Con el espacio y el aforo acotado, pero ya sin cita previa y con rebajas, los gallegos vuelven a salir de compras

m. Sío Dopeso
Redactora

Por fin es primavera en las principales calles de compras de Galicia, y no solo por la llevada del buen tiempo meteorológico.

Las arterias comerciales, o calles franquicia -como se las conoce en el argot del sector-, de las principales ciudades gallegas volvieron ayer a la vida, con la apertura de las grandes cadenas: desde Zara a Mango, o de Sfera a Arenal, los escaparates iluminados y las puertas abiertas son otra señal inequívoca de que la normalidad está en camino, aunque aún falta.

Pero después de sesenta días de hibernación, sostenidos solo por el canal on-line, ayer fue el día del reencuentro con el cliente a pie de calle, sin necesidad de cita previa, y con el ánimo puesto en los descuentos, la mejor herramienta al alcance para convencer al cliente de que necesita ropa de verano incluso aunque todavía no pueda salir de su municipio.

Había necesidad de abrir y también de comprar, lo que más, ropa de niños, porque el estirón pegado durante el confinamiento alimentado con comida casera requiere nueva indumentaria urgente, según reconoce la encargada de un Zara de Vigo. Luego vendrá la demanda playera, después del 25, si Galicia pasa a la segunda fase de la desescalada, dice una empleada de Bershka.

El Corte Inglés, en 400 metros

Algo más compleja ha sido la apertura de El Corte Inglés, que desde el primer momento en que se dictaron las primeras normas de la desescalada ha insistido que no se consideraba un centro comercial (los centros comerciales abrirán a partir del 25 de mayo). De hecho, El Corte Inglés no lo es, pero en las órdenes ministeriales el Gobierno no hace distinción con los grandes almacenes, una categoría en la que solo está el grupo madrileño.

Hasta ahora, la compañía no podía abrir por la limitación de superficie que establecía el Gobierno. Pero ayer el Corte Inglés reabrió, eso sí sin corners. El grupo de grandes almacenes, que ha mantenido la zona de alimentación abierta durante el estado de alarma, ha podido habilitar ahora 400 metros cuadrados más en sus centros para distribuir su oferta.

Ya solo faltan por subir la persiana los centros comerciales, y algunas cadenas que ayer todavía mantuvieron sus puertas cerradas, como es el caso de C&A o H&M.

El Gobierno publicó el pasado sábado una orden ministerial que cambió las reglas iniciales del juego que se habían establecido para la apertura del comercio en las diferentes fases.

Desde ayer ya pueden abrir los comercios sin cita previa en toda España y, además, también los de más de 400 metros cuadrados siempre y cuando se acoten espacios dentro de esa misma superficie, con varios requisitos más: un 30 % del aforo máximo, distancia mínima de dos metros entre clientes o solo una persona dentro y horario de atención prioritario para las personas mayores de 65 años.

Además, tras cuatro cambios de opinión en menos de cinco días de desacuerdos entre los ministerios de Sanidad e Industria y Comercio, finalmente sí se permiten las rebajas, entendidas como descuentos o promociones, no como las rebajas propiamente dichas que están reguladas por la legislación autonómica y que comienzan el 1 de julio.

¿Qué opina el comercio al respecto? Para el presidente de la patronal textil Acotex, Eduardo Zamácola, «es dramático que un asunto tan básico y de sentido común se haya convertido en un caballo de batalla entre ministerios». Sobre la acotación de espacio, considera que «sin libre circulación de personas pocos ciudadanos acudirán a comprar. Por eso algunas cadenas no están abriendo las puertas a la espera de que haya una normalización de la relación de compra», explicó.

Zamácola insiste en la necesidad de una exoneración de tasas, e impuestos para el comercio y de una línea de apoyo «efectiva y que llegue cuanto antes».

El presidente de la Federación Galega de Comercio, José María Seijas, explicó que las tiendas gallegas tienen previsto «primero dar salida a la mercancía acumulada en los dos meses de parón en los negocios por el impacto del coronavirus, antes de comenzar el período de rebajas hacia finales de junio o julio».

Alerta de que, según la ley gallega de comercio, todo lo que se rebaje tiene que estar el mes previo a precios normales. Acabamos de abrir y habrá que esperar a dentro de un mes, como pronto, para poder poner rebajas, o nos exponemos a una inspección», afirma.

«Tenía muchas ganas de volver a ir de compras»

m. d.

