Manuel Nogueira: «Yo compraría, pero creo que lo lógico es que al final alguien nos compre»

Sofía Vázquez
sofía vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

M. MORALEJO

El director general de Alumisel apuesta por seguir creciendo para afrontar la concentración del sector

27 nov 2021 . Actualizado a las 12:48 h.

Su vida empezó a cambiar a los 23-24 años, cuando su padre estaba ya muy enfermo. Tras fallecer este, Manuel Nogueira Martín (Vigo, 17 de agosto de 1968) dejó los estudios en la Universidad de Vigo y se dedicó a la empresa. Hoy es el director general de Alumisel, una compañía que empezó hace cincuenta años siendo una pequeña firma de chatarra y que se ha convertido en referente en el sector de la industria del reciclaje metálico. Cuenta con cinco plantas (O Porriño, Vigo, Ourense, A Coruña y Barcelona), y su facturación superará este año los 100 millones de euros. Los alcanzará después de sufrir un 2020 horribilis por la crisis del covid, con meses tan malos que la llevaron a cerrar el ejercicio con unas ventas de 56 millones.

—En el 2021 tendremos unas ventas récord, aunque lo nuestro es bastante fluctuante porque nos basamos en la Bolsa de metales de Londres. Dependiendo de cómo oscilen las cotizaciones, facturamos más o menos. En cualquier caso, no nos fijamos en las ventas para ver la evolución del negocio, sino en las toneladas que movemos.

—¿Cuántas?

—150.000 toneladas. Por dar una cifra reconocible, estaríamos hablando de mover al año unos 6.000 camiones de 25 toneladas.

—¿De dónde vienen y a dónde van esas miles de toneladas de chatarra?

—Tocamos toda la cadena de suministro. Tenemos almacenes que recogen a los pequeñas sociedades, luego a la industria, y también somos mayoristas; es decir, hacemos recogida en empresas que se dedican también al reciclaje. Reciclamos metal de dos grandes familias: de materiales férricos y no férricos. Estamos especializados sobre todo en estos últimos, principalmente en el aluminio. Recibimos material de recicladores de Portugal, España, Francia, Holanda, Bélgica, estamos empezando con Canadá, de Brasil, y de algún país de Sudamérica.

—Esto ya dejó de ser una ferranchina [risas].

—Nuestro negocio ya es industrial. Compramos componentes con un nivel de impurezas no aceptable para nuestros clientes finales, y los tratamos. En la planta de procesamiento de aluminio (la inversión alcanzó los 10 millones de euros) conseguimos que un material que contenía un 25 % de impurezas alcance la especificación que quiere el cliente. Nuestra competencia no hace este proceso.

—¿Cómo traen el material desde Canadá, por ejemplo?

—En ese caso concreto, en contenedor marítimo. Si procede de Europa, Francia por ejemplo, lo traemos en camión. Ciertos componentes pueden venir vía marítima por Róterdam.

—¿Cómo se inició en este negocio?

—Es familiar. Lo empezó mi padre en 1968. Inicialmente, yo no me iba a dedicar a esto. Mi idea era estudiar Biología o Microbiología. Pero soy hijo único y mi padre falleció muy joven, con 61 años. Desde muy pequeño ya vivía este negocio muy intensamente. Claro, la empresa no es hoy lo que era hace 40 años. Era muy pequeñita y vivías dentro de ella. Imagínate con 7 u 8 años jugando con los hierros por aquí. Llegaba un coche o una máquina y te subías con tu padre y te enseñaba a manejarla. Poco a poco ese contacto me impregnó, me fue gustando y hoy, buscando la evolución de la empresa, disfruto. Mi padre falleció de cáncer. La enfermedad le sobrevino cuando tenía 48-49 años. Tuve cinco años para prepararme. La vida me hizo aprender rápidamente.

—Se definen como uno de los líderes en Europa en recogida de residuos.

—Nos referimos a los procesos que realizamos con el aluminio. Hay empresas más importantes que nosotros en Europa y todas tendemos a especializarnos en algún tipo de metal. Hay un grupo francés, Derichebourg, que mueve muchísimas más toneladas que nosotros, pero le compramos material. ¿Por qué? Porque estamos muy especializados en el aluminio y tenemos un nicho de mercado importante.

—¿Tienen alguna oferta de compra por Alumisel encima de la mesa?

—No

—¿La vendería?

—Sí, si fuese para hacerla mejor. En ese caso, me gustaría quedarme en la empresa resultante. A día de hoy tengo una familia y tengo hijos que me encantaría que siguiesen con el negocio. Otra cosa es lo que ellos quieran. Me alegro que me hagas esta pregunta porque creo que la evolución de este negocio pasa por una concentración. Hay que tener un volumen muy grande para ser competitivos. Yo compraría, pero creo que al final alguien tiene que acabar comprándonos. Es una evolución. Si quieres crecer, si quieres ser importante a la hora de negociar, tienes que pertenecer a un grupo grande. —Resumo lo que me ha dicho: la evolución de Alumisel tiene que ser a través de la concentración con otras empresas. Usted no tiene ningún problema en comprar, pero cree que lo lógico es que les compren.

—Lo lógico es estar dentro de otro grupo mayor.

—¿Qué papel le gustaría tener en ese grupo?

—La gestión de nuestra parcela, de la antigua Alumisel, también participar en el consejo de administración para poder aportar visión de negocio.

—¿En qué período de tiempo se podrían fraguar este tipo de operaciones?

—A corto plazo no. Porque además nosotros estamos diseñando nuevos proyectos que también harán más atractiva nuestra empresa. Tenemos un recorrido todavía de unos cinco o diez años para evolucionar.

—¿Cuáles son esos proyectos?

—Abrir algún centro más en la Península (hacia el centro de España, en el sur), quizá en Portugal, en Francia (para estar más próximos a nuestros proveedores). Tenemos otros proyectos que prefiero reservarme

Al final de la entrevista, al ser preguntado sobre si le gustaría retomar los estudios, confiesa que tiene un Pepito Grillo dentro de su conciencia con este asunto y con el tema de los idiomas, a los que sí les dedica tiempo. «Hubiera sido —concluye— un buen biólogo o microbiólogo. Pero estoy convencido de que este negocio me satisface más que haber estudiado Biología».