La burbuja de la vivienda en China: el 20 % del parqué vendido está desocupado

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

ALY SONG

Evergrande puede llevarse por delante un sector que, junto al acero y el cemento, genera el 30 % de la riqueza del país

25 sep 2021 . Actualizado a las 18:32 h.

El precio del metro cuadrado en Pekín alcanzó en agosto los 9.076 euros el m2, más del doble de lo que costaría en una urbe española como Barcelona (3.950 euros) y hasta tres y cuatro veces más que en el centro de ciudades como A Coruña (2.959 euros) y Vigo (2.112 euros). No es una excepción en la región. Shangái le sigue al acecho. Allí el precio del m2 alcanzó los 8.570 euros.

Son cifras que muestran la magnitud de la burbuja inmobiliaria que se gestó en China desde los años 90 y que está a punto de estallar con la posible quiebra del gigante Evergrande, que acumula una cartera de 1,4 millones de viviendas sin terminar y una deuda de 260.000 millones de euros -31.600 vencerán en el primer semestre del 2022-. Con su caída, muchas otras firmas podrían verse arrastradas porque también se han sobreendeudado al calor de la especulación y los altos precios de la vivienda. Para muestra: el 20 % del parqué inmobiliario en ese país está en propiedad, pero sin ocupar y en «urbanizaciones fantasma», según apunta Efe.

El sector, junto a las actividades vinculadas al acero y el cemento, representan el 30 % del PIB del país.

¿Habrá rescate?

«Por una parte, (las autoridades) quieren inculcar disciplina. Por otra, saben que se enfrentan a que otras promotoras se contagien y colapsen», señala la economista jefe de Natixis para Asia-Pacífico, Alicia García Herrero, quien prevé una quita de deuda elevada para los bonistas internacionales de Evergrande.

Dinny McMahon, analista económico de la consultora Trivium China, afirma a Efe que el Gobierno central «no rescatará a Evergrande» pero sí apuesta por una reestructuración liderada por las autoridades locales. Este proceso supondría despedazar la empresa -tiene inversiones en otros sectores-y centrarse en los negocios inmobiliarios, que es donde reside su «verdadero valor económico», para garantizar que los proyectos en marcha sean terminados, algo para lo que sería necesario pasar muchos de ellos a manos de otras promotoras. Mientras tanto, se negociaría con los acreedores para retrasar el vencimiento de los préstamos o, en el caso de los más grandes, ofrecer patrimonio a cambio de la deuda.