Calviño, favorita a presidir el Eurogrupo

Salvador Arroyo BRUSELAS / COLPISA

ECONOMÍA

El apoyo de Francia, clave para que España se imponga en una votación que se augura reñida

08 jul 2020 . Actualizado a las 20:33 h.

¿Será este el Eurogrupo de Nadia Calviño? Es la gran incógnita del cónclave virtual que celebran hoy los ministros de Finanzas de los diecinueve países que comparten el euro. La videoconferencia arrancará a eso de las tres de la tarde y en torno a las seis se conocerá si finalmente la vicepresidenta de Asuntos Económicos ha sido designada por al menos diez de sus colegas para pilotar este órgano informal durante los próximos dos años y medio. Una mayoría simple por la que España viene peleando desde hace semanas en dura disputa con Irlanda, y su candidato Paschal Donohoe, y en menor medida con Luxemburgo, que entró en la carrera con Pierre Gramegna. Tres candidatos, tres sensibilidades políticas distintas (ella socialista, sus rivales, conservador y liberal, respectivamente), un desencuentro muy acusado entre el norte y el sur por la crisis pandémica y bloques heterogéneos de países tanto por la ideología de sus Gobiernos como por sus intereses. España cuenta con sumar a la causa de Calviño los votos de Alemania, Francia, Portugal, Italia, Grecia y Finlandia. Irlanda tendría a Austria, Eslovaquia, Estonia, Letonia, Eslovenia, Lituania y Chipre. Y en el grupo del luxemburgués estarían Países Bajos, Bélgica y Malta.

Una distribución teórica. De entrada porque Francia (con Gobierno liberal) no ha confirmado su apoyo público a la española. Tampoco lo ha hecho Grecia (conservadora, aunque sintonizaría en intereses por ser país del sur). En el lado del irlandés sucede algo parecido. No está tan claro, por ejemplo, que todos los bálticos vayan a dar pleno a Donohoe. Y respecto a Gramegna, lo esperado es que tenga el menor número de apoyos, por lo que se prevé su retirada tras la primera ronda de votación (el procedimiento invita a dejar la disputa final con dos finalistas), por lo que esos cuatro votos que se le atribuyen se irían a uno y otro bando. Bélgica y Luxemburgo, por ejemplo, se unieron a España en la demanda de eurobonos, pero a su vez, Luxemburgo, y Malta son países de fiscalidad laxa -considerados, con Chipre, Irlanda y Holanda paraísos dentro de la UE-; una anomalía contra la que siempre ha batallado Madrid.

Juego de equilibrios

Todo suma para arañar votos. La disputa está reñida. Contactos bilaterales al más alto nivel, apoyo de las respectivas familias políticas europeas y también movimientos colaterales para allanar el camino de los candidatos. Irlanda optó por esa estrategia hace una semana, cuando apeó a su comisario de Comercio en el Ejecutivo comunitario, Phil Hogan, de la carrera por dirigir la Organización Mundial del Comercio (OMC). Se lo jugaba todo a una carta. Y España ha optado in extremis por la misma maniobra. Al mismo puesto internacional para el que sonaba Hogan aspiraba la ministra de Exteriores Arancha González-Laya que, unas horas antes de vender el plazo (expiraba ayer a medianoche) descartó dar el paso.

¿Los motivos? «Personales». Nada que ver con la carrera en paralelo de su compañera Calviño. Aunque la candidatura de una europea a la OMC hubiera requerido apoyo en bloque de la UE. Y dos españolas para conseguir esa cobertura en la misma semana (aunque fuese para organismos distintos) reducía las probabilidades de una y aumentaba las de la otra. En el mismo acto, González Laya -que ha hecho campaña por su compañera con varios Gobiernos- aseguraba estar confiada «al 150 % en la solidez de la candidatura» de Calviño a presidir el Eurogrupo. Opinión que, añadió, comparten «la gran mayoría de países». La suerte está echada.