«Mi situación es desesperada, no tengo ni para pagarme un café»

PAULA MAHÍA / M.M REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

La joven coruñesa Naty lleva dos meses sin recibir respuesta de la Seguridad Social
La joven coruñesa Naty lleva dos meses sin recibir respuesta de la Seguridad Social ANGEL MANSO

Una joven coruñesa continúa a la espera de una respuesta acerca de su trámite del ingreso mínimo vital. El atasco de la renta mínima deja a los gallegos sin cita para poder solicitarla

01 sep 2020 . Actualizado a las 16:33 h.

Naty, una joven coruñesa de 32 años, lleva esperando más de dos meses a que le concedan el ingreso mínimo vital. Desde el 26 de junio, día en el que solicitó la ayuda, su prestación figura en la página web del Ministerio: «En estudio». Y si no se la aceptan antes del 15 de septiembre, y nada cambia, perderá el derecho a que se la reconozcan con efectos retroactivos, desde el 1 de junio. De nada habrán servido entonces las prisas de la joven por solicitarlo.

Sin familia y tutelada por la Xunta, Naty salía adelante con trabajos temporales de cajera o como asistenta del hogar. Su calvario comenzó cuando se le terminó el paro en febrero de este año. Tenía previsto empezar a trabajar como ayudante de cocina justo cuando el covid se llevó por delante el restaurante en el que se iba a incorporar. Desde entonces sobrevive como puede, vendiendo algunos de los objetos personales que tiene en casa y con el único sustento que le proporciona la cocina económica y cheques que le concedió el ayuntamiento para comprar en los establecimientos de Vegalsa Eroski.

«Era prácticamente imposible encontrar trabajo después del confinamiento, pero lo peor fue cuando me cortaron la línea telefónica por no poder pagar las facturas», afirma la joven, «no podía ni llamar a los negocios que ofertaban empleo»

Por ello, cuando supo en el mes de junio que tenía la posibilidad de acceder a la ayuda del ingreso mínimo vital para gente en situación de exclusión, Naty vio un rayo de luz. Sin duda, pensó, era una firme candidata a recibirla. Se lo comentó a su asistenta social para que le ayudara a tramitar el papeleo. No tuvo suerte. Le dijo que no le compensaba solicitar la subvención porque «la aceptación del ingreso mínimo iba para largo», asegura Naty que le dijo. Lo que sí le gestionó la trabajadora social fueron los cheques de comida, suficientes para llenar el estómago pero no para cubrir otras necesidades básicas como «los gastos de luz o gas». Tuvo que ser la propia Naty la que solicitó la renta mínima tras numerosos intentos de contactar con la Seguridad Social.

Soñando con un trabajo

«Dependo de la subvención para pagar recibos anteriores», cuenta la joven coruñesa. «Tengo la esperanza de encontrar trabajo antes, pero si me conceden la ayuda podría pagar mis deudas pendientes».

Relata que su situación es ya desesperada. «No tengo ni para un café», afirma. Tan apremiante es la necesidad de ingresos, que hasta se le ha pasado por la cabeza escribirle al mismísimo Amancio Ortega para que le dé trabajo.