Nadia Calviño: «Cuando recuperemos el crecimiento, tendremos que reducir el déficit»

Cristina Porteiro
c. porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

La vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, en la sede de la Comisión Europea
La vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, en la sede de la Comisión Europea EP

La ministra de Economía abordará la reforma de la fiscalidad tras la crisis

28 jun 2020 . Actualizado a las 09:41 h.

Nadia Calviño (A Coruña, 1968) abandonó los cuarteles de Bruselas en junio del 2018 para acudir a la llamada del presidente Sánchez. Ni tenía ni tiene el carné de ningún partido. Lo suyo no son los juegos de silla sino el trabajo duro. Lo saben bien sus compañeros del Eurogrupo, organismo que aspira a presidir. Desde allí tratará de anclar a España a la senda de ajustes que tendrá que acometer tras la crisis. Si tiene éxito, claro.

- ¿Ya tiene apalabrados algunos acuerdos en el Eurogrupo?

- El Eurogrupo ha venido jugando un papel fundamental en la coordinación de políticas, la cooperación entre todos los países de la zona euro y la respuesta a crisis. En estos últimos tres meses, casi en cuestión de semanas, ha puesto de relieve su utilidad. Hemos logrado en tiempo récord aprobar un conjunto de instrumentos para proporcionar liquidez y financiación a corto plazo en respuesta a la pandemia, con los nuevos instrumentos de apoyo a Estados, trabajadores y empresas. Se trata de la presidencia de una institución importante. Acabamos de presentar la candidatura y trabajaremos en las próximas semanas para tratar de lograr los apoyos necesarios. Prefiero no ser yo quien diga qué países nos han expresado su apoyo.

- ¿Qué le parece que sus rivales procedan de dos países catalogados por la Eurocámara como paraísos fiscales?

-Tengo un gran respeto por todos mis colegas alrededor de la mesa del Eurogrupo. Por otra parte, es cierto que en los próximos años uno de los ejes de trabajo y actuación ha de ser el refuerzo del pilar fiscal de la zona euro, con una mayor coordinación que refuerce la Unión Monetaria.

-España cerró el 2019 desviándose de la senda de déficit, con voces discordantes dentro del Ejecutivo en materia económica, ¿pueden ser factores que lastren su candidatura?

-España es percibida como un país responsable, comprometido con la estabilidad financiera y presupuestaria. Un país de confianza tanto por parte de los mercados financieros como de nuestros socios en la Unión Europea. Es un ejemplo en el sentido de haber conseguido superar la crisis financiera y salido del brazo correctivo por déficit excesivo de años anteriores. Modestamente, creo que, además, tengo una buena imagen y cuento con el respeto y aprecio del resto de ministros del Eurogrupo. En todo caso, tendremos que trabajar mucho para lograr los apoyos necesarios en las próximas semanas.

-Esa imagen de España no la compartes los Países Bajos y Austria. Exigen una fuerte condicionalidad en las ayudas. ¿Está justificado?

-Creo que son dos cosas diferentes. Por una parte, estamos hablando de un plan de recuperación europeo, una respuesta financiada con deuda europea que ha de destinarse a los planes de inversión y de reformas de los distintos países. Se trata de reactivar la economía lo antes posible y retomar la senda de crecimiento, impulsando además proyectos transformadores para poder hacer frente a los retos del futuro, apostando por la transición ecológica, la digitalización, I+D y formación profesional. Se trata de invertir juntos en nuestro futuro. Insisto en que la opinión que tienen en el resto de la UE sobre nuestro país es muy positiva; nos consideran un socio importante y comprometido con una buena política económica y con la construcción de una Europa más fuerte.

-¿Qué tarea le parece más difícil, convencer a sus socios de euro o a sus socios de Gobierno?

-Creo que en España hay un gran acuerdo social, que he podido ver a lo largo de estos dos años, sobre la necesidad de que nuestro país aborde cuanto antes un conjunto de reformas e impulse la inversión pública y privada en áreas tractoras que fomenten el crecimiento, que lo hagan más inclusivo y sostenible de cara al futuro. En todos mis encuentros, debates parlamentarios, en foros empresariales y con otros representantes sociales he visto un alto consenso que, creo, representa el sentir de la mayoría de la población española en torno a esta agenda de inversiones y reformas, que es la que el Gobierno ha venido impulsando desde el primer día y en la que estamos trabajando en este momento.

-Somos la cuarta potencia del euro con uno de los índices más altos de riesgo de pobreza, desigualdad entre rentas y una presión impositiva por debajo de la media. ¿Por qué se ha renunciado al impuesto sobre la riqueza?

