«Cobramos cero, menos mal que nos pilló con nuestros padres»

m. Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

ECONOMÍA

Estas dos hermanas y vecinas de Pontevedra están confinadas en una aldea del municipio de A Lama, junto a sus progenitores

22 may 2020 . Actualizado a las 10:31 h.

Uxía y María Villanueva Ogando, de 27 y 23 años, hermanas y vecinas de Pontevedra, suelen estar unidas en todo. Lo que no se imaginaron es que también estarían juntas en su cabreo por el retraso a la hora de cobrar un ERTE. Pero lo están. Las empresas de ambas hicieron expedientes de regulación de empleo temporales y el Estado aún no les ha abonado nada. «Cobramos cero del ERTE, menos mal que nos pilló con nuestros padres. Pero es que mucha gente a la que le preguntamos tampoco cobró y hay situaciones muy delicadas», señala María. Están ellas ahora confinadas en una aldea del municipio pontevedrés de A Lama, junto a sus progenitores y al marido de Uxía. Esta última, por cierto, está a punto de tener su primer hijo.

En el caso de María, que es cocinera, se congratula de que la pandemia no la haya cogido trabajando fuera de Pontevedra y pagando un alquiler, como era habitual en ella hasta hace un año: «Estuve trabajando en un complejo hotelero en México y luego en Santiago. Afortunadamente, hace un año volví a Pontevedra, a casa de mis padres, y estaba trabajando aquí. Así que ahora me fastidia estar sin cobrar, pero más me fastidiaría antes. El último ingreso que tuve me lo hizo mi empresa por la primera quincena de marzo. A partir de ahí, del ERTE aún no cobré nada».

En el caso de Uxía, trabaja en la empresa familiar, en un negocio dedicado a la venta al por mayor de caramelos, que vio reducida su actividad dado que vende a la hostelería y a muchas tiendas de golosinas que cerraron. Por tanto, su empresa también se vio abocada a un ERTE. Antes de que parasen, ya con la alerta sanitaria encima, Uxía trató de coger una baja médica porque entendía que su puesto era de riesgo en pleno embarazo: «Estoy en contacto con el público y también con todos los repartidores. Así que entiendo que soy una persona de riesgo. Mi médica me dio una baja de quince días primero y luego de otros quince. En ese período, en abril, sí que cobré. Pero luego me dijo que ya no me podía dar más». Así que finalmente tuvo que ir al expediente de regulación: «Entré en el ERTE con mis otros compañeros, somos 15 en total, y ninguno cobró todavía nada», indica.

La parte positiva, la salud

Uxía, pese a todo, sonríe y agradece que, aunque la pandemia le desbaratase todos los planes posibles, ella siga sana y disfrutando del embarazo. No en vano, además de estar en un ERTE también tuvo que suspender su boda, prevista para marzo. Igualmente, estaba a punto de mudarse a vivir con su pareja y esos planes se quedaron por el camino. «Nos cogió con las obras a medias, los muebles encargados... Al principio me estresé. Ahora le hago caso a mi madre, que dice que me va a venir bien estar en su casa cuando dé a luz», apostilla.