El colchón para rescatar bancos en la eurozona podría ser «insuficiente»

Cristina Porteiro
C. Porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

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El Tribunal de Cuentas Europeo insta a tomar medidas para evitar que los contribuyentes asuman de nuevo la factura

14 ene 2021 . Actualizado a las 17:16 h.

La pandemia ha dejado un reguero de víctimas tras de sí, además de pérdidas multimillonarias sin parangón en la historia reciente. Para ejemplo, España. Según los datos del Banco de España del mes de diciembre, hasta el 19 % de las empresas podría encontrarse en situación de quiebra técnica. 

La cifra debería preocupar a muchos: propietarios, empleados y, también, a los bancos. Ellos son los que han extendido créditos a los mismos negocios que podrían verse abocados a la suspensión de pagos en los próximos meses, provocando importantes pérdidas y agujeros en sus balances. 

Aunque no se sabe a ciencia cierta el impacto que tendrá la crisis sobre el sistema financiero, que notará los temblores con algo de retraso, el Banco Central Europeo (BCE) ya ha llamado a los bancos a pertrecharse y aumentar sus reservas ante la oleada de impagos y créditos dudosos que se avecina. Esas pérdidas podrían poner contra las cuerdas a algunos bancos sistémicos de la eurozona. ¿Qué ocurre si uno de ellos amenaza con caer? Entraría en juego el denominado Mecanismo Único de Resolución (SRM), un sistema que permite liquidar bancos sin recurrir, al menos sobre el papel, a los costosos rescates a cargo de los ciudadanos.

El problema es que este mecanismo arrastra importantes deficiencias, tanto en su funcionamiento como en su dotación, según un informe publicado hoy por el Tribunal de Cuentas Europeo. Sus auditores creen que, en caso de crisis financiera, el colchón de dinero de este mecanismo (65.000-75.000 millones de euros) podría ser insuficiente para evitar quiebras que al final acabarían por asumir los Estados. «Los expertos denuncian que las provisiones podrían ser insuficientes para cubrir las necesidades en la resolución, en particular en lo que se refiere a la posición de liquidez [...] Sigue siendo un asunto que preocupa y puede restringir las opciones para liquidar un banco de la manera más eficiente», reza el documento. Para hacerse una idea de lo pequeño que es este cortafuegos basta con repasar el coste que tuvo el rescate del Hypo Real Estate en el 2008. Alemania tuvo que inyectarle nada menos que 145.000 millones de euros. «Todo el mundo está de acuerdo en que la cifra para lidiar con grandes bancos fallidos no será suficiente», admitieron hoy los auditores, quienes recordaron que todavía no está habilitada la tercera pata de la Unión Bancaria: la garantía europea de depósitos. «Nuestra preocupación es que no se traslade la carga a los contribuyentes si hay problemas en el sistema financiero. El método y los recursos del Mecanismo deben ser reconsiderados», recomendaron.

Y no solo en la parte financiera los deberes están a medio hacer o mal hechos. El Tribunal de Cuentas también detecta multitud de deficiencias en la elaboración de los planes para la liquidación de bancos (como le ocurrió al Popular). Y es que, en caso de intervención, los marcos aún no están claros. No hay unos parámetros predefinidos para decidir cuándo entran en juego los marcos de insolvencia nacionales (a cargo del Estado) o el marco de resolución (a cargo del organismo panaeuropeo que es la Junta Única de Resolución, JUR). Ni siquiera tienen claro cuándo hay que activar medidas de intervención temprana o cuándo declarar que un banco está quebrado o es probable que quiebre y cómo ponderar el «interés público» en la resolución de una entidad. El Tribunal de Cuentas llega a recordar la importancia esencial de contar con «informes de evaluación apropiados» a la hora de liquidar un banco porque, de lo contrario, pueden impulsar a accionistas, acreedores y tenedores de deuda a «establecer demandas y pedir indemnizaciones», como ocurrió con la polémica resolución de extinto Banco Popular. 

Oscurantismo

Entre toda la marejada de deficiencias detectadas, entre las que se señala el grado de discrecionalidad y oscurantismo a la hora de diseñar los planes de resolución, el organismo también pone el dedo en la llaga: en su resistencia a dar información. Obstruyeron el acceso del Tribunal de Cuentas a ciertos informes confidenciales y se negaron a revelar a qué bancos pertenecía cada plan de resolución, a fin de evaluar (contrastando con los datos del Banco Central Europeo) si la actuación fue adecuada. Dichos planes no ofrecen explicaciones sobre el impacto de la resolución en accionistas, clientes, empleados. No se aportan pruebas que sustenten que una estrategia de resolución se podría aplicar en tiempo y de manera efectiva. Y tampoco incluyen estimaciones de la financiación que sería necesaria para la estrategia de liquidación planteada. 

Y así están las cosas en la Unión Bancaria -incompleta- tras casi doce meses de la que ya ha sido declarada la peor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial.