Francisco Davila: «Soy rebelde por naturaleza, pero camuflado. Nada es como nos cuentan»

Sofía Vázquez
Sofia Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

CARMELA QUEIJEIRO

El CEO de Mobalco ultima el desembarco de la empresa en la Quinta Avenida de Nueva York

09 feb 2023 . Actualizado a las 19:10 h.

Se considera una persona tímida. Tiene una opinión propia que, asegura, está dispuesto a cambiar si lo convencen. Pero eso es casi imposible, por no decir imposible, porque analiza, estudia lo que ocurre y concluye. Francisco Davila Luaces nació el 27 de junio de 1959 (hoy cumple años) en la aldea de Ouxo, muy cerca de A Pobra do Caramiñal. Es el CEO de Mobalco, una fábrica de muebles de cocina que se venden desde en Hong-Kong hasta en Nueva York, pasando por Filadelfia, Miami, Londres, Rusia, México y, por supuesto, España.

[Empieza la entrevista con la pandemia del coronavirus como telón de fondo]

-Cada uno que piense lo que quiera. Soy súper transigente con todo, pero que no me obliguen a hacer lo que no quiero. Si no quiero ponerme una vacuna, que no insistan. ¿Qué problema hay?

-¿No se la va a poner?

-Ni loco, salvo que venga de una Universidad como Santiago, que es seria; de alguien que me pueda fiar. [En otro momento de la entrevista vuelve a salir este tema de si el coronavirus fue creado en laboratorio]

-En política no pasa nada de casualidad. Yo soy escéptico. Rebelde por naturaleza, aunque un rebelde camuflado. He comprobado que nada es como nos lo cuentan.

-Usted corrió en motos?

-Hice motocrós y lo dejé porque me fui a la mili. A mí me gustan muchas cosas en la vida. Aprender de la cultura, entender cómo es el mundo en el que vivo con la filosofía, con la historia, con la ciencia.

-Dicen que le gusta la ciencia ficción. ¿Alguna película preferida?

-La ciencia ficción no me gusta en el sentido de que me encante, pero te marca el camino de lo que viene. Cada película tiene su significado. Me gusta Matrix.

-Algunas pelis son premonitorias...

- Sí, Me gusta 1984. Recuerdo una portada de la revista Tiempo que ponía 1984, el año de Orwell. Descubrí el libro, que me impactó muchísimo. Después salió la película y la fui a ver. Es dura, y siempre la tuve en la cabeza. Nosotros en la empresa desde hace años hacemos presentaciones. Vienen arquitectos de toda España, y vienen a un pueblo perdido de Galicia, donde les hablamos de estrategia. Por ejemplo, el problema de la información que estamos poniendo en manos de grandes multinacionales privadas. Si yo fuese padre de niños pequeños o profesor, estaría en las barricadas. Estamos poniendo el futuro de nuestros hijos en manos de Google. Va a controlar la educación y no somos conscientes de esto. El año que viene, teleenseñanza. ¿Te das cuenta de lo que estamos haciendo realmente? No habrá la figura de ese profesor rebelde, antisistema que te explica la otra versión de las cosas, y aunque no seas de su opinión la debes escuchar. ¿Y nadie hace nada? Es cierto, la ciencia ficción anticipa acontecimientos.

-¿Cómo va a ser la vida después del coronavirus?

-Creo que habrá dos tipos de personas, las que abran los ojos y realmente quieran vivir en libertad, entender lo que está pasando con el Planeta y vivir en consecuencia, y las que no lo ven venir. Estas se adaptarán al sistema y aceptarán cosas que considero inaceptables. La sociedad se dividirá en dos. Estamos en un cambio muy importante, y la población no ve su alcance. Con personas que hablo piensan que cuando alguien logre la vacuna, todo se arreglará, y no es así.

-Habrá los individuos pronaturaleza y el resto.

-Los que entiendan su posición en la vida como ser humano. Sin materialismo. Los otros seguirán contaminando. Cuando entras en una tienda y ves una camiseta que vale cinco euros, tienes que pensar: ¿qué pasa aquí? Luego, no nos podemos quejar de que a nuestros hijos les paguen 800 euros al mes por trabajar. Alimentamos al monstruo y no somos conscientes de nuestras acciones. No asumimos nuestra responsabilidad. Cuando estamos enfermos pensamos que nos debe curar el médico, y no reflexionamos sobre qué estamos haciendo para estar enfermos. Nos preocupamos por las mascarillas pero no por saber qué podemos hacer para fortalecer el sistema inmunitario.