MIGUEL VILLAR

En el caso de Ourense, la reapertura de la tienda de Zara situada en la calle del Paseo fue la gran protagonista de la jornada. La vuelta al ruedo del comercio de la marca emblema de Inditex se llevó a cabo con la pertinente limitación del espacio a 400 metros cuadrados. Los clientes ourensanos tuvieron a su disposición solo la planta central de la tienda. «Hemos quitado incluso los expositores de un lateral para adecuarnos estrictamente al espacio permitido», comentaba una de las empleadas. Ha cambiado la distribución del trabajo del equipo de Zara. Ahora una profesional se encarga de supervisar la correcta higienización de cada cliente que entra a la tienda, mientras otra pasa la vaporeta a todas las prendas que hayan sido tocadas.

«Tenía muchas ganas de recuperar la costumbre de ir de compras», explica Marta Garrido, una de las primeras clientas en visitar Zara en su reapertura. «Siempre me ha gustado el cambiar de ropa a menudo. Estoy muy tranquila con las medidas de seguridad adoptadas y puede que me lleve algo para estrenar en los próximos días», relataba. Aunque el aforo permitido era de 40 personas, en el comercio de Ourense no se superó la veintena con el fin de evitar colas en la zona de caja. La afluencia estuvo marcada por las devoluciones de pedidos realizados por Internet, pero también hubo un buen número de clientas que no dudaron en comprar.

«Pechamos no peor momento para nós, a primavera»

D. V.

CESAR QUIAN

Antonio Cabeza García dirige Jardiland, en Oleiros, un negocio que no cerró al tener mascotas y alimento para ellas y que ayer pudo abrir toda la instalación, de unos 4.000 metros cuadrados, sin restricciones de superficie por las características del local: ventilado, grande y con más de la mitad de la superficie al descubierto. Son una de las excepciones. Como una de las novedades en su reapertura, ahora un guardia de seguridad controla la entrada. «Levamos moi estrito o tema o aforo, deixamos entrar un máximo 100 persoas, tendo un aforo legal de 632», explica de un local que exige a la clientela entrar con mascarilla y llevar carro, ya que así pueden controlar cuántos hay en el interior. Personal protegido (tuvo a 18 de los 24 en un ERTE del que salieron el miércoles), mamparas en las cajas y dispensadores de gel por la tienda son otra de las novedades. Por su matriz esperan una gran demanda. «En Francia houbo un caso similar, aínda que estiveron menos tempo pechados, e as primeiras semanas foron de moita afluencia de público», dice Cabeza, que apunta que en este momento lo que más se vende son flores, plantas, tratamientos y tierra para el jardín. «A xente ou o fai agora ou queda sen xardín todo o verán», advierte. El cierre les afectó mucho y perdieron mercancía. «Pechamos no peor momento posible para nós, ao comezar a primavera, é como se a unha fábrica de turrón lle impiden vender en Nadal».

«Estuve de bajón, me repuse y vi que la gente quería comprar mi ropa divertida»

Celeste Barros asegura que, durante el confinamiento, recibió pedidos a través de las redes sociales

maría hermida

CAPOTILLO

Se llama Celeste Barros y hace realidad eso que decía el título de la película. Es decir, que Celeste... no es un color. Porque Celeste Barros, en realidad, es el arco iris entero. Ella, responsable de la tienda de ropa pontevedresa Marilyn Coquette, es mujer de sonrisa permanente, pelo chillón y atuendo irreverente. Además, es también el optimismo personal y profesional personificado tras el mostrador de su negocio con encanto de la zona monumental. Así que cuesta imaginar a Celeste con el ánimo por el suelo. Pero ella confiesa que así la dejó, en un primer momento, la pandemia. «Estuve mal. Fíjate cómo soy yo, que me arreglo siempre. Y me puse un pijama de estos de gorro y no me lo sacaba. Pasé mucha angustia, pensando en mis padres, en si les ocurría algo... y también en la tienda. Fue terrible. Menos mal que logré salir. Estuve de bajón, me repuse y vi que la gente quería comprar mi ropa divertida y sensual», indica.

Durante el confinamiento, recibió pedidos a través de las redes sociales. Luego, abrió con cita previa y le fue bien. Ahora, está a pleno rendimiento con la tienda física. Y está contenta: «La gente está cansada de malas noticias, de permanecer aburrida en casa. Se nota que hay ganas de comprar ropa divertida y alegre», dice con emoción.

