Todas las fuentes consultadas coinciden en señalar el papel destacado que ha jugado el consejero delegado de Bankia, José Sevilla, durante el proceso de negociación.
La operación estaba tan encarrilada que el 25 de agosto se reunieron los consejos de administración de los dos bancos. La fusión estaba más cerca a falta de algunos detalles. El 3 de septiembre, a medianoche, la CNMV recibía el documento en el que se oficializaba la fusión. Desde entonces, los equipos liderados por Gortázar y Goirigolzarri siguieron trabajando para limar discrepancias. Obligaron a intervenir no solo a Calviño sino al mismo vicepresidente del BCE, Luis de Guindos. El Estado quería una participación de no menos del 15 %. Y había que conjugar ese deseo con el suelo del 30 % que exigía la Fundación la Caixa. Para cuadrar el círculo, De Guindos permitió que CriteriaCaixa -brazo inversor de la Fundación- elevara al 41 % su propiedad en CaixaBank de inmediato, para después situarse en el 30 %. Otro punto conflictivo desatascado.