Vivienda, gas y electricidad se disparan a niveles nunca vistos en los últimos 20 años

Cristina Porteiro
c. porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Santi M. Amil

Las empresas asumen el coste de la subida del IPC a la espera de que la economía se estabilice

30 ago 2021 . Actualizado a las 11:10 h.

El coste de llenar el carro de la compra y disfrutar del ocio, en la medida en que lo permiten las restricciones, no ha sufrido grandes cambios en Galicia en los últimos meses, y, sin embargo, desde marzo pasado, a los gallegos les cuesta mucho más llegar a final de mes. El índice de precios de consumo (IPC) se ha disparado, pasando de un crecimiento anual nulo en febrero a un 2,7 % en cuestión de 60 días (un 2,2 % en el resto de España).

La comunidad ya es la cuarta de todo el país donde más aumentaron los precios desde el inicio de la pandemia (3 %). Y la culpa no la tienen ni la ropa ni la alimentación o las facturas del teléfono, sino el transporte (8 % anual) y la vivienda y la energía, que se han disparado hasta encarecerse un 11,8 % anual el pasado mes de abril. Se trata de la mayor subida de los últimos 20 años en Galicia.

 

La inflación, una «ilusión»

«Estamos viendo un espejismo, una ilusión, con empresas con una economía edulcorada con las ayudas. Trabajadores que estarían en paro, hoy están en ERTE», señala el profesor y economista de OBS Business School, Albert Givernau, quien cree que habrá que esperar hasta el final del verano para ver qué tendencia real seguirán los precios. Todo dependerá del ritmo de recuperación del turismo, de cómo se logre contener el desempleo y de que se cumplan las optimistas expectativas del Gobierno. Hasta entonces, los ciudadanos seguirán perdiendo poder adquisitivo: «Al tener un nivel de paro tan elevado no hay incentivos para que las empresas suban salarios. Este es el gran drama, que los salarios no suban tanto como suben los precios», sostiene.

¿Cómo es posible que los precios prohibitivos del transporte, la vivienda y la energía no hayan repercutido todavía en la cesta de la compra? Al fin y al cabo, cuando se encarecen los costes laborales o de producción, el impacto acaba trasladándose a la etiqueta final de venta. Pero esa ecuación no se está cumpliendo por ahora. El crecimiento del precio de los alimentos ha sufrido un frenazo desde su pico de abril del 2020 (4,1 %) hasta el 0,6 % anual al cierre de abril de este año. El calzado y la ropa despidieron el mes encareciéndose apenas un 1,2 %. El precio de las comunicaciones sigue hundido, con una caída anual del 4,6 %, en niveles de la anterior crisis. El precio de los servicios en bares y restaurantes también se ha desinflado hasta tocar suelo, en niveles de crecimiento (0,3 %) que no se veían desde el 2002, a pesar del levantamiento progresivo de las restricciones y la mayor afluencia de los últimos dos meses.

¿Qué está pasando? Givernau apunta que las empresas están alimentando esa «ilusión» de recuperación: «En estos momentos prefieren asumir el coste del aumento de la energía y del transporte para abaratar el resto de los productos, pero a largo plazo es fácil que, si la situación económica se estabiliza, empiecen a repercutir estos aumentos en los productos finales que adquieren los consumidores», alerta.

En cualquier caso, los expertos creen que no moverán ficha hasta septiembre u octubre, cuando puedan hacer balance de la campaña estival y se empiece a atisbar el impacto estructural de la pandemia en la economía con la retirada progresiva de las ayudas públicas y moratorias. Solo entonces los precios de la cesta de la compra empezarán a moverse. Givernau no tiene claro que sea al alza. Entre otras cosas, porque cree que «la recuperación pinta mal» y se está generando «cierto optimismo con los fondos europeos, que podría generar cierta frustración, deprimiendo la economía».

Sea o no una ilusión, lo cierto es que las familias, ahorradores y fondos de inversión ya están sufriendo en sus bolsillos esta subida estelar del IPC.

Pérdida de rentabilidad

Cuando suben los precios, nuestro dinero vale menos, nos cuesta más esfuerzo hacer la compra. Y eso también está afectando a quienes han metido parte de sus ahorros en fondos de pensiones o de inversión. Aunque hay algunos que han blindado sus rendimientos frente a la inflación, la gran mayoría están perdiendo rentabilidad. Y eso puede tener un efecto colateral en el IPC: nuevas subidas. Al perder valor de forma progresiva, la gente estará dispuesta a gastar con más rapidez porque dentro de dos meses su dinero valdrá menos. Eso podría empujar al alza la inflación.

Demanda embalsada

A la luna de miel que vivirá la economía en los próximos meses se suma la salida progresiva de la demanda embalsada durante el 2020. El ahorro de los gallegos entra en un período de deshielo, pero no se prevé que ese goteo, que «durará años», según Givernau, añada presión sobre los precios de venta. «El ahorro, que en las crisis se dobla, tarda muchos años en liberarse. Se habla de una subida del PIB potente el año que viene, pero no recuperamos el nivel del 2019. Tardaremos entre 14 y 15 años en recuperar el PIB nominal de antes de la pandemia», explica.

El alquiler en Galicia podría subir por encima de los umbrales del año 2008

Además del impacto directo sobre las facturas que pagan los gallegos a final de mes, el alza artificial del IPC (el subyacente -eliminando el componente energético- cayó al 0 %-) tiene otras consecuencias inesperadas, como el encarecimiento de los contratos de alquiler. La gran mayoría se actualizan cada año en función de la variación anual de este índice. No hay ninguna norma que obligue a hacerlo en el mes de enero. Los inquilinos que estén pendientes de renovar el contrato en el mes de junio, por ejemplo, podrían recibir el aviso de sus caseros en los próximos días para actualizar el precio con el último IPC disponible (el de abril). En ese caso, el alquiler se les encarecerá un 2,7 %. Así, quien tenga que renovar el contrato de un piso de unos 88 m2 por 550 euros al mes en junio, podría recibir una notificación este mes se su casero pidiendo 564,85 euros.

En máximos

Un incremento que se sumará a los seis meses consecutivos de alza de precios en Galicia, según el portal inmobiliario Idealista, y la subida acumulada del 34 % en los últimos cinco años, según Fotocasa, con Pontevedra y A Coruña a la cabeza. El metro cuadrado en alquiler en la comunidad está en los 7,3 euros, un umbral que no veía desde el 2008 y que podría ir a más en los próximos meses, a medida que se asiente la recuperación.