-Si hay una lección clara de esta pandemia, de la situación tan dramática que están viviendo todos los ciudadanos de nuestro país con esta emergencia sanitaria, económica y social, es la importancia de tener unos servicios públicos sólidos, un sistema de salud pública fuerte, de proteger nuestro estado de bienestar. Es evidente que, si queremos tener un Estado del bienestar de primera, eso supone disponer de un sistema fiscal que proporcione suficiencia de recursos. Si, además, queremos tener un país más justo, necesitamos un sistema fiscal progresivo y adaptado a la realidad del siglo XXI, incorporando, por ejemplo, el impuesto sobre determinados servicios digitales y sobre transacciones financieras, que están actualmente en trámite en el Congreso y que nuestro Gobierno puso sobre la mesa. Ésa es la línea que hemos venido adoptando, la línea de nuestro programa y sobre la que seguiremos avanzando.

- ¿Eso es suficiente para garantizar la progresividad?

-Como le decía, todos los ciudadanos conocen bien nuestras propuestas con respecto a aumentar la progresividad del conjunto del sistema fiscal, habrá que abordar el resto de cuestiones una vez que se recupere un crecimiento económico sólido.

-Ese crecimiento, ¿cuándo va a llegar? Parece que no va a ser una «V».

-En las próximas semanas vamos a seguir recibiendo noticias económicas negativas, sobre todo referidas a los indicadores del periodo de limitación de la actividad y la movilidad de marzo a mayo. Pero el seguimiento diario que hacemos de los indicadores de coyuntura económica nos demuestra ya un cambio de tendencia, un punto de inflexión a partir del final de la fase de hibernación económica. Si la desescalada continúa y no hay repuntes significativos, si continúa la reactivación económica en el resto de Europa y si en las próximas semanas tenemos reactivación en otras partes del mundo, donde está ahora el epicentro de la pandemia, nuestra previsión apunta a una evolución en forma de «V» asimétrica como dijimos, con una caída muy intensa de la actividad, sobre todo en el segundo trimestre del año, y una progresiva recuperación en el segundo semestre que nos lleve a un crecimiento importante en el 2021.

-La deuda y el déficit se dispararán. ¿Habrá que volver a pasar la tijera?

-A corto plazo es evidente que tenemos que adoptar medidas para dar una respuesta apropiada a esta crisis sin precedentes. Nos enfrentamos a una situación muy seria y eso ha exigido la toma de decisiones extraordinarias, tanto en el plano sanitario como en el económico y social. Todas estas medidas de apoyo al tejido productivo, a la renta de las familias, a los trabajadores comportan un importante esfuerzo fiscal que están haciendo todos los contribuyentes españoles. Tenemos que poner en valor ese esfuerzo de solidaridad y compromiso con los ciudadanos y empresas más vulnerables. Nuestra estimación es que esto exigirá una emisión de deuda pública adicional de unos 100.000 millones de euros en 2020 y que, efectivamente, a pesar de los esfuerzos de los últimos años que nos había permitido reducir deuda de manera más acelerada, estaremos en torno a una ratio de deuda del 115 % del PIB. A corto plazo, en la UE se han adoptado medidas de flexibilidad para permitir que los Estados tomen las medidas que consideren necesarias para hacer frente a esta situación excepcional. Pero es evidente que a medio plazo, cuando recuperemos la senda de crecimiento sostenido, tendremos que retomar también la senda de la reducción del déficit y deuda pública para garantizar la sostenibilidad financiera a largo plazo de nuestro país. Es la senda en la que estábamos hasta que llegó la pandemia. Quiero recordar que en 2019 España registró la mayor reducción de los últimos 13 años.

«Espero que el plan de inversiones y reformas sea fruto de un gran pacto político y social»

En la memoria colectiva quedaron grabados los traumas sociales y laborales de la última crisis. Calviño apunta que esta vez ha sido y será diferente.

-De la última crisis España salió devaluando salarios. ¿Cómo saldremos de esta?

-Yo siempre digo que la recuperación económica no se inicia ahora. Se inició con el primer paquete de medidas que aprobamos el 10 de marzo para apoyar el tejido productivo y las rentas, gracias a la liquidez que han dado los avales públicos de más de 100.000 millones de euros gestionados por el ICO ?Galicia es la cuarta región que más fondos ha recibido-, al apoyo público extraordinario a los ERTE, a la prestación extraordinaria a los trabajadores autónomos afectados por cese actividad o por una caída significativa de los ingresos. Son medidas que han protegido a casi 400.000 gallegos. También se construye a través de las numerosas moratorias y elementos de protección que hemos puesto en marcha para proteger la renta de las familias y a los más vulnerables. Incluyendo el ingreso mínimo vital que precisamente está empezando a pagarse en estos días, muy centrado en luchar contra la pobreza extrema e infantil; un instrumento que se quedará, que va más allá de la lucha contra la crisis a corto plazo. Está claro que nuestra orientación se dirige a proteger y sostener el tejido empresarial y la actividad económica, reforzando una base sobre la cual construir la recuperación económica. Ahora estamos en la fase de reactivación de la actividad y del empleo y por eso estamos adaptando las medidas para acompañar e impulsar esa reactivación, la readmisión de los trabajadores en ERTE y la creación de nuevos puestos de trabajo, además de los planes de apoyo sectoriales. En paralelo, con una perspectiva a medio plazo tendremos que abordar un plan de inversiones y reformas que espero sea fruto de un gran pacto político y social en este país y nos permita concentrar la inversión en los próximos dos años para un crecimiento transformador, orientado al futuro y más sostenible desde el punto de vista medioambiental y social.

