El IPC escala hasta el 5,7 % en la comunidad, la tasa más alta desde 1992
12 nov 2021 . Actualizado a las 20:49 h.Vivir se está volviendo imposible. El índice de precios al consumo (IPC), que mide la subida del coste de los bienes y servicios adquiridos por los hogares, cerró octubre en el 5,4 % en tasa anual, su nivel más alto desde septiembre de 1992, según datos hechos públicos este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE). La inflación fue más importante en Galicia, del 5,7 %; de hecho, la comunidad fue la quinta de España donde más se encareció la cesta de la compra.
El coste de la vida encadena así ocho meses consecutivos al alza.
Y todo esto ocurre a las puertas de la Navidad. Los regalos saldrán, más que nunca, por un ojo de la cara.
La culpa de que la inflación esté como está es de la electricidad y de los carburantes de automoción. El coste de darle al interruptor, encender la calefacción, cocinar y llenar el depósito del coche se ha disparado como un cohete. Según datos del INE, el precio de la luz se encareció un 63 %, mientras que el gasoil lo hizo un 30,5 % y la gasolina, un 26,5 %. Dentro del mismo capítulo energético, productos como el butano y el propano se dispararon un 33,4 %; y el gas natural, un 11,3 %.
Además, dentro de la cesta de la compra resalta el incremento de precios experimentado por el aceite de oliva, que subió un 26 %, tanto como la gasolina; y el resto de aceites para alimentación, un 33,6 %, más que el gasoil. Los refrescos se revalorizaron un 10,7 %; la carne de ovino y caprino, un 7,2 %; los alimentos para bebés, un 5,3 %; la pasta y el cuscús, un 7 %; los huevos, un 4,3 %; y el pan, un 2,1 %.
El INE también revela que la tasa de variación interanual de la inflación subyacente (sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) aumentó, en cambio, un 1,4 %, esto es, cuatro puntos por debajo del IPC general. Se trata de la diferencia más alta entre ambas tasas desde el comienzo de la serie, en agosto de 1986.
La energía se lo come todo. Sobre todo, la capacidad de ahorro de los consumidores, que cada vez tienen que rascarse más el bolsillo para comprar los mismo productos y disfrutar de los mismos servicios.
Materias primas por las nubes
La inflación es víctima del encarecimiento general de las cotizaciones internacionales de las materias primas, principalmente del gas natural y del petróleo. La oferta es inferior a la demanda, pero no porque se estén agotando los yacimientos, sino porque los países que los tienen no están incrementando la producción al mismo ritmo que lo hace el consumo. Consecuencias de una pandemia que ha acentuado aún más las diferentes velocidades de recuperación de los estados y también de estrategias geopolíticas de potencias como, por ejemplo, Rusia, que tiene gas, pero no lo suelta para presionar a la Unión Europea.
El precio del gas natural impacta directamente en el de la electricidad —porque el mercado mayorista funciona de un modo que prima a las tecnologías de generación más caras— y el del petróleo, en todo, pero especialmente en los carburantes de automoción.
El Gobierno ha tomado medidas para abaratar la factura eléctrica de los consumidores —como una fuerte reducción de la presión fiscal—. El INE incluso ha puesto números a esa rebaja de impuestos: sin ella, la inflación habría sido siete décimas mayor, del 6,1 %.
La tendencia inflacionista es global. En EE.UU., los precios han subido un 6,2 % en un año, en la zona euro un 4,1 %.
La ministra Ribera pide a las eléctricas que no suban precios a las industrias
La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, pidió este viernes a las empresas eléctricas que no alteren los acuerdos de precios con la industria incluso cuando se puedan producir vencimientos, en un contexto de fuerte inflación impulsada por la carestía de la energía. «Hay un compromiso firme por parte de las grandes empresas eléctricas de no alterar las condiciones en las que venían firmando acuerdos de cobertura, de precio, a la industria. Y es importante que los mantengan», declaró a la prensa desde la cumbre de clima de la ONU en Glasgow.
Por su parte, la CEOE achacó la subida de precios al repunte de las materias primas, especialmente la energía, aunque estimó que esto será una situación «pasajera». La patronal sostiene que el crecimiento más moderado de la inflación subyacente es una muestra de que las empresas están asumiendo «importantes costes de producción que apenas se están trasladando a los precios finales».
Con estos datos, Funcas prevé una tasa de inflación cercana al 5 % hasta final de año, «si el petróleo y la electricidad se estabilizan». Sus cálculos estiman que con el petróleo en torno a 82 dólares y el precio de la electricidad estable hasta la primavera y moderados descensos en el segundo trimestre, la tasa de inflación de diciembre de este año será del 5,1 % y en el 2022 bajará hasta el 0,9 % en diciembre.