El eurobanco recoge el guante y no se arruga: seguirá haciendo «lo que haga falta»

cristina porteiro

Pusieron la letra a las recetas de austeridad en la última crisis, marcaron la línea política de la Comisión Europea y ahora también han maniobrado para tener bajo control la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE). Alemania volvió hoy a poner el euro contra las cuerdas después de que su Tribunal Constitucional declarase ilegal el programa de compra de deuda pública (PSPP) del Banco Central Europeo (BCE). El fallo, contrario a lo dictaminado por la Justicia europea, abre las puertas a un peligroso enfrentamiento con consecuencias desastrosas para la eurozona en plena pandemia.

¿En qué consiste el programa en discusión?

En marzo del 2015 el expresidente del BCE, Mario Draghi, comenzó a bombear liquidez a las economías de euro con el programa de compra de deuda pública (PSPP). Sus beneficiarios fueron los países más ahogados por la deuda, que se habían quedado sin margen para financiar la recuperación. España, con el umbral en el 100,5 % del PIB, fue uno de ellos. A través de los bancos centrales, el BCE enchufó manguerazos de hasta 2,1 billones de euros para revitalizar la actividad. Y lo consiguió.

¿Por qué lo han declarado parcialmente anticonstitucional?

Algunos críticos alemanes, entre los que se incluye el fundador del partido ultraderechista AfD, Bernd Lucke, cursaron una denuncia contra el programa. Aunque el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) avaló en diciembre del 2018 su legalidad, siete de los ocho jueces de la corte alemana desafiaron hoy su autoridad y resolvieron que el BCE violó el principio de «proporcionalidad» que exige la Constitución germana. Insisten en que el organismo no valoró adecuadamente el correcto equilibrio entre los beneficios y los perjuicios. No contentos con ignorar al TJUE y su fallo «objetivamente arbitrario e inexplicable», también decidieron por su cuenta y riesgo difuminar la línea que separa la política monetaria de la económica, que ya viene trazada en los Tratados europeos, para poner el foco en los efectos.

¿Qué consecuencias acarrea esta decisión?

El BCE dispone de un plazo de tres meses para demostrar que los beneficios del programa superan los perjuicios ocasionados a los ahorradores y bancos alemanes, cuyos activos han perdido rentabilidad por la política de bajos tipos de interés y expansión monetaria del organismo. Si falla o se niega a hacerlo, el Bundesbank no podrá seguir participando en el programa. Y si Alemania le da la espalda será difícil que sobreviva. La cuestión es que el BCE no tiene la obligación de plegarse ante estos jueces alemanes. Está amparado por el TJUE, así que es probable que se desencadene un conflicto jurídico a consecuencia del desacato alemán que, sea dicho de paso, abre la puerta a que otros tribunales nacionales se rebelen contra la autoridad europea. Un precedente muy peligroso.

La decisión de esta mañana también ocasionó un repunte inmediato de las primas de riesgo de España e Italia ante la señal de debilitamiento de la zona euro. Las dudas en torno a su capacidad de reacción ante la descomunal crisis del coronavirus añadirán presión en los mercados.

¿Cómo puede afectar a las economías del euro?

Aunque los jueces alemanes no pueden tumbar el programa, el BCE podría acabar enmendando su manual de instrucciones y aguando también el ambicioso programa gemelo (PEPP) de compras masivas de deuda de hasta 750.000 millones de euros. Ese bazoca anunciado por la presidenta del BCE, Christine Lagarde, pretende revivir a las economías tras la hibernación inducida por el covid-19. Dada la magnitud de la crisis, el consejo de gobierno del BCE había acordado flexibilizar los criterios aumentando las compras de bonos en su balance más allá del máximo permitido del 33 % por país. Si se vuelve a restringir su margen de maniobra podría perder eficacia. Con España e Italia haciendo cuentas para evitar rescates y quiebras, este revés llega en el peor momento posible.

¿Cómo ha reaccionado el BCE?