-Acaban de prorrogar los ERTE, ¿los volverán a extender en septiembre o se piensa más en un ajuste por horas?

-En primer lugar, el mecanismo extraordinario proporcionado por los ERTE para proteger a empresas y trabajadores es, sin duda, un éxito importante del diálogo social, del consenso: por primera vez nuestro país ha tenido un mecanismo de adaptación de las empresas distinto a la destrucción de empleo, como ha ocurrido en crisis anteriores en nuestra historia. Este mecanismo, que pusimos en marcha en cuanto empezó el impacto económico de la pandemia, se ha ido adaptando para acompañar la reapertura de las empresas, la readmisión de los trabajadores y la creación de empleo. El acuerdo establece un proceso de transición para ir avanzando de los ERTE de fuerza mayor hacia los ERTE más relacionados con causas económicas, técnicas, operativas y de producción. Creo que ésta es la línea que debemos seguir profundizando en el futuro. Mecanismos y procesos financiados por las distintas partes que puedan evitar en el futuro que volvamos a tener los ajustes de empleo tan intensos que han caracterizado los ciclos económicos en nuestro país.

-¿Le preocupa que los ERTE generen dependencia entre las empresas?

-El modelo aprobado incorpora incentivos para la readmisión de los trabajadores y para que las empresas transiten cuanto antes hacia la plena actividad. Además de los mecanismos horizontales de liquidez del ICO, también hemos puesto en marcha planes específicos de apoyo a los sectores estratégicos y tractores para nuestra economía más afectados por la crisis, como el turismo y la automoción, precisamente para estimular la actividad y para lograr que cuanto antes recuperen la normalidad.

«Hay que estar del lado de los trabajadores de Alcoa, no de la empresa»

La pandemia ha coincidido con otra crisis endémica en Galicia: la industrial. El cierre anunciado por Alcoa para la planta de San Cibrao amenaza miles de empleos directos e indirectos. En la última semana ninguna de las propuestas del Ejecutivo central han servido para persuadir a la multinacional estadounidense.

-¿Dan por perdidos los empleos?

-Desde el primer momento nuestro Gobierno ha demostrado un claro compromiso con la industria y los trabajadores de este país. La ministra de Industria [Reyes Maroto] ha trabajado intensamente en la búsqueda de alternativas para todos los procesos de cierres de empresas. El compromiso es claro. Esta misma semana presentamos a la empresa alternativas para garantizar su viabilidad a largo plazo y mantener una inversión productiva en distintos ámbitos en los que está presente en Galicia. Creo que esta voluntad del Gobierno y las soluciones que encontramos ponen de relieve que las razones argüidas por la empresa, como por ejemplo el precio de la energía, no se sostienen, puesto que les hemos propuesto soluciones a largo plazo. Creo que es muy cuestionable cuáles han sido las intenciones de la empresa, que ha recibido cuantiosas ayudas públicas estos años con el compromiso de mantenimiento del empleo. Desde todas las Administraciones debemos lanzar un mensaje muy claro a la empresa y encontrar alternativas y proyectos que nos permitan mantener los empleos en esta zona tan castigada.

-¿Qué alternativas? ¿Les queda margen de maniobra para intervenir?

-Estamos trabajando día y noche, planteando soluciones a la empresa y buscando alternativas si finalmente opta por cerrar. Cosa que es difícil de entender teniendo en cuenta tanto las ayudas públicas que ha recibido en los últimos años como las distintas soluciones y propuestas que le hemos ido planteando sin descanso en los últimos meses y esta misma semana. El Gobierno de España está absolutamente comprometido y espero que el resto de Administraciones, en particular la Xunta, también muestren un compromiso similar para lograr una solución viable y de largo plazo para esta zona. Yo creo que en este momento se trata de estar todos unidos del lado de los trabajadores y no del lado de una empresa que no parece tener un compromiso muy claro con la región y con el país, o no ha cumplido los que ha asumido.