Los países de la UE optan por subidas del salario mínimo más modestas que en España

Cristina Porteiro
c. porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Eduardo Sanz

Las caídas del PIB, la productividad y el IPC desaconsejan grandes cambios

24 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El 2020 no ha sido un año fácil para nadie. Ni trabajadores, ni empresarios. Los primeros han visto interrumpida su actividad y los segundos han tenido que amortiguar con mayor o menor suerte las pérdidas ocasionadas por la pandemia. El saldo del año es para olvidar. El producto interior bruto (PIB) se desplomará un 11,1 %, según el Banco de España, la productividad acumula una caída del 3,4 % interanual y el índice de precios al consumo (IPC) entrará en terreno negativo (-0,5 %). Son tres indicadores que desaconsejarían grandes piruetas en el terreno laboral, al menos de momento, pero sindicatos y una parte del Ejecutivo español insisten en que hay margen para subir hasta en un 5 % el salario mínimo interprofesional (SMI), que creció un 45 % en la última década. Se trataría de llevar la base mínima a los 1.000 euros, de los 950 euros vigentes desde enero del 2020.

El economista de Fedea, Ángel de la Fuente, cuestiona su idoneidad: «No sería partidario. Ha subido mucho en los últimos años y el momento no es apropiado. Las empresas están muy apuradas. Una subida adicional no la veo», sostiene. Y apunta las razones. La productividad en España no es tan alta como la de Alemania o los Países Bajos -que ya han aprobado aumentos del SMI en el 2021- y su salario mínimo no parte de un umbral tan paupérrimo como el de los países del este (en Bulgaria apenas llegan a los 311 euros). En otras palabras: si la productividad y los precios no justifican la subida, el Gobierno debería abstenerse. Más si cabe en un escenario de grandes pérdidas empresariales. «Si nos empeñamos en poner un nivel de SMI sueco o alemán lo único que conseguiríamos es aumentar el desempleo porque hay mucha gente que no produce lo suficiente como para que le paguen ese dinero y no los contratarán. Hay que acompasar las dos cosas». Esa es la clave, pero ¿dan los números en España? «Es muy difícil de saber, pero después de subirlo casi un 40 % en dos años es más fácil que lo esté ahora que hace un tiempo», asegura De la Fuente.

Lejos de proteger a los colectivos más vulnerables en el mercado laboral, la subida del SMI por encima de la productividad podría tener efectos perversos y contraproducentes sobre ellos: «Se pone en peligro a la gente menos cualificada y menos productiva. Contratas un trabajador si es rentable, pero si le tienes que pagar más de lo que produce, no lo vas a contratar o incluso es más fácil sustituirlo por una máquina», explica De La Fuente. Hay estudios que apuntan en la misma dirección: «Un aumento excesivo del SMI podría desplazar del mercado de trabajo a grupos de la fuerza laboral que ya se encuentran en alto riesgo de exclusión», sostiene el economista Daniel Fernández Kranz en uno de sus análisis, en el que sitúa a Galicia como la quinta comunidad autónoma con una mayor masa salarial cubierta por el SMI (casi el 15 %).

A pesar de que algunos expertos sostienen que una subida desproporcionada con respecto a la evolución de la productividad puede conducir a la destrucción del empleo -la AIReF auguró que la subida del 2020 provocaría una caída del empleo del 0,15 % (24.000 puestos de trabajo nuevos)-, hay otros que lo dan por amortizado. Y es que a raíz de la última crisis financiera, España aumentó su productividad, pero el salario mínimo se mantuvo congelado o por debajo del incremento del IPC. Lo comido por lo servido, porque entre el 1995 y el 2016 la productividad española creció 15 puntos por encima de los salarios, incluidos los mínimos.

Tendencia europea

El patrón se repite en otros países. De hecho, en este 2021, casi todos los países de la Unión Europea subirán los salarios mínimos. Claro que los más desarrollados lo harán de forma más modesta que España, para no dañar a las empresas. Alemania, por ejemplo, acordó en el mes de octubre un alza del 2 %, hasta los 1.520 euros. El SMI de los Países Bajos subirá otro 2 %, alcanzando los 1.685. Incluso Luxemburgo, donde el SMI es más alto que el salario medio de un español, habrá un alza del 2,8 %. Francia, más castigada por la pandemia y con ciertos problemas de productividad, se conformará con subirlo un 1 %. Para poder encontrar cifras parecidas a las de España habría que tornar la vista a los países del este, que parten de salarios mucho más precarios. Polonia aplicará una subida del 7,7 % y Letonia hasta un 16,3 %.

 

Portugal ofrecerá a las empresas descuentos para compensar los costes laborales 

El Gobierno portugués aumentará el salario mínimo en el 2021 hasta los 665 euros (en 14 pagas) o 770,8 euros (en 12 pagas). La subida en el país vecino solo afectará, según cálculos de su Ministerio de Economía, al salario del 0,35 % de los trabajadores. Eso significa que alrededor de 14.315 empleados, de los más de cuatro millones que están en activo, verán engordar sus rentas en 30 euros cada mes. El resto se quedarán como están. La medida, además, se aplicará a todos los trabajadores, desde los lusos a los gallegos residentes en el país (1.640) y los transfronterizos (unos 5.000 que atraviesan todos los días al norte de Portugal) que estén cobrando un salario mínimo.

Pago único del Estado

A cambio de este alza en los costes laborales aprobada en plena fase recesiva de la pandemia, el Gobierno del socialista Antonio Costa está dispuesto a ofrecer un pago único a lo largo del primer trimestre del 2021 para compensar a las empresas afectadas. Las medianas y pequeñas (pymes) apenas pueden soportar nuevas subidas. ¿Sería esta una estrategia fácil de importar en España?

Para el experto Ángel de la Fuente, no tiene mucho sentido: «Las cotizaciones las necesitamos para financiar las pensiones y otras prestaciones. Devolver lo que suben en SMI es desvestir un santo para vestir otro. De entrada no me parece la solución», sostiene. Y es que este movimiento exigiría al Estado más endeudamiento. No sería un gran peso adicional si se tiene en cuenta el volumen total de deuda con el que arrancaron el año 2020 Portugal (117,2 % del PIB) y España (95,5 %).