Bruselas retrasa la recuperación plena de la economía hasta el 2023

ECONOMÍA

MARTINA MISER

La Comisión sitúa a España a la cabeza en caída del PIB, desempleo y déficit

06 nov 2020 . Actualizado a las 09:46 h.

Ni las previsiones de crecimiento, ni las de desempleo, deuda o déficit encajan. El cuadro macroeconómico sobre el que se apoyó el Gobierno español para elaborar los Presupuestos del 2021 no coincide con el estimado por Bruselas. La Comisión Europea empeoró este jueves todos sus indicadores para el 2021 a causa de los rebrotes de la pandemia. Si se cumplen, España no se recuperará, como pronto, hasta el 2023.

PIB y desempleo

El país protagoniza el mayor desplome económico de la Unión Europea. Su PIB caerá al 12,4 % este año (1,2 puntos más del previsto por el Ejecutivo español) y tardará más en recuperarse que sus vecinos (un 5,4 % en el 2021) por su alta dependencia de sectores como el turismo y la hostelería, mucho más golpeados por las restricciones sanitarias. La economía italiana se contraerá un 9,9 %. Francia un 9,4 %. Alemania, la potencia que más dinero ha inyectado a sus empresas para sobrevivir a la pandemia, contendrá la hemorragia (-5,6 %) y podrá volver a niveles precrisis antes del 2023.

Los malos pronósticos para el PIB tendrán impacto también en el desempleo. Bruselas cree que la retirada progresiva de los esquemas de apoyo como los ERTE o las ayudas al cese de actividad de los autónomos a lo largo del 2021 empujarán el paro al 17,9 % el año que viene, tras cerrar el 2020 en el 16,7 %. Si se cumplen estas previsiones, España se situaría a la cabeza de la UE en desempleo, superando a Grecia (17,5 %). 

Deuda y déficit

La potencia de gasto que España quiere desplegar en el 2021 disparará la deuda del 120,3 % del PIB en el 2020 al 122 % del PIB en el 2021. Unas cifras más elevadas de las estimadas por el Gobierno de Sánchez, quien no solo fijó el umbral para este año en el 118 % sino que auguró una reducción en el 2021 hasta el 117 % del PIB, apoyándose en unas cifras de crecimiento que Bruselas considera demasiado optimistas. 

La brecha entre el gasto y los ingresos echará por tierra los esfuerzos de la última década para meter en cintura el déficit. Ese desfase, el mayor de la Unión Europea, crecerá al 12,2 % este año (el Gobierno lo fijó en el 11,3 %) y se situará en el 9,6 % en el 2021, lejos del 7,7 % que prevé el Ejecutivo español, que no ha tenido en cuenta en sus Presupuestos el impacto de la segunda ola de la pandemia. 

Causas

¿A qué se deben estas paupérrimas previsiones? Bruselas apunta a varios factores. En primer lugar, su modelo productivo, excesivamente dependiente del turismo y la hostelería, los sectores más afectados por la crisis. En segundo lugar, porque los rebrotes de la segunda ola aparecieron de forma temprana: «Los rebrotes de la segunda ola afectaron lamentablemente a España antes que a otros países y eso influye en nuestras previsiones», explicó esta mañana el comisario de Economía, Paolo Gentiloni. También tiene que ver la fragilidad del mercado laboral: «No sorprende que las pérdidas de empleo sean mayores en países como España, donde el porcentaje de contratos temporales es el más alto», rezan las previsiones de la Comisión. 

 «La recuperación no va a tener forma de V. La crisis va a ser profunda y la recuperación complicada en los próximos años», advirtió Gentiloni, quien teme que la recesión, la peor en la historia de la UE, y la recuperación asimétrica entre países deje en herencia unas cicatrices difíciles de curar. El italiano anticipa quiebras empresariales, desempleo a largo plazo, perturbaciones en los suministros y «tensiones en el mercado interior», que tienen que ver con la capacidad que tienen algunos países, como Alemania, de expandir los estímulos fiscales y el reducido margen con el que cuentan otras potencias del euro, como España. 

Fondos europeos

Una de las aclaraciones que vierte la Comisión en sus previsiones es que en sus cálculos no cuentan con el efecto de los fondos europeos, por el alto grado de incertidumbre sobre su disponibilidad en tiempo y forma. Sí descontarán su impacto «en los próximos meses». 

La cautela de Bruselas contrasta con las prisas del Gobierno español, que ya incorporó un anticipo de 27.000 millones (de los 72.000 que reserva el Next Generation EU en subvenciones a España) en sus Presupuestos del año que viene. Según Bruselas, el Ejecutivo de Sánchez se aferra a la esperanza de una «plena y rápida absorción» del dinero —que no existe aún—, y en un «alto» efecto multiplicador de cada euro invertido para cuadrar las cuentas.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, insistió hoy en que las cuentas son realistas y que las divergencias con Bruselas se deben a que la Comisión no ha tenido en cuenta ni los fondos de recuperación europeos, ni el PIB o los datos de empleo del tercer trimestre. Lo que sí tuvo en cuenta el Ejecutivo comunitario es el evidente deterioro económico que sufrirá la economía española en el cuarto trimestre del año, azotado de lleno por la segunda oleada de la pandemia.

Plan de recuperación

Ante la inquietud por los retrasos en los trámites de las ayudas europeas, la vicepresidencia de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, aseguró que enviarán a principios del mes de enero el Plan de Recuperación de España a la Comisión Europea, con todos los detalles de los proyectos que podrán optar a la financiación y las reformas con las que España se comprometerá para desemboslar los 27.000 millones iniciales.

Por el momento, Galicia dispone de más de un centenar de proyectos que podrían encajar con las líneas generales que los Veintisiete pactaron en julio y que orbitan en torno a la transición ecológica y digital de la economía.

Préstamos anticrisis

Ante las necesidades de financiación que tendrá España, si quiere cumplir con sus objetivos de gasto, el Gobierno deberá exprimir todas las fuentes de dinero disponibles. Por eso Gentiloni instó al Ejecutivo, y a otros del contorno, a usar no solo las subvenciones del plan de recuperación europeo (Next Generation EU), también sus préstamos, que Sánchez no quiere solicitar porque son reembolsables y condicionados. «Ningún país está utilizando el MEDE (fondo de rescate). Trabajamos duro para evitar su condicionalidad y la hemos evitado. La decisión de usar o no esos instrumentos recae ahora en los Estados. Nosotros alentamos a utilizar todos esos elementos en una situación tan difícil como esta», deslizó Gentiloni.