Así cotiza la «empatía social» que el Gobierno pide a las eléctricas

j. M. C., c. a. MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

Santi M.Amil

Los grandes fondos valoran criterios verdes, de igualdad, laborales y hasta de compromiso con los lugares donde los grupos generan luz

05 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Puede una empresa energética dejar de producir en algunas de sus centrales para que el precio de la luz no suba tanto como lo ha hecho en las últimas semanas? Es la idea que les lanzaba esta semana la vicepresidenta cuarta, Teresa Ribera, al intentar explicar qué está ocurriendo con el recibo durante el verano. La ministra tiró de un nuevo concepto que ya está en la mente de los grandes fondos internacionales de inversión: la empatía social. Porque este criterio «cotiza en Bolsa —recordaba en el Congreso—. Muchas de estas empresas tienen entre sus accionistas a fondos de inversión que responden por los principios ambiental, social y de gobernanza».

Juan Rivera, director sénior de FTI Consulting, aclara que «lo que realmente cotiza en Bolsa son los criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG), que funcionan también como un indicador a la hora de tomar decisiones de inversión en compañías». Esos son los requisitos que los mercados van incorporando a sus estrategias de inversión para inyectar fondos en compañías como las eléctricas. Así, tienen en cuenta conceptos como el grado de reducción de la huella de carbono en el futuro, las políticas con sus empleados, las acciones de igualdad de género y de diversidad, o las relaciones con los territorios donde las compañías tienen sus negocios, como pueden ser las centrales de producción de luz.

Este último criterio, el del compromiso de una eléctrica con un pueblo donde haya una presa hidroeléctrica, una comarca en la que se haya instalado un parque eólico o una provincia donde haya previsto desarrollar varias plantas solares, es clave en el ámbito de esa «empatía social». «A las empresas se les exige cumplir con un bien social», afirma Darío García, analista de XTB, «pero también deben tener la capacidad de mejorar el entorno social en el que se mueven, contratando empresas de la zona y proveedores cercanos», apunta. Los fondos buscan «que la actividad de una compañía tenga un impacto que les permita la generación de un entorno económico dependiente» de su propio día a día. «La deslocalización cada vez es más importante», destaca García.

Que ganen todos

La pregunta es si los compromisos de una energética con la sostenibilidad, las relaciones laborales, la igualdad o los planes de reactivación en un pueblo implican que sus acciones suban en la Bolsa y que, al final, gane más. El mercado tiene cada vez más clara la respuesta: sí. «Si una empresa es más sostenible, será más productiva y tendrá menos costes», explica Luis Martín, director de Ventas de BMO Global AM.

Pero esa «empatía social» es entendida en las Bolsas no en el extremo en el que la fijó Teresa Ribera para pedir más sensibilidad con la factura eléctrica a la hora de gestionar el agua de los embalses, por ejemplo. «Se trata de que en esos compromisos haya un ‘win-win'», apunta Martín. Es decir, «que todas las partes ganen algo». «Si al final una compañía tiene que sacrificar parte de sus beneficios para ayudar a unas personas, hay otras, como sus accionistas, que también son personas y se ven perjudicados», aclara. Medidas sociales, sí, pero con las que ganen todos.

Los fondos propietarios

En el accionariado de las grandes energéticas españolas se encuentran presentes fondos internacionales procedentes de Estados Unidos, el Reino Unido y otras grandes economías. Lo hacen con participaciones significativas (la CNMV establece esa posición cuando ostentan más de un 5 % de la propiedad) con las que consiguen definir el rumbo social que van a tomar esas corporaciones, con criterios cada vez más exigentes dentro de su estrategia de cara al futuro.

 La incertidumbre regulatoria, el gran riesgo para el sector en Bolsa

La lógica invita a pensar que la escalada de los precios de la luz tendría que beneficiar en Bolsa a las eléctricas. No es el caso. Observando a las grandes del sector, y sin tener en cuenta su dividendo, Iberdrola se deja un 10 % en el año, Endesa un 7 % y REE apenas sube un 2 %, frente al alza de más del 10% del Ibex-35.

El caso de Naturgy debe verse desde una óptica aislada, pues la opa lanzada por el fondo noruego IFM ha revalorizado sus títulos un 15 %. «Lo que puede estar restando interés a estas compañías es la incertidumbre regulatoria», dice Francisco Quintana, de ING. Así lo considera también Ángel Pérez, de Renta 4 Banco, en referencia a los planes para eliminar los denominados beneficios caídos del cielo o propuestas como la de limitar por decreto los precios de la nuclear y de la hidroeléctrica. «Hay inversores que están en las eléctricas por ser un sector seguro, así que si le metes incertidumbre regulatoria, no quiere arriesgar su dinero», añade. Además, podrían verse perjudicada por la subida del precio de algunas materias primas. «Se esperan fuertes inversiones en renovables y, por ejemplo, el silicio supone el 25 % del coste de una planta fotovoltaica, y el acero y el aluminio, hasta un 15 %», con lo que esas inversiones pueden pasar factura en las cuentas de resultados.