El cisma de la CEG debilita la posición de Galicia para captar fondos europeos

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Sandra Alonso

La confederación pontevedresa consultará sobre si seguir en la patronal

01 dic 2020 . Actualizado a las 18:40 h.

El pasado jueves por la tarde, cuando apenas llevaba poco más de 48 horas como nuevo presidente de la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG), José Manuel Díaz Barreiros telefoneó al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, para comunicarle su decisión de renunciar al cargo por la dudas que se habían sembrado sobre la limpieza del proceso. Lo hizo sin informar previamente a Antonio Fontenla y Jaime López, responsables de las confederaciones provinciales de A Coruña y Lugo, valedores de su candidatura y claves en su triunfo. Daba comienzo así un nuevo y esperpéntico episodio para perplejidad de todos, incluido el jefe del Ejecutivo gallego.

El nuevo cisma ha causado un hondo malestar en la Xunta por ser este un momento especialmente delicado. Una coyuntura en la que la agenda está condicionada por el debate sobre cómo optar a los fondos europeos en las mesas de diálogo social, en las que participan la patronal y los sindicatos UGT y Comisiones Obreras. Feijoo y Francisco Conde, su vicepresidente económico, querían que se sentase ahí un nuevo responsable, alguien que simbolizase una CEG unida, que hubiera pasado página, pero todo se ha ido al traste.

Los estatutos de la patronal gallega prevén ahora un plazo de 40 días para abrir otro proceso electoral, con lo que, en el mejor de los casos, con diciembre en medio, no habrá nuevo presidente hasta el 2021.

El horizonte inmediato está plagado de incógnitas. Sumido en el más absoluto mutismo, Díaz Barreiros no ha aclarado si volvería a presentarse, aunque algunos especulen con que sí. El empresario ourensano ha dejado a los pies de los caballos a quienes fueron los valedores de su candidatura, especialmente a Antonio Fontenla. Porque quienes defendieron desde el inicio que esta elección suponía cerrar la herida en falso, que no era una solución de consenso, reclaman ahora, con más argumentos, una profunda renovación de la CEG ante otro desaguisado, un tiempo nuevo que pasaría, irremediablemente, porque Fontenla diese un paso a atrás y dejase de ser el hombre clave en todas las negociaciones. No parece claro que ni Antonio Fontenla ni Jaime López vayan a renovar su confianza en Díaz Barreiros.

Órdago de Pontevedra

Desde la confederación pontevedresa, su líder provincial, Jorge Cebreiros, ya ha advertido que no se entendería que el presidente recién dimitido optase de nuevo al cargo. Cebreiros participó presencialmente el martes 24 de noviembre en la aclamación de Díaz Barreiros (una vez que se retiró Pedro Rey, al que había apoyado) sin cuestionar esa decisión una vez iniciado el voto telemático (causa de la denuncia de algunas sectoriales para exigir el recuento ) e incluso se hizo una foto colectiva. Pero luego se subió al tren de los que sembraron dudas sobre el proceso pidiendo información. Esto dejó estupefactos al resto de presidentes provinciales y al propio Díaz Barreiros, que había esgrimido la retirada de Pedro Rey (al que ofreció sin éxito integrarse en su equipo) como ejemplo de acuerdo y de unidad en una CEG que abría otra etapa. Sin embargo, todo aquello se evaporó en tiempo récord.

Jorge Cebreiros, que cree que la retirada de Díaz Barreiros ha sido un «error», anunció ayer que su confederación llevará a cabo una consulta sobre la conveniencia de seguir o no perteneciendo a la patronal gallega. «Igual no hay que seguir en los sitios que no funcionan», dijo. El presidente pontevedrés abogó por suprimir el voto delegado en las elecciones porque pervierten el sentido democrático del proceso y porque carece de sentido cuando hay medios telemáticos.