Miguel Cardoso: «El turismo, que fue una ventaja en la anterior crisis, ahora es una vulnerabilidad»

ECONOMÍA

EDUARDO PEREZ

El economista jefe de BBVA Research advierte del círculo vicioso que provoca la temporalidad de los contratos en España

02 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Los últimos vaticinios publicados por el BBVA también apuntaban a una contracción de la economía patria algo peor de la que manejaban durante los primeros compases de la crisis del coronavirus. Hace unos meses, con el país todavía confinado, los economistas del servicio de estudios de la entidad pronosticaron que la economía caería un 8 %. El jarro de agua fría será todavía peor. Los nuevos datos del banco prevén que la contracción escale hasta el 11,5 %. Miguel Cardoso, economista jefe de BBVA Research para España y Portugal, asegura que las incertidumbres que ha provocado esta crisis la hacen completamente diferente a otras que hayamos vivido.

- El último balance que presentaron, mostraba unas previsiones peores que las anteriores, ¿qué ha propiciado esta revisión? ¿Por qué ahora creen que va a ir peor la economía?

- Esto es la primera vez que tenemos que lidiar, haciendo previsiones, con algo tan específico y tan grande como una pandemia. Esto es una crisis diferente. Generalmente las recesiones vienen causadas porque se producen ciertos excesos en algunos mercados, se rompen burbujas, la gente ajusta a la baja su gasto... Son básicamente decisiones que en la mayor parte vienen provocadas por la demanda. La gente, por algún motivo, reduce su gasto. Y aquí lo que tenemos es una recesión que básicamente ha sido provocada por los Gobiernos para contener la pandemia. Es una recesión donde ha sido relativamente difícil tener un buen diagnóstico de hacia dónde va la economía.

Al principio teníamos muchas incertidumbres acerca de cuánto iban a durar las medidas de confinamiento. Finalmente se extendieron por un período más prolongado de tiempo. En segundo lugar, ese confinamiento tuvo efectos sobre la economía mayores de lo que esperábamos. Por poner un ejemplo: en las dos últimas quincenas de marzo la actividad habría caído alrededor de un 30 % y en las dos primeras de abril alrededor de un 50 %. La primera quincena de abril se produjo una caída de la actividad bastante significativa. En tercer lugar, hemos visto que ha habido un cambio en los patrones. La fuerte caída del consumo la hemos concentrado básicamente en bienes que producimos a nivel nacional. Nos hemos ajustado a la baja bienes y servicios que tienen un alto valor añadido a nivel nacional como puede ser los restaurantes. Sin embargo hemos comprando alimentos que en muchos casos eran importados y hemos continuado consumiendo servicios digitales que se producen en el extranjero. Todo eso ha hecho que el impacto sobre la actividad local acabe siendo mayor del que estimábamos.

Y finalmente, el impacto que ha tenido el virus en Europa también ha tenido consecuencias. En Europa ha habido una caída más intensa de la que esperábamos, con un consecuente efecto en el turismo.

- Los datos de Galicia (con una caída del 10,7 %) prevén una realidad algo mejor que los del conjunto de España (en la que el porcentaje ascendería hasta el 11,5 %). ¿Qué fortalezas tiene la comunidad frente al conjunto nacional para salir más airosa de esta crisis?

- Hay varios motivos. Primero, el peso que tiene la industria agroalimentaria, uno de los pocos sectores que ha aguantado bien la crisis. Un ejemplo son las conserveras, que muy probablemente habrán estado a tope durante parte de esta pandemia como consecuencia no solo de la demanda doméstica, sino también de la externa. En un segundo punto, está la industria. Aunque ciertas provincias tienen dependencia de la industria automotriz, el hecho de tener una industria manufacturera y textil apunta a una capacidad para responder de mejor manera a la recuperación. Una de las cosas que vimos caer también con fuerza durante la pandemia fue toda la demanda de textil, pero lo cierto es que es una de las cosas que estamos viendo recuperarse de manera importante. Y luego está la respuesta relativamente contundente del Gobierno autonómico. Junto con el País Vasco, Galicia tiene una política fiscal algo más expansiva que la que estamos viendo en otras comunidades autónomas.  

- Después del nuevo mazazo que ha sufrido el turismo, con la decisión del Gobierno británico de imponer una cuarentena a los viajeros que procedan de España, ¿las cosas pueden ir incluso a peor?

- Nosotros ya teníamos previsto que la recuperación en el sector turístico iba a ser difícil. En un entorno de incertidumbre, donde todavía tienes dudas sobre la posibilidad de que puedas ser contagiado en entornos sociales, pues iba a ser difícil que el sector presentara una recuperación contundente. Las previsiones que hemos hecho apuntan a que el consumo de no residentes, que es básicamente como se denomina en términos nacionales al gasto de turistas extranjeros, iba a estar entre un 70 % este año y un 60 % el siguiente por debajo de los niveles observados en el 2019. Esto apuntan a caídas que ya eran muy significativas. Con lo cual, este escenario ya denotaba bastantes debilidades por parte del sector turístico. Efectivamente esto último pone un sesgo a la baja, pero dado el ajuste que ya se ha dado en el sector realmente no nos vamos a mover mucho de las cifras de caída del PIB que estamos viendo actualmente. Que en todo caso son históricas. Una caída, en este caso de Galicia, del 10,7 % o del 11,5 % en el caso de España son caídas brutales.

