Iván Gómez: «Una botella de albariño se prevé que este año suba un 20 % como mínimo»

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

XOAN CARLOS GIL

El director general de HGA Bodegas y Viñedos de Altura cree que después los precios podrían mantenerse si hay suficiente producción

30 oct 2021 . Actualizado a las 18:34 h.

Llega apurado de una comida. En menos de dos minutos, Iván Gómez Veiga (Vigo, 22 de julio de 1978), director general de HGA Bodegas y Viñedos de Altura, hace fácil la conversación. Densa y distendida.

—¿La comida fue con vino?

—¡Nuestras comidas son siempre con vino. ¡Es lo bueno y malo que tiene esto! [Iván Gómez se ríe y va directo a explicar el negocio]. En Rías Baixas tenemos Bodegas Altos de Torona, en Goián (antiguamente Bodegas Tollodouro), y en Ribeira Sacra, la bodega Regina Viarum, con sede en Sober. Es cierto que Pazo de Villarei fue nuestra primera bodega en Rías Baixas. El inmueble lo vendimos hace unos años, y unificamos la producción y marca en Goián.

—En cuanto a los viñedos...

—Altos de Torona se sustenta y se sustentará en dos de los viñedos más grandes de albariño que hay en Rías Baixas. Uno se corresponde con cien hectáreas en la subzona de O Rosal (Tomiño) y otro en Boqueixón (subzona del Ulla) con 30 hectáreas en producción, otras 30 que entrarán el año que viene y que se completarán hasta las cien en los próximos cuatro o cinco años.

—Hablemos de Ribeira Sacra.

—Sí, fue la primera bodega del grupo. Se inauguró hace 22 años, cuando empezamos con este proyecto de HGA Bodegas y Viñedos de Altura, que es la comercializadora del resto del portfolio, donde hay Ribeiro (bajo la marca Rippa Avie), Monterrey (Vecrima), Rioja (En la cuerda floja) y Ribera del Duero y Rueda (con la marca El Ilusionista en ambos casos). Regina Viarum es la bodega más visitada de Galicia a nivel enoturístico. Absorbemos más de 20.000 visitas al año.

—A la velocidad que hablas no te veo como un viticultor. ¿Qué estudiaste?

—Empresariales en Madrid y Vigo. Mi padre [Horacio Gómez] es de Tomiño, en donde tenemos el viñedo que se desarrolló a las faldas de la montaña. Allí jugaba y trabajaba sacando resina.

—¿Es difícil contratar personal para la vendimia?

—Cada vez es más complicado. En Galicia tenemos que cambiar ciertos métodos de trabajo. En los 20-30 días que dura la vendimia, se recogen en torno a los 70 millones de kilos. Solo nosotros, tenemos una demanda de 350 personas. Es mucha mano de obra y no la hay, sobre todo de calidad. Nos vemos obligados a recurrir a empresas de recursos humanos. Reclutamos a extranjeros, estudiantes y gente mayor, que es la que mejor suele trabajar porque es la que más acostumbrada está a hacerlo. Ante esta situación, debemos mecanizar y automatizar estos procesos. Si no lo hacemos, los costes nos comerán más. Si queremos ser competitivos en relación al resto de España (donde ya están automatizados), y del mundo (Argentina, Chile, California...), tenemos que cambiar.

—¿No será una cuestión de dinero?

—Seguro que si pagas más, viene más gente. Pero cuando se abonan entre 60 y 80 euros al día por vendimiar... Quizá sea poco, pero después hay que vender la botella. Los costes de producción (empaquetado, corcho, vidrio, la energía, coste de la uva...) están elevadísimos. No olvidemos que en Galicia se pagan las uvas más caras de España [hace referencia a una información publicada en La Voz por Maruxa Alfonso el 29 de septiembre]. Para la elaboración de vinos jóvenes, sin envejecimiento en barrica y vinos del año puedes pagar 2,50 o 2,30 euros por un kilo de uva, es más del 200 % del precio de muchas uvas de Castilla-La Mancha o de Australia.

—¿Por qué se da esta situación?

—Por el propio coste que tiene trabajar aquí la viticultura. En Castilla le dan dos manos de tratamiento al año, nosotros 15. Aquí necesitamos más personas para trabajar las viñas, y, además hay mucha más demanda de producto que oferta. En Rías Baixas estamos en una encrucijada. Las bodegas se encuentran casi vacías porque vendimos todo el stock. Al tiempo nos encontramos con una de las mayores añadas, pero con unos costes de producción elevadísimos. Así que habrá bastante vino en las bodegas pero a un coste alto; coste en el que también influye que estén viniendo bodegueros de otras zonas de España y extranjeros a comprar uva. El albariño Rías Baixas es uno de los vinos blancos jóvenes más caros que hay en el mundo.

—¿Qué ocurrirá en las bodegas?

—Bajará el volumen de ventas porque nos estamos yendo del rango comercial. La gente posiblemente comience a bascular hacia otros vinos blancos por precio. Lo notaremos a partir del año que viene. Todos los vinos subirán de precio por el encarecimiento de las materias primas pero si a esto le sumas el hecho de que aquí la uva es más cara... En los próximos dos o tres años el blanco Rías Baixas subirá el precio, seguro.

—¿Cuánto lo hará?

—No lo sé, es difícil. A partir del próximo año se prevé que se incremente una media anual de 30 o 40 céntimos como mínimo. Luego puede seguir subiendo, pero lo lógico es que se mantenga si hay producción de uva suficiente. Creo que el albariño -en vinos de perfil medio o medio-bajo- en el retail puede subir entre un 20 y un 30 % por botella.

—El mejor vino del mundo es...

—Pregunta trampa. Es como si me preguntas a qué hijo quiero más. El mejor blanco: albariño de Rías Baixas, aunque empiezo a ver algunas variedades como la caíño blanco que es de las de futuro en Galicia. En tinto tendría que hablarte de Ribeira Sacra y mencía. Pero hay tintos que me gustan mucho como Ribera del Duero, Alto Douro...

—¿Cuál ha sido la botella de vino por la que más has pagado?

—Pues... Cuando voy a un restaurante pido mis vinos; y si no los hay, los de alguna bodega con la que tengamos amistad o relación y me gusten. He pagado botellas de 60 y 100 euros y de 5 y 10 euros. Pero lo cierto es que no suelo pagar botellas excesivamente caras, de más de 40 o 50 euros.

—Casado y con un hijo de 5 años. ¿Quiere que se una a la empresa?

—Eso sería una ilusión. Va a depender de que nosotros hagamos bien nuestro trabajo de formación, de cariño a la empresa. Sería la tercera generación. Ya lo llevo conmigo a las vendimias, disfruta; recoge uva, selecciona y le encanta venir a las bodegas. Aunque no entiende mucho, sí le gusta el mundo del vino. Y eso es importante. Pero hará lo que considere.

—Le gusta el fútbol. ¿Es del Celta?

-Soy del Celta. [Se queda pensando y apunta enseguida y riéndose] Y de todos los equipos de Galicia; no vaya a ser que no me compren.