sociedad. Impulsamos un fondo de emprendedores para el asesoramiento de empresas emergentes; un área de difusión del conocimiento, con una red de cátedras en transición energética con las principales universidades en España; una plataforma digital muy inclusiva completamente abierta para enseñanza de energía para centros de primaria y secundaria; un área social de voluntariado donde se involucran de forma directa e indirecta los empleados de Repsol. Además, impulsamos Tenemos Repsol Impacto Social, con una estrategia para la reducción de emisiones, con una actividad muy vinculada a la reforestación de montes; otra de movilidad sostenible para la distribución de paquetería. Otro segmento es el de economía circular, con dos inversiones, una en una empresa de reciclaje de plásticos y envases, que está en Santander; y un acuerdo con una empresa del grupo Ilunion de reciclaje de aparatos eléctricos y electrónicos, que tiene fábricas en León y Madrid; e impulsamos la rehabilitación urbana ecosostenible en entornos vulnerables.

—¿Alguno beneficia a Galicia?

—Todos. Pero tenemos mucho interés en el de reforestación y en el de movilidad sostenible.

—¿Recomendaría la compra de un coche eléctrico?

—Es una decisión privada, la fundación no recomienda que compres el coche A o B.

—Hay un calendario marcado para avanzar en la transición energética, ¿le parece adecuado?

—Es muy mejorable porque la transición energética tenemos que hacerla evaluando bien la velocidad. Para que se haga bien tiene que ser racional e inclusiva y para eso tenemos que mirar la eficiencia. Eso significa comparar el coste con el beneficio que estás buscando y para ello hay que mirar al conjunto de las tecnologías que están disponibles, y ver cuáles pueden ayudar a reducir las emisiones a cinco, diez y treinta años. Digo esto porque todas las tecnologías tienen que ser puestas al servicio del propósito mayor que es reducir las emisiones, pero al mismo tiempo proteger la economía y el empleo, evitar el riesgo de que una transición mal planificada pueda provocar, y provocará seguro, la deslocalización de la industria fuera de Europa y el incremento del paro.

—Entonces considera que va demasiado acelerada.

—Yo creo que más que acelerada tiene que ser acompasada, serena, tienes que pensar qué tienes hoy y, con las tecnologías disponibles, ver qué industrias tienes, cuál es la solución para cada una, planificarla en el tiempo y luego ejecutarla. Esto no puede ser café para todos. Sino mire el precio de la luz, debido al gas y el CO2. De qué nos sorprendemos si estamos metiendo restricciones a la exploración de petróleo y gas. Eso, a qué te lleva, a que suba el precio porque el consumo se incrementa y la oferta se mantiene o desciende. Y el CO2 se encarece porque entró el factor especulativo. Esto puede ser el resultado de una planificación —si le podemos llamar planificación—, que a lo mejor es un poco precipitada. Hay que equilibrar bien las metas a las que queremos llegar y luego pensar qué industria tenemos en Galicia y cómo hacemos la transición de una forma consistente.

—Entonces, los precios desorbitados de la electricidad son culpa de la transición.

—El incremento de los precios de las materias primas a nivel mundial es una realidad y las rupturas de las cadenas de suministro tienen que ver también en algunos aspectos, no solo con los efectos de la pandemia, también con los costes energéticos asociados. No habrá transformación industrial si no hay una transición energética adecuada.

—Repsol tiene una estrategia hacia la transición. ¿Cuál es el futuro de la refinería?

—Repsol fue la primera compañía del sector en comprometerse a ser neutral en carbono en el 2050. Para la refinería hay proyectos muy interesantes en torno a la economía circular y una serie de iniciativas relacionadas con la producción de hidrógeno.

—Pero la refinería acabará cerrando.

—No tengo la bola de cristal, pero personalmente no me lo creo, y no va a ser así porque sabemos hacer la transformación adecuada para que los polos industriales se adapten a unos nuevos propósitos. Al final serán polos industriales multienergéticos de baja o neutra huella de carbono porque la demanda y el mercado van en esa dirección y, por tanto, nosotros también lo haremos. Creo que la ciencia y la tecnología han sabido resolver estos problemas y volverán a hacerlo.

—En el 2040 no se podrán vender coches con motor de combustión, por tanto, no harán falta combustibles ni ecocombustibles.

—Hay que recordar que estamos en el 2021 y que hay un viaje muy largo por delante. Y yo lo que creo es que la tecnología nos pondrá a todos en nuestro lugar. Hablando de movilidad particular vamos a tener un gran componente de híbrido y eléctrico, no tengo ninguna duda, pero qué va a pasar con el transporte de mercancías, el marítimo, y con el aéreo ¿qué hacemos? La movilidad privada es una parte importante de la ecuación, pero no la única. Todo eso, hoy por hoy, tiene una previsión mucho más asegurada de transición si somos capaces de movernos a los combustibles líquidos de bajas o nulas emisiones de CO2. Son viajes de cinco, diez y quince años hasta que las tecnologías hayan demostrado su plena capacidad y lo que tenemos que ser hoy es eficientes e inclusivos. No hay una tecnología, hay varias, y no hay un plazo, hay varios, y un viaje que los distintos sectores tendrán que hacer.