- ¿Por qué España va a sufrir en mayor medida que otros países los embistes de esta crisis?

- Pues, en primer lugar, porque hemos tenido un mayor impacto de la pandemia. En segundo lugar, hay un tema de estructura productiva. Tenemos un mayor peso del turismo, y esto fue durante mucho tiempo una ventaja. Después de la anterior crisis, una de las fortalezas con las que contábamos y que nos ayudó a salir de la recesión, era el sector turístico, que es intensivo en mano de obra y que depende de la demanda externa. Durante mucho tiempo fue una ventaja, pero ahora ha sido un foco de vulnerabilidad. Y el tercer punto tiene que ver con la estructura sectorial y empresarial de la economía española. Con esto me refiero a temas como la temporalidad. En este tipo de entornos de incertidumbre, normalmente hay una cantidad importante (entre un 25 % y un 30 %) de personas con un contrato temporal y una buena parte de ellos incluso tienen contratos de días o de horas. Con entornos de elevada incertidumbre, esos contratos no se renuevan. Y eso es lo que vimos en marzo y abril. En España hubo una mayor destrucción de empleo que en países de nuestro entorno simplemente por esto. Esto nos mete en círculos viciosos donde las empresas no renuevan estos contratos, estas personas se quedan sin empleo y por tanto sin ingresos, tienen mayor incertidumbre, reducen su demanda y las empresas a su vez se quedan sin ingresos. Entramos en un bucle en el que no entran otras economías. En esta ocasión, hemos intentado romper ese bucle incentivando los ERTE, pero eso no ha hecho que se cambie la estructura de contratos que había antes de la crisis y esto hizo que muchos empresarios, sobre todo en la hostelería, no renovaran esos contratos y nos encontráramos con una de las mayores destrucciones de empleo de toda Europa.

 - Para pelear con este problema, algunas voces defienden la importancia de acabar con la reforma laboral. Otras aseguran que la derogación de esta norma puede traer consigo una mayor destrucción de empleo... ¿qué fórmula tenemos entonces para cambiar la temporalidad del mercado laboral español?

-Tener tanto contrato temporal tiene un coste social. Entonces pensamos que aquel que quiera contratar a alguien con un temporal debería pagar por esa externalidad. Lo que vemos es que hay una excesiva diferencia entre los costes de indemnización por despido de los contratos temporales y de los fijos. Nuestra propuesta es hacer más caro al empresario el despido de los temporales. Al mismo tiempo que se incentiva el contrato fijo.  

«Debemos redirigir empleados a sectores con demanda»

- ¿Cuánto tiempo hay que mantener los estímulos a la economía?

- Hay que tener en cuenta varias cosas. En primer lugar, que los recursos son escasos, por tanto hay que tratar de dirigirlos a donde mayor impacto tengan. En segundo lugar, hay sectores y empresas donde los ajustes van a tener que ser permanentes y por lo tanto continuar subsidiando estos frentes no tiene mucho sentido desde el punto de vista de la eficiencia. Tampoco es eficiente mantener sin hacer absolutamente nada a personas que probablemente van a tener que cambiar de empresa o de sector. Hay que tratar de redirigir esos recursos hacia sectores que lo estén pasando mejor, donde la demanda esté creciendo. Puede haber algún sector en el futuro que merezca medidas más contundentes y de mayor extensión, como puede ser el turístico, pero por regla general deberíamos ir reduciendo las ayudas e ir redirigiendo los recursos a tratar de transformar el capital físico y humano hacia otras actividades que están yendo mejor. Intentar dar a los trabajadores oportunidades de transición hacia otras empresas a través de cursos y otro tipo de información. 

- Sostiene entonces que debemos plantearnos que hay que transformar nuestro capital humano, empezar a formar trabajadores para dirigirlos a otros sectores. Hablábamos de que el sector turístico fue uno de los grandes salvadores en la anterior crisis pero, ¿hay que empezar a apostar por otras industrias?

- Sí. En el uso de estos fondos que vienen de Europa cobrarán mucha importancia temas como la digitalización o la política medioambiental. Debemos identificar qué técnicos y qué tipo de personal vamos a necesitar cuando vengan estos fondos. Una vez planteado qué vamos a hacer con este dinero, tenemos que pensar si contamos con restricciones de capital humano ahí para que nos pongamos durante estos meses a formar a gente y que estemos preparados para que cuando lleguen esos recursos puedan utilizarse, se pueda contratar a la gente inmediatamente y no sea eso un cuello de botella.

- ¿Se está sosteniendo de forma artificial a la economía o a algún sector o, por contra, las medidas del Gobierno están bien enfocadas?

