Del campo al súper, el precio de los alimentos se multiplica por cuatro

Xoán Ramón Alvite Alvite
X. R. Alvite REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

ALBERTO LÓPEZ

El kilo de ciruela se vende a 3,31 euros, pero el productor recibe 36 céntimos

27 sep 2021 . Actualizado a las 09:25 h.

La Ley de la Cadena Alimentaria sigue sin lograr alguno de los objetivos básicos que se perseguían con su puesta en marcha. Esa es, al menos, la opinión del sector productor que se queja de la escasa repercusión que ha tenido su aplicación a la hora de conseguir, por ejemplo, que la formación del precio se realice desde el origen o que exista una mayor transparencia en la fijación de las cotizaciones. Las críticas también apuntan a que el reparto del valor a lo largo de toda la cadena sigue sin ser equitativo, tal y como demuestra el hecho de que las diferencias de precios origen-destino siguen siendo muy elevadas.

Así se desprende del Índice de Precios de Origen y Destino (IPOD), correspondiente al mes de agosto, que se situó en 4,7 para los productos agrícolas y en 3,14 para los ganaderos, ascendiendo el baremo general al 4,40. Dicho de otra manera, los consumidores pagaron durante ese período entre tres y cuatro veces más por los alimentos de lo que recibieron los profesionales del campo que se encargaron de su producción.

Según este barómetro, elaborado por la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (Coag), la mayor revalorización -más de un 800 %- la registró la ciruela, cuya cotización media en los puntos de venta fue de 3,31 euros el kilo, lejos de los 36 céntimos que recibieron los productores. Enorme es también la diferencia registrada por la sandía (pasó de 12 céntimos en el campo a 1,03 euros en el mercado), por el ajo que aumentó su precio un 700 % hasta los 5,7 euros el kilo o por la cebolla y la patata cuyas cotizaciones se dispararon por encima del 600 %, pasando de los 15 céntimos por kilo que recibieron los agricultores a los 1,10 euros que tuvieron que desembolsar los consumidores.

Revalorizaciones de más del 400 % registraron también el melocotón, repollo, melón o nectarina y superiores al 300 % la lechuga, tomate, calabacín y pepino.

Más de un 300 % en la carne

En cuanto a los productos ganaderos, las diferencias más llamativas fueron las de la carne de cerdo (el precio en origen fue de 1,35 euros/kilo y el consumidor lo pagó a 5,97); y la de ternera de primera (el ganadero recibió 3,80 euros/kilo y en destino se situó a 16,02 euros). Cifras que equivalen a incrementos del 342 y 322 %, respectivamente. Menos brecha registran las variedades de pollo, conejo o cordero que, aún así, triplican su precio desde que salen de la granja y llegan al consumidor.

Aceite de oliva y huevos

En el lado opuesto se sitúan alimentos básicos en la cesta de la compra como el aceite de oliva o los huevos, los dos productos que registran unas menores revalorizaciones en el trayecto del campo a las superficies comerciales. El aceite de oliva virgen extra, por ejemplo, apenas se encarece un 25 %, pues los agricultores cobran su kilo a 3,29 euros y su precio medio de venta no supera los 4,10 euros. En cuanto a los huevos -el estudio se centra únicamente en los de categoría M- el aumento es de apenas 40 céntimos sobre el euro al que se paga la docena de media a los avicultores.

Margen del 150 % en la leche

Tampoco la leche de vaca registra variaciones significativas entre el precio que reciben los productores y el que finalmente se refleja en los lineales de los supermercados. Según los datos del IPOP de agosto, la cotización media en origen se situó en 30 céntimos por litro, mientras que en destino ascendió a 75 céntimos. Esto supone una brecha de precios de un 150 %, aparentemente aceptable para los granjeros gallegos, de no ser por el hecho de que buena parte de su producción se envasa como marca blanca o de distribuidor, que se comercializa a precios medios que difícilmente superan los 60 céntimos por litro.

La cesta de la compra se podría encarecer más por los elevados costes de los fertilizantes

China lanzó esta semana otra señal de alerta sobre los problemas que podrían surgir en breve sobre el suministro de alimentos si persisten los actuales precios al alza de la energía. Las vertiginosas subidas están afectando a los costes de producción de fertilizantes químicos, obligando a algunas empresas a reducir la producción e incluso suspenderla. La alta demanda, sumada a una menguante oferta podría disparar los precios finales de los alimentos en los estantes de los supermercados y elevar el IPC.

¿Por qué se ha encarecido el suministro de fertilizantes? Buena parte de los invernaderos y explotaciones utilizan estos abonos en sus producciones, en las que se libera CO2 al ambiente para que las plantas cultivadas crezcan con mayor rapidez. Los agricultores tienen que echar mano de la industria proveedora, que ha visto cómo se disparan los costes de producción en algunos casos a cotas en las que pierden dinero. Este mismo mes el gigante noruego Yara, que suministra un tercio del amoníaco mundial —utilizado en fertilizantes nitrogenados en los cultivos, en la industria textil o automotriz, anunció el recorte de su producción en Europa en un 40 % por culpa de los precios récord que se está anotando el gas en los mercados.

Otras dos plantas en el Reino Unido anunciaron apagones y la crisis podría ir a más, según recoge Bloomberg: los británicos ya temen un desabastecimiento inmediato de dióxido de carbono, utilizado como fertilizante y como producto para la industria cárnica —aturde a los animales— o en la industria de los refrescos y envasados. Otro productor europeo de fertilizantes, Borealis AG, ha reducido su producción.