La energía quema los bolsillos

f. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

JOSE PARDO

El encarecimiento de los derechos de emisión de CO2, del gas natural y del petróleo arrastra a los precios de la electricidad y de los carburantes

25 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La energía está que arde. Chiste fácil que resume bien lo que está ocurriendo con los precios de los principales combustibles sin los que la vida parece no tener sentido: los carburantes de automoción y la electricidad, los grandes culpables del engorde del IPC. Las causas principales son el alza de las cotizaciones del petróleo, del gas natural y del CO2.

El petróleo

Se olvida del covid. El barril de petróleo brent, el de referencia en Europa, parece haberse olvidado de la pandemia, pues estos días anda en el entorno de los 68 dólares, un nivel similar al que anotaba antes del estallido de la crisis desatada por el coronavirus. La evolución se ha traslado plenamente a los carburantes de automoción. Así, la gasolina se vende en España a un precio medio de 1,35 euros el litro, inédito desde mayo del 2019; mientras que el gasoil se cotiza a 1,208 euros el litro, como en febrero del 2020. Emilio González, profesor de Economía en la Universidad de Comillas, explica que los precios están así de elevados no porque se haya recuperado plenamente el consumo, sino porque los productores de petróleo mantienen a raya la oferta para que las cotizaciones se recuperen y asegurarse así la rentabilidad, después del susto de hace un año, cuando la crisis del coronavirus cogió a todo el mundo con el pie cambiado y dejó a empresas por el camino. González explica que, además, fruto de la transición hacia la descarbonización de la economía, las compañías petroleras están dejando de invertir en el negocio. Todo esto ha provocado que la capacidad de producción no se haya recuperado. «La apuesta por las renovables está saliendo cara», resume el experto. 

La electricidad

Por el CO2 y el gas natural. El que contamina, paga. Las centrales que emiten dióxido de carbono a la atmósfera deben rascarse el bolsillo para hacerlo. Y cada vez más. Pero ocurre así a propósito. Para forzarlas a reducir emisiones o a que acaben cerrando. Ha pasado ya con buena parte del parque de centrales de carbón, para las que producir electricidad dejó de ser rentable. ¿Por qué? Porque los derechos de emisión de CO2 que deben comprar en el mercado europeo para compensar de algún modo por lo que contaminan han duplicado su precio. La tonelada de dióxido de carbono supera los 50 euros, cuando en el 2020 cerró a una media de 25. ¿Por qué? Porque la Comisión Europea ha retirado del mercado derechos de emisión (hay menos cotizando) para que suba el precio y también por «la entrada de capital especulativo», apuntan los expertos del grupo ASE. Por tanto, producir electricidad es más caro. Esto ha afectado de lleno a las centrales de ciclo combinado (con gas natural). En abril, el precio en el mercado mayorista cerró en unos históricos 65 euros el megavatio hora, cuando en el 2020 no llegó a 40. Si no existiesen los derechos de emisión o los ciclos combinados no tuvieran que pagarlos, el precio habría sido de 52 euros, según estimaciones del sector. De nada vale que las renovables no necesiten comprar CO2 (no lo emiten) porque los ciclos combinados marcan el precio final, ya que todas las tecnologías cobran el coste de la oferta más cara (la de las centrales de gas, en este caso), necesaria para cubrir toda la demanda. Así que las energías limpias cobran por las emisiones, pero no las pagan, destacan desde el sector. Otro factor importante que ha disparado los costes de producción de los ciclos combinados es el precio del gas natural. La cotización en el principal mercado en Europa, el TTF holandés, ha subido un 400 % en el último año por el crecimiento de la demanda, sobre todo en los países asiáticos, y la contracción de la oferta, detalla el grupo ASE. 

El transporte marítimo, por las nubes por la fusión de navieras y la escasez de contenedores

Los precios del transporte son los segundos que más se han encarecido en Galicia. Un 4,3 % y un 8 % anuales en los meses de marzo y abril. La foto es la misma en el conjunto de España, donde han crecido un 3,8 % y un 7,4 %. Se trata de un ajuste lógico, teniendo en cuenta que en esos mismos meses del 2020 ya se había declarado el estado de alarma, precipitando el desplome de los precios que ahora se recuperan.

Pero, ¿qué hay detrás de este repunte tan acusado? Además de la propia recuperación y reanudación de la actividad, que empuja los precios de la energía al alza, encareciendo el transporte, también hay otras causas.

Contenedores

De 2.500 a más de 8.200 euros. Es el salto con pértiga que han dado las cifras que se pagan por un contenedor. China, donde se ubican las 60 empresas que los fabrican, sufrió tres meses de apagón. Se dejaron de producir y de dar el relevo a los que se iban desguazando, provocando una enorme escasez, que se agravó con el atasco del buque Ever Given en el Canal de Suez, cuyos efectos todavía arrastra el sector. «Si el valor de la mercancía es mayor, puede reducirse el impacto, pero si es de menos valor añadido, tiene incidencia más directa en los costes de transporte», explica el delegado de Noatum en Galicia y profesor de Transporte Marítimo en la USC, Daniel Taboada. Así, un contenedor con 200.000 componentes para automóviles apenas lo nota, pero si ese mismo contenedor transporta ropa, la factura final aumenta más.

Fusión de navieras

Otro de los factores que ha disparado los precios, asegura Taboada, es el proceso de fusión empresarial en el sector: «Al igual que en la banca y con las aerolíneas, hubo un proceso de concentración en los últimos diez años. De las 21 o 24 navieras que había antes navegando con regularidad, pueden quedar como principales unas 10. Y las cinco primeras manejan el 70 % del mercado, así que las opciones se reducen a tres o cuatro». Han pasado de la guerra de fletes y perder dinero a fusionarse y enriquecerse. Antes se podía negociar el precio de un contenedor, hoy «salvo que seas una empresa grande», no hay rebaja posible.

¿Seguirán los precios por las nubes o se relajarán en los próximos meses? Taboada cree que no subirán, habrá un «ajuste a seis meses». Será un descenso gradual y tímido porque tampoco hay alternativas a la fabricación china de contenedores. Menos ahora, con el precio del hierro y el acero disparado.