Amazon admite que algunos de sus trabajadores se ven obligados a orinar en botellas

La Voz REDACCIÓN / AGENCIAS

ECONOMÍA

CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICH

La compañía lo atribuye al tráfico aunque los repartidores denuncian jornadas laborales frenéticas

05 abr 2021 . Actualizado a las 18:25 h.

Amazon vuelve al centro de la polémica. Después del revuelo que generaron las acusaciones de espionaje y de presiones para desmantelar cualquier intento de organización sindical en Estados Unidos y España, la compañía se enfrenta ahora a otro escándalo tras admitir que algunos de sus trabajadores se ven obligados orinar en botellas a lo largo de la jornada laboral

La firma comandada por el multimillonario Jeff Bezos, tuvo que reconocer los hechos después de que el congresista estadounidense, Mark Pocan (demócrata), denunciase en un tuit esta situación que afecta a los repartidores de la empresa: «Pagar a los trabajadores 15 dólares por hora no lo convierte en un lugar de trabajo progresista cuando se destruye un sindicato y se hace que los trabajadores orinen en botellas de agua», deslizó en marzo. 

La multinacional, rectificó, sí, pero lo hizo echando mano de excusas: «Sabemos -indicó el gigante de ventas por Internet- que los conductores pueden tener problemas para encontrar baños debido al tráfico o, a veces, a las rutas rurales, y este ha sido especialmente el caso durante la covid, cuando se han cerrado muchos baños públicos», alega la compañía en una nota recogida por Efe. Al mismo tiempo tratan de explicar que no es un problema exclusivo de Amazon: «Es un problema que viene de largo y que afecta a toda la industria, no es específico de Amazon»

Inicialmente Amazon negó la mayor y ridiculizó al congresista por creer los rumores. Pero finalmente tuvo que pedir disculpas porque solo habían tenido en cuenta a los empleados de oficina, se habían olvidado de «nuestra gran población de conductores», explicaron. La empresa reconoció que no sabe cómo, pero buscará soluciones. Mientras tanto, se multiplican los testimonios de repartidores que se quejan por las jornadas laborales frenéticas que tienen que hacer para no dejar sin entregar los paquetes. Eso hace que asuman condiciones laborales muy precarias como es renunciar a un descanso para poder atender necesidades fisiológicas. 

La compañía con sede en Seattle está inmersa en una dura batalla para tratar de desarticular los intentos de sus trabajadores de organizarse por primera vez en un sindicato en Estados Unidos, donde su plantilla agrupa a unos 800.000 trabajadores.