No solo es Alcoa, son las empresas auxiliares y las contratistas externas
m. s.
En A Mariña se confía aún en los efectos de la presión que puedan ejercer el Gobierno central y la Xunta de Galicia sobre Alcoa; en esa suerte de intervención, de una u otra manera. Ayer se palpaba entre los representantes políticos, en los propios alcaldes mariñanos, una mínima esperanza. Y, especialmente entre los propios trabajadores; es su manera de insuflarse ánimo y fuerza unos a otros.
«Las Administraciones no pueden permitir que una multinacional las ponga de rodillas», repetía ayer José Antonio Zan, presidente del comité. «Desde luego nosotros no vamos a permitir que se apaguen las cubas de ninguna manera, no queremos que A Mariña vuelva a los años setenta».
Los trabajadores no quieren ni oír hablar de ERTE ni de ERE ni de plan social, del que quedarían además apartados los empleados de las empresas auxiliares en caso de que la planta de aluminio cerrase. Estamos hablando de unos 450 trabajadores que realizan el mantenimiento de esa fábrica en empresas externas. Y no solo firmas de la costa lucense, de toda Galicia. Todo es incertidumbre. Se sabe además que el embalse de lodos rojos de la refinería de alúmina está al límite de su capacidad, en menos de 5 años estará desbordado. Alcoa ha advertido a la Xunta y ha solicitado permiso para su ampliación o para construir uno nuevo, hay tiempo, pero de momento nadie ha tomado ninguna decisión. La fábrica de Alcoa se desangra, con pérdidas y con cubas que se están dejando morir semana a semana; es como una máquina con respiración asistida; desde Pittsburgh están decididos a desenchufarla, pero resta saber si lo van a permitir las Administraciones desde España, o si se optará por esa transfusión necesaria.
M. Mora
/
m. a. sande
No pudo ser, Alcoa sigue siendo de Alcoa. Y su intención, la de poner fin a la vida de una factoría, la de aluminio del complejo San Cibrao -la única de su clase en España-, que le genera, se lamenta la multinacional, un agujero de un millón de euros a la semana.
Expiró a medianoche el plazo que se habían dado los responsables de Alcoa para negociar con Liberty House la venta de la planta, y no hubo acuerdo. No fue ninguna sorpresa. Después de semanas de negociaciones, las posturas seguían tan alejadas como cuando terminó la primera ronda de conversaciones el pasado 30 de agosto. Y, claro, prácticamente nadie contaba con una fumata blanca.
Seguir leyendo