El efecto dominó de la luz catapulta la inflación al nivel más alto en casi 10 años

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

ECONOMÍA

JOSE PARDO

El IPC se disparó un 3,3 % interanual tras subir cuatro décimas en agosto

30 ago 2021 . Actualizado a las 20:10 h.

El rali imparable del precio de la electricidad -hoy alcanza otro nuevo máximo histórico diario: 130,5 euros por megavatio hora- va mucho más allá del evidente agujero que la factura de la luz hace en el bolsillo de los consumidores. Este agosto, además de pagar, de media, un recibo el triple de caro que hace un año, los españoles padecerán el efecto dominó que el coste de la energía provoca en la cesta de la compra. Porque, según los datos avanzados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la inflación subió cuatro décimas respecto a julio y ya ha escalado nada menos que un 3,3 % interanual, lo que supone su nivel más alto en casi diez años.

En concreto, para encontrar un IPC más elevado hay que retroceder hasta octubre del 2012, nueve años atrás, mientras que en lo que respecta a la inflación mensual, agosto supuso la vuelta a terreno positivo, después de la caída de ocho décimas que se produjo en julio, como consecuencia de la campaña de rebajas, que redujo los precios de ropa y calzado.

Aunque para conocer el dato definitivo habrá que esperar hasta el 14 de septiembre, el 3,3 % de agosto avanzado por Estadística supone el sexto repunte interanual encadenado por los precios -como muestra el gráfico adjunto-, de la mano de la preocupante volatilidad del coste de la electricidad en el mercado mayorista, a su vez efecto del encarecimiento del gas para los ciclos combinados (la tecnología de producción más cara) y de los derechos de emisión de CO2 (rebasan los 60 euros por tonelada, el nivel más alto de su historia).

En este escenario, los números del INE evidencian que, efectivamente, es la electricidad la que está inflando los precios de la cesta de la compra y poniendo en aprietos a las economías familiares y a muchos pequeños negocios, que se ven abocados a trasladar al cliente dicho encarecimiento energético, que no se espera que afloje al menos hasta el próximo año.

Tal traslado de costes queda patente en el hecho de que el repunte de la inflación subyacente, es decir, la que excluye del cómputo los alimentos no elaborados y los productos energéticos (los más volátiles), es mucho más contenido: en agosto subió una décima, hasta el 0,7 %, lo que contrasta con el 3,3 % de una tasa general que casi lo quintuplica.

En cascada

Aunque habrá que esperar a mediados de mes para conocer en detalle cómo ha sido la evolución de los precios de los diferentes bienes y servicios de consumo habitual de los hogares en el agosto que hoy concluye, el incontrolable rebote de la energía tendrá impacto en la práctica totalidad de ellos: desde la alimentación -encarece el coste de su producción y su distribución- hasta el alquiler, ya que los contratos de arrendamiento se actualizan con el IPC. A ello se suma todo lo relacionado con el turismo y el ocio, en un momento en el que, levantada la mayoría de las restricciones impuestas por la pandemia, la demanda se ha reactivado con una ciudadanía ansiosa por viajar, después de meses de confinamiento y ahorro forzoso.

En lo que respecta al IPC armonizado (el índice que utiliza una cesta común de productos para comparar la evolución de los precios en la Unión Europea), calca los datos del índice general, registrando una variación anual del 3,3 % (cuatro décimas más que el mes anterior) y un incremento mensual también del 0,4 %.

Ahora la clave está en saber si esta escalada de los precios es coyuntural o ha llegado para quedarse, ya que este último escenario obligaría a revisar algunas decisiones políticas importantes, como el mantenimiento de los estímulos y los bajos tipos recientemente aprobado por el BCE.

Más presión para las cuentas públicas por la revalorización de las pensiones

Otra derivada de la espiral inflacionista de los precios es su impacto en las cuentas públicas. Y es que no se puede olvidar que precisamente el primer bloque de la reforma del sistema de pensiones -aprobado hace una semana en el Consejo de Ministros y a punto de iniciar su tramitación parlamentaria- consolida la revalorización anual de las pensiones públicas con el IPC.

Casi 4.900 millones extra

De este modo, de continuar en el nivel actual la inflación hasta final de año, entre la paguilla de febrero del 2022 (la última que recibirán los pensionistas para corregir la desviación de los precios desde el 0,9 % que esperaba el Ejecutivo) y la revalorización del ejercicio, el sobrecoste para el Estado se acercará a los 4.900 millones de euros, según las estimaciones de los expertos.

Se intensifica la exigencia de elevar el salario mínimo frente a la pérdida de poder adquisitivo

El repunte de los precios en agosto refuerza, otro mes más, el argumento de quienes -como los sindicatos o, en el seno del Ejecutivo, la formación morada- reclaman un nuevo aumento del salario mínimo interprofesional (SMI). La mesa de negociación volverá a sentarse este miércoles para debatirlo, pero ayer tanto UGT como CC.OO. volvieron a exigir un alza para que la economía de las familias no se vea mermada por la inflación galopante.

Desde UGT apuntan que si se compara la subida del IPC con la de los salarios por convenio hasta el mes de julio (del 1,54 %), la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores se dispara al 1,76 %, algo que es «incompatible» con una reactivación económica «sana y duradera».

El secretario general de CC.OO., Unai Sordo, por su parte, pidió al Ejecutivo que decrete «inmediatamente» un aumento del SMI -la patronal se opone- con el que paliar la pérdida de poder de compra de los trabajadores.

Desde el Ministerio de Asuntos Económicos, aunque recientemente Nadia Calviño relajó su negativa a una nueva subida del SMI, señalan, sin embargo, que el repunte de precios es «temporal», aunque siguen su evolución «con mucha atención».