Manuel Domínguez Piñeiro: «Estamos montando en Sanxenxo baterías capaces de arrancar un Boeing»

ECONOMÍA

Ramón Leiro

Con la canadiense Enercraft, el grupo de Sanxenxo Hedomin proyecta acumuladores de energía solar

29 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Además del día a día más «corriente» (construcción de grandes complejos fotovoltaicos en lugares del mundo impensables), entre manos tienen el ensamblaje en Sanxenxo de baterías que permiten arrancar motores de grandes aviones, y, por lo tanto, serán capaces de dar energía a los coches, al sector residencial y a pymes. Manuel Domínguez Piñeiro es el presidente del grupo Hedomin —acrónimo de Hermanos Domínguez— y es el mediano de la saga familiar integrada por José Carlos (el mayor) y Rafael (el pequeño). Estos dos son consejeros delegados, y los tres se rotan la presidencia cada cinco años. Asegura Manuel Domínguez que todas las decisiones se toman por consenso: «Todo pasa por explicar, explicar y razonar».

—Nosotros somos la segunda generación de una empresa familiar, cuyos orígenes se remontan a 1966. La impulsó mi padre, que nos dejó como herencia el prestigio del saber hacer. En 1986 montamos Instalaciones Eléctricas de Sanxenxo (Inelsa). Fuimos creciendo y en 1999 nos metimos en el mundo de las energías renovables. Fuimos pioneros en el sector fotovoltaico en el noroeste de España, de tal manera que nos convertimos en referencia. Comenzamos a operar en España y en el resto del mundo de la mano de grandes compañías y fondos de inversión. Tenemos presencia en Chile, Panamá, México, Marruecos, Argentina y el Reino Unido. Hemos trabajado también en Dubái, Kuwait, Emiratos Árabes, Honduras... 35 países. En estos últimos dos años estuvimos en 15.

—¿Cómo se hace eso de Sanxenxo al mundo?

—Haciendo el trabajo bien. En el mundo hay seis ingenierías globales punteras, y nos llaman. Son proyectos muy costosos que se tienen que hacer bien y en poco tiempo (de tres a seis meses). Hacemos el trabajo bien, a la primera.

—En este proceso, curiosamente, también les ayudó la crisis, que los impulsó a salir de España.

—Sí, hasta el año pasado, el 80 % de la facturación venía del exterior. Ahora estamos en un 50-50 y en el 2021 será un 60 % nacional y 40 % internacional.

—¿Dónde quieren posicionarse?

—Hemos trabajado en países con mano de obra muy barata... Decididamente, hay que entrar en innovación. Pero, en paralelo, te diré: el prestigio de Inelsa se basa en el personal que tiene la compañía. En Chile y México fuimos pioneros con fotovoltaica. En el 2013 nos llevó allí una empresa americana. Mandamos un ingeniero nuestro, luego contactamos con personal del país. Nos dimos cuenta de que no trabajaban como nosotros, eran de otro perfil y tuvimos que llevarnos trabajadores de aquí. El 95 % del personal de nuestras obras en el exterior es de Galicia.

—¿Son difíciles esos traslados?

—Hay personas a las que les cuesta dejar la familia durante mes y medio o dos meses. Se les abonan todos los gastos (hoteles, dietas, días libres). La gente gana dinero, pero para la compañía son más económicos esos traslados que contratar a gente local. Los gallegos son los mejores trabajadores del mundo. Hoy en día, las distancias se miden en tiempo, no en kilómetros. En seis horas estamos en Madrid en coche, y en prácticamente las mismas seis horas estamos en el Caribe o en Dubái. Hoy en Chile trabajan diez chilenos, que ya prácticamente hablan gallego.

—Respecto a la plantilla...

—Tenemos entre 25 y 30 ingenieros y unos 10 economistas. Somos 96, a los que se suman eventuales. En ocasiones entre 130 y 160. Tenemos obras grandes que absorben 40 o 60 personas.

—Les resultará complicado localizar a tanto personal eventual.

—Tenemos un «fondo de armario». Hemos tenido la suerte de que en el 2011 conseguimos personas para trabajar fuera, que siguen operando con nosotros prácticamente todo el año. Ese «fondo de armario» lo vamos rescatando.

—Ustedes han diseñado el robot de soldadura, robot rozador, fachadas térmicas. ¡Mucha I+D!

—Colaboramos con la Universidad de Vigo. Ahora también estamos diseñando proyectos nuevos de energía, que sacaremos pronto al mercado. Ya los estamos testando en nuestras plantas.

—¿Qué proyectos son?

—Una especie de «caja mágica». En ella acumulamos energía a través de la solar, que no es gestionable. A veces, cuando hay mucho sol sobra energía. El sol es el astro rey. Nos entra por la puerta y por la ventana todos los días. Tenemos que aprovecharlo. Queremos desviar la curva de carga [representa cómo la instalación consumidora hace uso de los equipos eléctricos]. Y aún falta desarrollar la acumulación. Todo pasa por el coche eléctrico. Asociados con Enercraft, una compañía con sedes en Canadá y Argentina, proyectamos baterías para acumular energía solar.

—Como si fuese una pila.

—Sí, una pila inteligente que estará programada para adaptarse al consumo de cada persona. También trabajamos en electromovilidad, en el cargador de coches...

—¿Electromovilidad?

—Sí. Nos estamos introduciendo en empresas públicas y privadas, y en organismos oficiales. Cuando el coche eléctrico se implante de manera definitiva no habrá energía suficiente para abastecerlo y será necesario acumularla. Por eso estamos montando tejados solares en empresas e intentando acumular esa energía. Queremos ofrecer nuestro propio cargador y hacernos cargo de su gestión. Ya los estamos instalando. Como esos cargadores consumen mucha energía, también estamos preparando sus acumuladores (baterías). Hacemos el cargador aquí, en Sanxenxo. Las celdas de las baterías las estamos comprando en el extranjero, pero las ensamblamos en Galicia. Estamos haciendo baterías made in Galicia, y poniendo a Galicia en el mundo desde Sanxenxo.

—¿Todo con Enercraft?

—Sí, a través de un convenio de colaboración. Uno de los socios es Alberto Jurjo, gallego de Cambados. En el polígono de Nantes tenemos nuestra nave, donde ensamblamos esas baterías. Queremos probarlas antes de comercializarlas, que calculamos será a principios de año. Pero te cuento más: Enercraft ya está montando en Galicia baterías de arranque para grandes aviones —tipo Boeing— y las distribuye para Europa y Asia. Los motores de estos aparatos son muy grandes, y se arrancan en tierra con este tipo de baterías. Y esas baterías las está haciendo Enercraft-Inelsa en el polígono de Nantes, para aviones, coches, pymes y hogares.