Su consejo de gobierno recogió el guante y, tras una reunión de urgencia, reiteró el compromiso pleno de la institución en hacer «todo lo necesario dentro de su mandato» para garantizar la estabilidad de la eurozona. No se arrugó ante el órdago alemán.

También dejó claro ante quién responderá: el TJUE. Como en el pasado, su respuesta será crucial. Las cancillerías siguen delegando decisiones fiscales sobre Fráncfort, pero el susto de ayer deja claro que no se pueden exprimir mucho más los límites del BCE.

España amoldó su Constitución, Alemania se niega a enmendarla

c. p.

«Inconstitucional». Es la excusa que invoca Alemania cuando tiene que vencer la voluntad de sus vecinos. Lo hicieron para forzar a Grecia a firmar las condiciones dictadas del último rescate y lo volvieron a hacer ayer para tratar de limitar por la fuerza de la coacción el alcance de la política expansiva del eurobanco. Todo lo que no encaje en su ordenamiento jurídico no tiene cabida. La actitud de Alemania contrasta con la que tuvo España en el 2011. Presionado por sus socios, el Gobierno se vio resignado a convertir el principio de estabilidad presupuestaria en un principio con rango constitucional. ¿Por qué Alemania no enmienda sus leyes? El catedrático de Derecho de la Universidad de Bielefeld, Franz C. Mayer, explica que no hay solución jurídica posible porque «el punto de partida del argumento de los jueces está en el principio democrático de la Constitución alemana. No puedes solucionarlo con enmiendas». No obstante, Mayer sostiene que las consecuencias serán limitadas si el BCE encuentra un «modo pragmático» de sortear el escollo alemán: «Espero que no lleguen al punto en el que el Bundesbank tenga que decidir si es leal al orden constitucional alemán o al eurosistema».

Nuevas denuncias

El director del think tank Bruegel, Guntram Wolff, advierte de que este movimiento puede forzar una revisión de los Tratados de funcionamiento y «cambios en el mandato y alcance del BCE» para amoldarlos a las demandas germanas. En cualquier caso, la sentencia de hoy entraña grandes riesgos, como apuntó el exvicepresidente del Banco Central Europeo, Vitor Constâncio: «Llegarán nuevos casos judiciales a los tribunales alemanes inmediatamente contra el PEPP», alertó el portugués. La ofensiva judicial no podría llegar en un momento más crítico para la economía.

Un golpe demoledor para la estabilidad de la zona euro

c. p.

«El BCE no tiene mandato ni legitimidad democrática para hacer de la UE una unión de deudas», jaleó el equipo económico de la CDU, el partido de la canciller alemana, Angela Merkel. Se regocijaron con la sentencia y pidieron más gasolina al exigir un «test de legitimidad democrática» a otros programas en curso vinculados a la pandemia. Lo que no consiguieron en el consejo de gobierno del BCE, han querido imponerlo desde sus instituciones lanzando un órdago. La actitud desafiante de los alemanes es un reflejo del deseo que albergan de atar de pies y manos al BCE desde hace tiempo, desacreditando al organismo por su supuesta falta de independencia. Lo hizo el gobernador del Bundesbank, Jens Weidmann, al criticar con ferocidad las decisiones acordadas por mayoría y lo hicieron hoy sus jueces arrogándose el derecho de fijar unilateralmente la frontera entre lo aceptable y lo inadmisible.

El BCE en cuestión

Este ataque frontal a las instituciones del euro pone en riesgo la estabilidad de la moneda única al cuestionar el mantra de que el BCE «hará todo lo que sea necesario» para garantizar su supervivencia y anticipa problemas. Si conduce a un enfrentamiento con Fráncfort o a un replanteamiento del programa de compras de la pandemia, los mercados actuarán como lo hicieron en el pasado: acosando a las economías más vulnerables del euro. «Una vez más, Alemania levanta la voz parara apretar las reglas del juego. Puede convertirse en un riesgo incluso mayor que la pandemia para la economía regional», aseguró a Europa Press la analista de Monex Europe, Olivia Álvarez.