De los más de 4.000 millones que Martín desembolsó por Fadesa, la familia Jove recibió 2.200, escapando in extremis al pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la crisis que se generó en el año 2008. A partir de ahí, se refugió primero en el sector financiero, con la compra del 5 % del BBVA en el 2007, para luego cimentar un nuevo proyecto empresarial, la corporación Inveravante, un hólding mucho más diversificado, con intereses en el campo de la energía, los productos de alimentación, los hoteles y hasta los parques recreativos. Aunque nunca renunció a la promoción inmobiliaria, centrándose primero en el mercado exterior para, a partir de la recuperación económica en España, volver a ganar terreno en el mercado nacional, donde ha adquirido importantes bolsas de suelo y cuenta con un buen puñado de promociones en desarrollo.
Allí sus colaboradores recordaban ayer a Jove como «un trabajador incansable, fiel a los suyos, a su equipo».
Al frente del conglomerado quedan sus dos hijos, Felipa y Manuel Ángel, hasta ahora vicepresidentes de Inveravante. Casado desde los 24 años con Amparo Santos, Manuel Jove tuvo otra hija más, María José, que falleció en el 2002, con solo 37 años. En su memoria el empresario fundó un año después la fundación María José Jove, que trabaja en favor de la infancia y la inclusión, y que tiene en depósito la colección de arte del empresario, que además de la carpintería (a la que seguía dedicando su tiempo de ocio) tenía en la pintura y la escultura otra de sus pasiones, lo que lo llevó a adquirir obras de grandes autores como Picasso, Dalí, Castelao, Barceló o Tàpies. Manuel Jove era patrono de honor de la Fundación Santiago Rey Fernández-Latorre.