Eso sí, Celeste indica que toma todas las precauciones posibles. «Compré una plancha vertical de vapor y plancho a 100 grados hasta la última prenda que entra en la tienda. Se desinfecta el probador, se retira para desinfectar la ropa que se prueba...». Se lanzó también a las rebajas: «Tengo una zona con descuentos y tengo otra parte sin ellos, con casi toda la colección de primavera y verano», dice.

«Los descuentos no van a incentivar que la gente acuda más a comprar»

Silvaz, dueña de una tienda de moda de Boiro, asegura que solo las grandes cadenas pueden ofrecer importantes descuentos

A. Gerpe

carmela queijeiro

Al frente de un comercio de moda en Boiro, Silvia Lisvaz rechaza el comienzo del período de rebajas: «No van a incentivar que la gente acuda más a comprar». Asegura que a los perjuicios ocasionados por el cierre forzoso durante dos meses se une el hecho de que «las ventas están siendo inferiores a lo habitual. Los clientes que acuden es porque necesitan las prendas o tienen ganas de adquirir algún artículo de temporada».

Afirma que la medida beneficia a las grandes tiendas: «Yo no puedo hacer descuentos del 40 o el 50 %, porque perdería dinero. Si nos ponemos a rebajar ahora no podemos hacer frente a los pagos».

Explica Silvia Lisvaz que lo único que considera adecuado es «reducir el precio de prendas de vestir a las que no hemos podido dar salida hasta ahora y que ya no son muy acordes para esta época del año. Hacerlo de forma generalizada va a suponer un perjuicio para todos. No se están produciendo ventas como para eso y económicamente no nos compensa».

La comerciante de Boiro subraya el hecho de que hayan permanecido cerrados durante tantas semanas provoca que tengan todos los artículos de temporada sin vender, y con la necesidad acuciante de obtener los ingresos suficientes para disponer de liquidez con la que afrontar los pagos pendientes y los que están por venir.

Considera que solo las grandes cadenas pueden ofrecer importantes descuentos, lo que irá en detrimento del pequeño comercio: «Me parece que ahora todavía no es el momento adecuado para ello».

Mariem Filgueira: «Hay comerciantes que están tomando malas decisiones»

Esta «sherpa» empresarial asegura que, antes de nada, cada comercio debería hacerse un chequeo

M. H.

CAPOTILLO

Mariem Filgueira, especialista en estrategia e innovación empresarial, escuchaba hace unos días al dueño de un comercio hablar sobre la desesperación que supone estar ocho horas detrás de un mostrador sin que los clientes entren. No se paró con lamentos. Simplemente, le aconsejó: «No sigas abriendo todo el día. Estate aquí poquitas horas, el resto vete a casa, oxigénate y piensa qué puedes hacer por tu negocio, mira qué están haciendo los demás, establece alianzas... Estando aquí ocho horas te estás desesperando. Esto ya no va de abrir la puerta y esperar». Filgueira pretende ayudar a más comerciantes. Lo hará junto al Concello de Pontevedra, con un plan cuyo nombre lo dice todo: se llama Reinicia o teu negocio. Ya tiene algunas peticiones de auxilio.

Señala Filgueira que «hay comerciantes que están tomando malas decisiones, que tienen más que ver con el miedo que sienten que con las necesidades reales de su empresa». Y pone un ejemplo: «No se puede lanzar una tienda digital sin ser consciente de que un negocio en Internet implica tantas obligaciones como una tienda física. Hay que analizar si se puede atender, si compensa... quizás para algunas tiendas sea mejor seguir apostando por vender a través de sus redes sociales. Otras quizás puedan tener esa tienda digital, pero tienen que analizarlo», indica.

Explica que, antes de nada, cada comercio debería hacerse un chequeo: «Hay que analizar, ante todo, si hay dinero para pagar las facturas, hay mucha gente que no sabe a ciencia cierta cuál es su situación económica. Y, luego, estudiar cuál es la fuente de ingresos y si se puede mantener o hay que hacer cambios. A partir de ahí, toca negociar con proveedores, con bancos... pero hay que negociar después de saber qué oportunidades hay. No es lo mismo negociar pensando que se puede salir adelante que hacerlo desde el miedo a perderlo todo», indica. Cree que el chequeo incluso debe pasarlo el empresario: «Estamos viviendo un drama. Hay personas que necesitan ayuda psicológica antes de centrarse en el negocio, porque están plasmando en él su miedo», insiste.

Cree que los nuevos tiempos traen nuevas oportunidades: «La cita previa puede ser una cosa maravillosa. A una tienda no le interesa que entren muchos clientes a mirar. Le interesa que el que entre, compre. Y el que concierta cita, suele tener interés por hacerlo», sentencia.