La CEG da el visto bueno a sus cuentas en un clima inédito de paz interna

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

XOAN A SOLER

El objetivo es allanar el camino para el presidente que se elija en noviembre

14 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La patronal gallega parece decidida a hacer borrón y cuenta nueva y dejar atrás un largo y oscuro período de luchas internas que la ha abocado a la irrelevancia como interlocutor en un contexto tan adverso como este. Al menos eso es lo que se desprende de la junta directiva celebrada ayer en Santiago, y que tenía como único punto la formulación de las cuentas del 2018 y del 2019, trámite que debía ser solventado por mayoría simple, algo que se logró, y que permitirá darle el visto bueno definitivo en la asamblea general ordinaria, que tendrá lugar el próximo 29 de octubre.

El acuerdo es relevante porque supone allanar el camino al futuro presidente que los empresarios elijan en la cita electoral prevista para el próximo 24 de noviembre. De hecho, la CEG llevaba más de dos años sin formular las cuentas pendientes, después de fallidas reuniones que se habían caracterizado por un clima continuo de reproches y amenazas. Nada que ver con lo sucedido ayer, una junta que discurrió en un clima de paz interna inédito hasta ahora, lo que muestra la voluntad de todas las partes por abrir una nueva etapa y devolverle a la patronal su papel en un momento socioeconómico tan delicado como este.

Entre tanto, siguen las conversaciones abiertas para dar con un candidato de consenso que pueda resultar elegido por unanimidad en la asamblea electoral extraordinaria del próximo 24 de noviembre. Y el perfil que se busca es el de un empresario independiente, de prestigio, ajeno a las viejas rencillas territoriales, capaz de ejercer una función de liderazgo en el diálogo social y que pueda defender los intereses de la clase empresarial en la complicada era covid, con buena parte del tejido productivo contra las cuerdas. Un papel similar al que ahora desempeña Antonio Garamendi en la CEOE, pero en el contexto geográfico gallego.

Mensaje al futuro presidente

El hecho de que se haya dado el visto bueno a las cuentas pendientes supone también lanzar un mensaje al futuro presidente, porque el principal problema que se había encontrado la patronal hasta ahora era que nadie ajeno al aparato interno estaba dispuesto a meterse en un campo minado. En menos de un lustro, el período que va de julio del 2013 a enero del 2018, la patronal devoró nada más y nada menos que a tres presidentes: José Manuel Fernández Alvariño, Antonio Dieter y Antón Arias. Y en los tres casos, había el mismo trasfondo: la lucha territorial por hacerse con el control de la organización, librada, históricamente, por las poderosas confederaciones de A Coruña y Pontevedra, una guerra en la que Lugo y Ourense ejercían de comparsas, y que las llamadas organizaciones sectoriales (aquellas que no representaban a las provincias sino a actividades económicas concretas) contemplaban atónitas e impotentes desde la grada. Son precisamente ellas las que están teniendo ahora un papel tractor para modificar el statu quo.

Ya lo intentaron en otras ocasiones, pero con una diferencia: tanto la Confederación de Empresarios de A Coruña, liderada por Antonio Fontenla; como la Confederación de Empresarios de Pontevedra, que encabeza Jorge Cebreiros, son conscientes de que la situación es insostenible y de que la patronal no puede seguir un minuto más en este clima de interinidad.

No existe ningún caso de una organización patronal a lo largo y ancho de la geografía española que lleve casi tres años (se cumplirán en enero) sin presidente y cuya gestión la haya llevado de forma provisional una junta de vicepresidentes después de que se hayan convocado en ese tiempo hasta dos procesos electorales sin que se presentase nadie. De fallar el próximo -la asamblea prevista para el 24 de noviembre- sería el tercero, lo que supondría un nuevo bochorno, aunque agravado por la situación de extraordinaria dificultad económica que atraviesa el conjunto de la comunidad.

«Afortunadamente, todos están remando en la misma dirección, y hay una clara voluntad de todas las partes por cambiar de una vez las cosas», explican fuentes consultadas en el sector empresarial.

 Negociaciones sigilosas

Los movimientos para dar con un perfil de consenso capaz de coger el timón de una CEG que lleva ya años haciendo aguas se están produciendo con mucho sigilo por el temor de todas las partes a que, como suele suceder en estos procesos, pueda haber filtraciones interesadas cuyo único objetivo sea arruinar las posibilidades de un candidato determinado.