«Resérvame la casa, por Dios, que salvo catástrofe iremos en verano a Sanxenxo»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

ECONOMÍA

CAPOTILLO

Clientes nacionales y de Portugal llaman a alojamientos de toda Galicia. Lo hacen con bastante más ilusión que certeza

27 abr 2020 . Actualizado a las 12:24 h.

Cuando todo falla, cuando la incertidumbre manda en nuestras vidas, solo queda la ilusión. Esa parece que es la clave de la paradoja que vive el sector turístico en Galicia. Las noticias que van llegando desde Madrid son malas -basta recordar las palabras de la ministra Yolanda Díaz, indicando que el turismo y el ocio no podrán recomponerse hasta final de año- y las pérdidas se van acumulando por las cancelaciones de los últimos meses y la Semana Santa inexistente. Sin embargo, los clientes no dejan de llamar. ¿Quieren hacer reservas para el verano? ¿Cómo, cuándo? ¿Por qué, si tanto las autoridades como las asociaciones de consumidores piden que se evite hacer planes para las vacaciones? En el sector lo tienen claro: «Porque la gente, por salud mental, necesita pensar en que en verano se va a poder ir de vacaciones. Todo el mundo quiere mantener la ilusión. No hay certezas, pero hay esperanza», dicen con una sola voz propietarios de hoteles, pisos vacacionales o cámpings.

A María González, socia de Aviturga, la entidad que aglutina a los propietarios de viviendas turísticas en Galicia, no se le va de la cabeza la frase que le dijo por teléfono una clienta habitual, ya con el confinamiento encima: «Resérvame la casa, por Dios, que, salvo catástrofe, iremos en verano a Sanxenxo». Creyó que esta mujer era una rara avis. Y que sería la única que no se cayese para el estío. Pero estos días le siguen llamando para hacer reservas, eso sí, advirtiendo de que no pagan de momento hasta que se vea lo que sucederá. Esas mismas llamadas de clientes insistiendo en reservar las recibe Amelia Vázquez, de Vigo, que tiene tres pisos apalabrados para diferentes semanas del verano con familias de Sevilla y Madrid. Y tampoco le es ajena esa realidad a Alejandro, que tiene un piso para alquiler vacacional en Vigo y, tanto unos huéspedes de Ourense, que habían reservado a principios de año, como otros de Madrid, le llamaron ya en plena crisis sanitaria para apuntar sus reservas.

Dulcinea Aguín, presidenta de la asociación de viviendas turísticas, lo tiene claro: «No hay nada asegurado, pero por salud mental todo el mundo quiere pensar en las vacaciones. Se reserva sin cobrar, porque no hay certeza ninguna por el momento».

«Quieren lo que no tienen»

En los hoteles tampoco dejan de sonar los teléfonos y de llegar reservas vía digital, aunque desde A Coruña dicen que van a cuentagotas, mientras que desde Fisterra hablan de más celeridad -por ejemplo, se están moviendo las reservas en el Semáforo fisterrán, a donde llamaron clientes nacionales y también de Portugal- y en las Rías Baixas, el ritmo de llamadas de los clientes es alto. «La gente llama, con toda la incerteza del mundo, pero llama. Todo el mundo está buscando lo que no tiene en el confinamiento, playa, estar con la familia tranquilo, salir a la montaña... Y Galicia es el destino ideal para eso. No podemos asegurarles nada, no sabemos si abriremos o no. Ni se les cobra nada. Todo el mundo es consciente de que, ante todo, hay que vender seguridad. Pero la ilusión se mantiene», indica César Ballesteros, responsable del hotel Bahía de Vigo y también presidente de los hosteleros y hoteleros de la provincia de Pontevedra y directivo del Clúster de Turismo de Galicia.

¿Y desde los cámpings, un sector que año tras año fía sus esperanzas al verano? Rubén Leiro, que gestiona dos negocios en O Grove y Vilanova, se muestra optimista y dice que la ilusión se la están generando sus clientes más fieles: «Emociona ver que hay tanta gente que no quiere cancelar, que mantiene la reserva pese a que no sabemos en qué momento abriremos. Me quedo con su optimismo», remacha.