- En principio están bien enfocadas. Y no son muy diferentes de las que se han implementado en otros países. La idea era tender puentes para las empresas y para las familias de tal manera que pudieran transitar por un entorno de mucha incertidumbre. También ha sido interesante el tema de los avales del ICO, porque cuentas con la ventaja de poder apoyar la liquidez de las empresas a través del sector financiero, que conoce a sus clientes y limita que se sostengan algunas empresas de manera artificial. El sector financiero ha redirigido recursos hacia aquellos que percibe con mayor solvencia. En ese sentido, ese riesgo se encuentra relativamente limitado. En todo caso, conforme pase el tiempo veremos si hay empresas que en un principio se creían solventes y que ahora no lo son. En todo caso, no los veremos de manera inmediata; muy probablemente pasará un tiempo y esperemos que ese tiempo sea lo suficiente para que los ingresos de las empresas empiecen a despegar. Pero esto es una incertidumbre que tenemos.

- ¿Habrá un alto porcentaje de ERTE que se acabarán transformando en ERE?

- No hemos hecho un estudio de lo que sucederá en este aspecto para España. Pero en general, lo que nos dice la literatura económica de los países en los que se han implementado este tipo de políticas es que más o menos alrededor de un 20 o un 25 % de las personas que entran en un ERTE terminan eventualmente en el paro. Esto es una crisis atípica, por lo que tendremos que ver cómo va evolucionando. 

- ¿Es momento de subir impuestos? Macron, por ejemplo, lo descarta por completo y asegura que no es la mejor fórmula para salir de la crisis...

- Definitivamente, este año y el siguiente, sería conveniente subir impuestos. Lo que sí necesitamos es un plan de medio plazo de consolidación fiscal. Darle a quien nos preste dinero, a nuestros socios europeos, algún tipo de garantía de lo que vamos a hacer durante los siguientes años para reducir tanto el déficit como la deuda. Lo que hay que hacer es enfocarse en medidas que tengan un bajo coste económico a corto plazo, que no entorpezcan el consumo. Lo obvio es evaluar el gasto, como lo está haciendo la AIReF, identificar bolsas de gasto ineficiente y eliminarlas. Eso sería lo que todos querríamos porque encuentras que se está desperdiciando dinero por ahí, pues cierras la llave y el efecto sobre la economía es mínimo. Además, debemos buscar reformas que mejoren la percepción a medio y largo plazo de la situación de las finanzas públicas. Es decir, podemos plantearnos que no vamos a hacer hoy el ajuste fiscal completo pero lo vamos a hacer poco a poco durante los próximos años. Y para eso lo que necesitas son reformas que ataquen el desequilibrio, por ejemplo, en el sistema de pensiones. De tal manera que se irá reduciendo poco a poco ese desequilibrio y repartiendo los costes entre las distintas generaciones y limitando el impacto sobre la economía. O también mejorando la institucionalidad. 

- España va a salir después de la pandemia con unos niveles de déficit y deuda pública muy altos. ¿Todo esto también serviría para reducir estas cifras o habría que tomar alguna medida más?

- Todo lo que te acabo de comentar serviría. Tenemos tiempo, tenemos la confianza de nuestros socios; porque que el BCE esté comprando la deuda pública española nos da mucho espacio para cumplir con esto. Qué tanto esfuerzo fiscal debemos hacer es algo que debemos acordar entre nosotros y nuestros socios europeos pero tiene que ser un paso que de permiso a la recuperación. Lo que no podemos hacer es volver a cometer los errores del pasado donde políticas restrictivas impidieron experimentar una recuperación más intensa. 

- ¿Cómo valoran ustedes el pacto que se ha logrado en Europa y qué impacto creen que tendrá en la economía española?

- Nosotros creemos que es muy positivo. Porque además no es solo el fondo de reestructuración. Hay toda una serie de potenciales avenidas a través de las cuáles podrían llegar recursos a España. Está el SURE, el MEDE... Ahora mismo no sabemos el tamaño de todo esto. Sabemos el que tendrán las transferencias que esperemos que vengan todas y que el impacto puede ser muy fuerte. Sobre todo por la condicionalidad, por el tema de las reformas que puede traer. Ahí es donde puede estar la mejor ganancia. Realmente no deberíamos de ver esto como un coste, como algo negativo que nos vienen imponiendo desde Europa. Es una oportunidad. Nos están dando recursos para que vayamos hacia adelante. En toda reforma hay perdedores, por definición siempre hay quien sale perdiendo. Por ejemplo, si subes el coste de los temporales como hablábamos antes, hay empresas que sobreviven principalmente por este tipo de contratos. Pero precisamente lo que no queremos es especializarnos en este tipo de empresas. Vas a tener que compensar de alguna manera a estos perdedores de estas reformas y tener estos recursos que vienen de Europa te da la oportunidad de compensar a esos perdedores al mismo tiempo que estás generando y potenciando a las empresas y sectores productivos