Codito con codito. Están eufóricos. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el del Consejo Europeo, Charles Michel, celebran como dos talluditos en una fiesta de graduación el acuerdo de los líderes de la UE para superar la crisis del coronavirus. Hay miradas que bailan solas. Normal. Les iba el cargo en ello. Esta cosa llamada Europa iba camino de implosionar. Andaba la entelequia más alejada de los problemas de los mortales que el satélite de Júpiter. Indiferente en la matanza de Srebrenica, 25 años atrás, Europa era un puñado de altos funcionarios y prebendas, conseguidores, burocracia y parlamentarios vip. Resulta que había otra Europa, de paso alejada de los populismos que nos cogobiernan. Ayer puso su primera piedra. Quizá no nos dé la felicidad, pero quién sabe si por fin nos ayude un poco a creer que no es imposible conseguirla.