«Cuando mi jefe vuelva a abrir el bar, no nos va a necesitar a todos»

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

ECONOMÍA

XOAN CARLOS GIL

La viguesa Margarita del Olmo teme por su empleo, como otros miles de trabajadores

06 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Margarita del Olmo teme por su empleo, de la misma forma que miles de compañeros de la hostelería. La reducción del aforo en los establecimientos limitará también el trabajo y la rentabilidad de los empresarios. «Somos seis empleados y cuando mi jefe vuelva a abrir, no nos va a necesitar a todos», afirma esta camarera de Vigo que lleva cuatro años trabajando en una cafetería del centro de la ciudad.

Su jefe pagó a sus empleados el 14 de marzo «y desde entonces no he vuelto a ver un euro», reconoce esta mujer de 52 años que lleva casi toda su vida trabajando en el mundo de la hostelería y que ahora barrunta un futuro «muy negro».

Desde el 14 de marzo no he vuelto a ver un euro

El negocio iba viento en popa. Servía comidas y daba unos 60 menús cada día, nunca menos de 40. Entre la una del mediodía y las cuatro de la tarde, la cocina no paraba de funcionar. Las mesas del comedor se llenaban y vaciaban varias veces. Ubicado cerca de un polideportivo municipal, los días de competición de patinaje llenaba dos mesas con 25 deportistas cada una.

Siempre ha sentido admiración por su jefe. «Es un hombre trabajador, ni un mes te dice que no te puede pagar, siempre puntual y abonando las horas extra, la persona más legal del mundo, pero él no va a poder hacer milagros». En la nueva realidad no podrá trabajar al mismo ritmo que hasta ahora. Ya no será necesario tanto personal ni tampoco obtendría los ingresos suficientes para poder pagarles.

Mi jefe es un hombre trabajador, la persona más legal del mundo, pero no va a poder hacer milagros

ERTE pendiente

Margarita es también una de las miles de personas sujetas a un ERTE que todavía no ha cobrado ninguna contraprestación. Si ha podido sobrevivir hasta ahora sin ingresos ha sido gracias a la ayuda alimentaria que le ha prestado AFAN, una oenegé que trabaja en Vigo para cubrir las necesidades básicas de las personas sin recursos.

Pidió al Ayuntamiento una tarjeta con dinero para comprar en el supermercado, pero la asistenta social no recibió la documentación por un posible error en el envío y se quedó sin ella. Cree que a lo mejor la semana que viene ya le hacen un ingreso. Lo que es seguro es que seguirá necesitando ayuda para subsistir. La pensión de alimentos de 200 euros que le pasa su exmarido por su hijo de 17 años no le da para vivir. El alquiler del piso en el que vive cuesta 300 euros y ya debe cinco meses. Menos mal que su casero es comprensivo y espera que terminen de aprobarse las ayudas que su inquilina ha solicitado para poder cobrar. La del Concello ya llegó y sirvió para pagar marzo, pero de las que ha pedido a la Xunta no sabe nada de momento.