Las potencias de la UE exigen premura para desembolsar las ayudas europeas

Cristina Porteiro
C. Porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

ERIC VIDAL

España, Alemania, Francia e Italia se comprometen a cumplir los ambiciosos plazos para las inversiones y las reformas de sus economías

28 abr 2021 . Actualizado a las 09:47 h.

«Es una buena noticia que estemos los cuatro juntos. Es un fuerte símbolo de unidad europea». Así arrancaba esta mañana la comparecencia conjunta de los ministros de Economía y Finanzas de las cuatro grandes potencias europeas. Alemania, Francia, Italia y España no solo se han comprometido a cumplir con los ambiciosos plazos fijados para las inversiones y las reformas de sus países en la que será la mayor reconversión económica de las últimas décadas, también han pedido de la mano al resto de socios que aceleren el trabajo para poder desembolsar cuanto antes las ayudas europeas del fondo Next Generation EU (750.000 millones de euros): «Juntos, con Francia, Italia y España, llamamos a todos los países a remitir sus planes y ratificar la decisión de recursos propios lo antes posible y trabajar duro para aplicar rápido los planes de reformas e inversiones», deslizó esta mañana el ministro de Finanzas alemán, Olaf Scholz. Berlín enviará hoy mismo a Bruselas sus planes nacionales con la esperanza de poder acceder a los primeros 28.805 millones de euros asignados en subvenciones. 

Francia tiene los ojos puestos en los alrededor de 38.000 millones de euros a fondo perdido que podrá inyectar a su tejido productivo. «Esperamos un mayor crecimiento, prosperidad y empleo. Es un estímulo significativo. El objetivo es fortalecer la innovación en toda Europa para ser más independientes y soberanos», reivindicó el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, quien expresó su deseo de que el Consejo pueda aprobar en julio, como muy tarde, los planes para que «antes de que termine el verano, empiece a fluir el dinero». 

Italia será el país más beneficiado por las ayudas del fondo. Hasta el país mediterráneo se destinarán 209.000 millones de euros en subvenciones y préstamos. Su ministro de Economía, Daniele Franco, celebró el «momento crucial de integración europea» que supone esta nueva etapa pospandémica con la reconversión que ya se atisba en el horizonte. Entre los objetivos del Ejecutivo italiano está «la reparación económica y social del daños provocado por la pandemia», lograr una mayor dinámica y avance tecnológico de las economías, el lanzamiento de una transición verde y reparar las disparidades regionales, que se han agrandado durante esta crisis. Por eso casi el 50 % de los fondos europeos asignados a Italia se invertirán en las regiones del sur, las menos desarrolladas. Al igual que le ocurre a España, Franco admitió que su país deberá acometer «ambiciosas reformas estructurales» largamente aplazadas en la Administración pública, el capital humano, la Justicia y la contratación pública. 

El último turno de palabra fue para la ministra española de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño. La vicepresidenta segunda del Gobierno ensalzó la posibilidad histórica que se abre en la UE de «invertir juntos en un futuro compartido». Y es que nunca antes se había acordado un ejercicio de financiación comunitaria del calibre del Next Generation EU. La Comisión Europea sigue pendiente de la ratificación de todo el procedimiento en los países europeos más rezagados. Sin ese aval, no puede salir a los mercados a financiar el fondo. A pesar de la urgencia, Calviño puso énfasis en el compromiso de España con las reformas estructurales. Unas reformas de las que todavía se desconocen los detalles, la letra pequeña y el calendario exacto de «hitos» que ha fijado Bruselas como condición para ir desembolsado los fondos (los 72.000 millones de euros iniciales que se corresponden con las ayudas a fondo perdido del sobre de 140.000 millones). Aunque el Ejecutivo español esperaba dejar lista la reforma laboral antes de final de año, otras cuestiones igual de peliagudas como la reforma fiscal podrían esperar hasta bien entrado el 2022 y solo se abordarían una vez que la recuperación se haya afianzado. Lo mismo ocurre con los planes de disciplina fiscal, hasta ahora aparcados por la severidad de los daños que ha ocasionado la pandemia sobre las finanzas públicas. Calviño expresó su deseo de poder empezar a recibir las ayudas en la segunda mitad del año, aunque el Gobierno aseguró esta semana que anticiparán el dinero que haga falta de los 27.000 millones de euros comprometidos para el 2021 en los Presupuestos Generales del Estado

Para acelerar el proceso será clave el trabajo de la Comisión Europea, que tendrá dos meses para estudiar a fondo todos los detalles de los planes nacionales, no solo en torno a las inversiones y reformas, también pasará su lupa sobre los esquemas de gestión y vigilancia de las ayudas para tener garantías de que el dinero no se malversará. Bruselas cree que es muy poco tiempo para poder acometer este ingente trabajo (analizar 27 planes nacionales en solo 60 días), así que es muy probable que haya retrasos adicionales. El próximo viernes 30 de abril expira el plazo concedido por el Ejecutivo comunitario para remitir dichos planes.