-Su compromiso con la naturaleza es total.

-Nací así [se ríe] cuando tenía 7 años y en mi casa mataban al cerdo, yo me echaba a llorar y me iba para la esquina de la huerta. Mi madre no entendía nada. ¿Qué le pasa a este niño que todos hacen fiesta y este se me escapa?, se preguntaba.

-¿Esta filosofía la lleva a la empresa?

-Soy coherente. No puedo hacer en la empresa lo que no hago en mi vida. Mi hermano José piensa igual que yo. [Se ríe de nuevo] Como empresarios debemos de ser desastrosos porque en vez de estar pensando en optimizar el beneficio, simplemente queremos hacer las cosas lo mejor posible. Esta empresa podía ser diez veces más grande. Llevamos años hablando de huella de carbono, de economía circular, incluso cuando a nadie le importaba. No vendimos ni una cocina más por esta preocupación. Pero ahora es nuestro momento. Cuando fui a la mili ya tenía libros de autosuficiencia, de cómo construir de forma ecológica, del hogar sano.

-La pregunta cae de cajón: ¿Cómo son las cocinas Mobalco?

-Ecológicas, coherentes y, sobre todo, honestas. Hacemos las cosas como nos gustan; y luego, a esperar a que alguien las valore y las compren

-¿Qué es ser honesto?

-Darte lo que me estás pagando. No intento engañarte. Hacemos cocinas como si fueses una experta y las fueses a desmontar hasta el último tornillo y al final dijeras, esto está perfecto. Aunque yo sé que no lo vas a hacer en la vida. Ahora, nosotros estamos en posición de ser líderes porque lo que viene es justo lo que nosotros sabemos hacer de verdad: sostenibilidad, ecoeficiencia. Estamos en una posición de salida inmejorable.

Cuando Bolsonaro, Trump y el «brexit» dan paso al concepto «glocal»

Los orígenes de Mobalco se remontan a 1959, cuando el padre de Francisco Davila puso en marcha una carpintería que «hacía un poco de todo». En el año 78 su hermano le dio un giro a la empresa hacia las cocinas. Hoy José se encarga de la producción y Francisco de la gestión.

-Fue en el 2004 con el cambio a la fábrica nueva cuando apostamos por la internacionalización de Mobalco. Ahora llegaremos a un sitio excepcional de la Quinta Avenida de Nueva York.

-Manejan el concepto de «glocal»

-No es mío. Quiere decir que no podemos hablar solo de localización porque también dependemos de la globalización. Por lo tanto, esta no va a desaparecer. Va a convivir con la localización. En mis presentaciones desde hace años defiendo que el brexit, el independentismo, Trump o Bolsonaro son en el fondo la misma forma de expresión, es una vuelta al proteccionismo, a la localización. Volvemos a poner barreras. El mundo es cíclico.

 -¿De verdad volveremos a la localización?

-No va a ser como la de hace cien años. Convivirán sectores económicos localizados con los globalizados. Bueno, salvo que haya un crac en la economía.

-¿Usted tiene buena relación con los bancos.?

-Sí. En la crisis del 2008 un banco al que le éramos fiel nos cortó las pólizas, las líneas de descuento, no quiso renegociar la hipoteca de la nueva fábrica. Y todo con las ventas cayendo a la mitad, con los distribuidores cerrando. Empezamos a recortar y a peregrinar por los bancos. Pensamos que el nuestro se quería quedar la empresa. Pero mira por dónde, mi vena ecológica me salvó la vida. Teníamos un certificado respecto a los niveles de formaldehído que tenían nuestros muebles. Estaban por debajo del 50 % de lo establecido en aquellos momentos por la regla más exigente. Entonces fuimos a Triodos, y nos salvaron la vida.

-¿Y en esta crisis que han hecho?

-[Carcajadas] Firmé todas las líneas de crédito que me ofrecieron. Con el banco se negocia muy bien si no te hace falta el dinero. Yo no me querría ver como se vieron otras empresas que no podían pagar a sus trabajadores.