El Eurogrupo pacta un ambiguo plan de rescate de medio billón de euros

i. sánchez artero BRUSELAS / E. LA VOZ

ECONOMÍA

HAYOUNG JEON

Alemania desoye el mensaje de sus socios: «Las viejas recetas no funcionarán»

10 abr 2020 . Actualizado a las 10:45 h.

«Cada día se nos recuerda que este virus es ciego. Ciego a nuestras banderas, sexo, color o clase social. No hay pasajeros de primera. O nos hundimos o nadamos juntos. Esto es una emergencia real. Esto es global». Así de explícito y crudo se mostró este jueves el presidente del Eurogrupo, Mario Centeno, al tocar la campana para dar inicio al segundo asalto en las negociaciones que, esta vez sí, acabaron con fumata blanca. Los ministros de Economía y Finanzas del euro lograron un acuerdo de mínimos para desbloquear hasta 540.000 millones de euros para afrontar la crisis sanitaria.

El mensaje de Centeno tenía la clara intención de permear las duras corazas de dos socios: Alemania y los Países Bajos. Los holandeses acabaron levantando su veto a las líneas de crédito de 240.000 millones de euros del Mecanismo de Estabilidad Europeo (MEDE) sin condiciones. Pero lo hicieron con la ambigüedad justa para dejar insatisfecha a Italia: «El MEDE dará ayuda financiera a los países sin condiciones para gastos sanitarios. También estará disponible para dar apoyo económico, pero con condiciones. Es justo y razonable», explicó el ministro holandés de Finanzas, Wopke Hoekstra, a quien el propio Centeno tuvo que reprender en la madrugada del jueves por su actitud soberbia e intransigente: «¿Qué parte no entiende de que es una emergencia? ¡Una emergencia!». El portugués acabó aplaudiendo el resultado de la reunión, haciendo referencia a las crisis de 2008 y 2010, donde se hizo «demasiado poco y demasiado tarde». Sin embargo, esta vez, «contamos con casi el 3% del PIB en medidas fiscales, liquidez por el 16% del PIB». La ministra española de Economía, Nadia Calviño, también se mostró satisfecha por la «red de seguridad triple para trabajadores, empresas y Estados en la lucha contra el Covid-19», aunque ha insistido en que «seguiremos trabajando en mecanismos comunes de financiación para la recuperación económica», en clara alusión a la emisión de deuda conjunta. 

A pesar de que la puerta del MEDE ya está abierta, Alemania sigue siendo el país que está tirando del freno de mano al plan de reconstrucción trazado por Francia, y respaldado por España, para financiar de forma conjunta el relanzamiento de las economías tras la crisis sanitaria. El gran reto que tendrá por delante la UE. La canciller alemana, Angela Merkel, insistió ayer en que los coronabonos son una línea roja que no están dispuestos a traspasar. «Saben que no somos partidarios de la mutualización de la deuda», zanjó para desesperación de muchos. La crisis que puede desencadenar una intervención escasa y tardía es de tal magnitud que la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, tuvo que salir al paso para enviar un mensaje a Berlín: «El COVID-19 es un golpe económico completamente nuevo al que no es posible responder con las recetas del pasado», recordó la francesa.

La medicina de la crisis de deuda no funcionará ante un shock que afectará de forma asimétrica, agrandando la desigualdad entre países, y que no viene inducido por una mala gestión de las cuentas públicas. Fráncfort sacó ayer sus escudos ante el potencial fracaso de la política europea: «No toleraremos que las condiciones de financiación empeoren en medio de uno de los mayores cataclismos macroeconómicos vividos en tiempos modernos»», advirtió Lagarde.

El segundo pilar del plan acordado por el Eurogrupo se apoya sobre los préstamos y avales de 200.000 millones de euros del Banco Europeo de Inversiones (BEI). El tercero se eleva sobre el fondo contra el desempleo (SURE) de la Comisión Europea, que asciende a 100.000 millones de euros.

La pugna de España

Según fuentes diplomáticas, España se resistió hasta el último momento a ampliar el fondo de desempleo (SURE) a otras parcelas como la salud, petición que hicieron algunos países escandinavos que sí cuentan con una red de prestaciones sociales mucho más potente y unos niveles de desempleo por debajo de los dos dígitos que tiene España.

Con la arquitectura del plan ya tejida, serán los líderes europeos los que recogerán el testigo del Eurogrupo. Es ahí donde París y Madrid quieren librar la gran batalla para conseguir doblegar a Berlín. Pero Merkel ya ha dejado claro que nadie derrumbará su muro contra la mutualización de la deuda. La canciller considera que los instrumentos que están encima de la mesa (MEDE, BEI y SURE) son suficientes y no es necesario un cuarto pilar basado en los eurobonos. No solo eso. A los insatisfechos la alemana les ha sugerido que acudan a los fondos estructurales y de cohesión de los presupuestos europeos para tapiar las enormes grietas que surgirán tras la crisis entre los países más ricos y los socios que tendrán que hipotecar su futuro para sobrevivir.