La Xunta recupera tres proyectos para optar a las ayudas europeas

Cristina Porteiro
c. porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

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Reclama la colaboración de las empresas para «concretar» ideas

09 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El Plan de Recuperación español -o al menos sus líneas maestras-ya está sobre la mesa. Queda alimentarlo de proyectos. Pasar de la letra a la realidad, desgranarlos uno a uno para poder desembolsar 72.000 millones de euros en tres años. Más allá de las líneas políticas trazadas (transición digital, ecológica, cohesión social, agenda urbana y rural, etcétera) falta concretar si el dinero se va a destinar a nuevas megainfraestructuras o a la instalación de techos solares en los barrios más envejecidos de las urbes, por ejemplo, donde la eficiencia energética brilla por su ausencia y las facturas de la luz engordan.

Para nutrir al plan de contenido, las comunidades autónomas tendrán que trasladar al Gobierno central sus prioridades antes del mes de abril del 2021. Uno de los más diligentes ha sido el Ejecutivo vasco, que a mediados del mes de agosto ya había remitido medio centenar de proyectos a Madrid para solicitar ayudas europeas por unos 13.000 millones de euros. ¿Qué hay de Galicia? La Xunta ha optado por recuperar los tres planes tractores que lanzó en el mes de junio para reactivar la economía gallega: el desarrollo de una planta de hidrógeno verde, otra de biogás y una última de viscosa. La primera necesita una inversión público-privada de 65 millones de euros y tendría un potencial limitado para crear empleo (80 puestos de trabajo nuevos), si bien es cierto que aportaría grandes beneficios para impulsar la descarbonización de la industria gallega, una de las principales demandas de Bruselas.

La segunda es el proyecto estrella del centro de economía circular que se quiere levantar con 525 millones de euros y en el que también se encuadraría la autorización para producir fertilizantes con purines, plásticos, residuos industriales orgánicos, basura marina y residuos textiles reciclados. Este plan podría generar hasta 820 empleos.

El proyecto que más esfuerzos financieros requerirá (700 millones de euros) es la planta de viscosa destinada a la fabricación de fibras textiles sostenibles a partir de celulosa soluble en madera. Se estima que este proyecto podría generar otros 800 puestos de trabajo.

Los tres se encuadran en el paraguas de la transición ecológica y energética, una política que vertebra tanto el Next Generation EU -del que beberán los proyectos-, como al Plan de Recuperación español. El Ejecutivo español deberá integrarlos en su estrategia para poder optar a las ayudas.

Planificación

A la espera de que se aclaren los criterios de la UE para desembolsar los fondos -los líderes europeos se podrían demorar hasta el 2021- el Gobierno gallego anunció ayer la creación de una comisión, presidida por Feijoo e integrada por varios conselleiros, para «estar preparados», desarrollar estos tres proyectos y articular otros nuevos con los que despejar el camino de las ayudas.

Desde la Xunta apuntan que la reunión de los dirigentes autonómicos con el presidente Pedro Sánchez y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el próximo 26 de octubre será muy útil para aclarar la hoja de ruta y conocer las demandas y objeciones de Bruselas.

Foro para la reconstrucción

Para agilizar el trabajo, la Xunta ha impulsado la celebración de un foro para la reconstrucción, que se reunirá este mismo mes y en el que participarán empresas, entidades financieras y profesionales para «axudar a concretar proxectos de economía circular, dixitalización, transición enerxética, e infraestruturas sanitarias» y para captar socios industriales y tecnológicos.

No habrá gestión eficaz sin contar con las autonomías

El Ejecutivo central se enfrenta a un reto colosal: reformar los mecanismos de cogobernanza de las ayudas europeas. El modelo actual arrastra graves deficiencias y de él dependerá el goteo más o menos rápido de las ayudas: «Tendremos que absorber cuatro veces más fondos de los que veníamos recibiendo, con una gestión mal organizada y una descentralización mal hecha», asegura el director del Centro de Políticas Económicas de Esade, Toni Roldán, quien aboga por la participación directa de las autonomías, en contacto estrecho con la sociedad civil y las empresas: «La descentralización tiene sus ventajas. Las comunidades conocen más el terreno y los problemas de cerca», sostiene, aunque no esconde el temor a que el uso partidista de los fondos interfiera en el desembolso de las ayudas: «En España hay un problema de lealtad y de cultura de la cogobernanza».

Proyectos o cuotas

Se desconocen los planes de Sánchez para engrasar la maquinaria más allá de su voluntad de reunirse con los presidentes autonómicos y reducir burocracia. Una de las cuestiones más cruciales es aclarar si -como demanda Bruselas- las ayudas se desembolsarán por el contenido de los proyectos, o por cuotas. Roldán opta por la primera opción y defiende excluir de los fondos a las «empresas zombis» para no malgastar el dinero.

El director del Foro Económico de Galicia, Santiago Lago, coincide en el papel «clave» de las autonomías: «En un país tan descentralizado como España, parece evidente que las comunidades autónomas deberían ser una pieza clave a la hora de organizar, escoger y analizar propuestas. Sería un error renunciar a las capacidades que atesoran», sostiene.

Tomar posiciones

¿Está Galicia bien posicionada para recibir la asistencia financiera? Hasta ahora solo se han conocido tres proyectos con los que atraer ayudas, pero Lago cree que «la nómina potencial de proyectos financiables es enorme». El economista asegura que hay «pocas regiones europeas a las que les encajen tan bien las prioridades de la Comisión Europea» con respecto a la energía limpia, la economía circular o la alimentación sostenible: «Es lo nuestro. La digitalización es la llave para superar los sobrecostes de la perificidad y la dispersión». Eso sí, coincide con Roldán en que no habrá café para todos: «Vamos a tener que escoger qué empresas apoyamos y cuáles no. No habrá dinero para todo. El tsunami sobre la solvencia empresarial va a ser muy duro», augura, en la línea de las alertas que están lanzando otros expertos sobre una cascada de quiebras.

No se muestra preocupado por el calendario, al menos el que manejan las autoridades gallegas: «Íbamos a buen ritmo [antes de las elecciones]. Confío en que en los próximos días la Xunta presente un buen número de proyectos tractores adicionales».