Cuando vendes una falda y te roban la casa

ECONOMÍA

María Pedreda

Según avanza la tecnología aumentan los engaños, los timos y la picaresca

02 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Tenía varias prendas de ropa que no se ponía desde hacía tiempo. Pensó en aquella falda roja y en alguna otra cosa, les hizo unas cuantas fotos y las colgó en una conocida plataforma de Internet. Al poco tiempo, le escribieron desde una dirección de correo electrónico integrada por dos letras y cinco números. Su interlocutor/interlocutora le informaba de que estaba interesado en hacer la compra, por lo que le pedía que le enviara más fotos. La protagonista de esta crónica le remitió las mismas que tenía en la web. Exactamente las mismas. En el siguiente mail la remitente, que dice llamarse Denise, le comunicó [está copiado textualmente, sin ninguna corrección]:

«Gracias por su pronta respuesta. Soy de Murcia, así que dada la distancia, le cuento un giro postal a través de DHL más rápido y seguro, es decir, le envío el dinero a través del servicio y este le enviará un cartero a su casa para darle un sobre con tu dinero y una vez que lo haya recibido, el mismo factor lo recogerá y le devolverá a mi costa. Para completar el mandato necesitaba estas informaciones: Apellido, nombre, cantidad total, correo electrónico, número de teléfono, dirección postal. Gracias por tu comprensión».

Cuando la operación económica estaba a punto de completarse, a la vendedora se le volvieron a encender todas las alarmas (la primera fue cuando Denise no le recriminó haberle enviado las mismas fotos) porque aquellas expresiones muy de Murcia no eran. Llamó a la empresa de transporte y le confirmaron que no tenían ese tipo de servicio. Entonces, dolida y muy decidida, cogió el ordenador y escribió: «Muchas gracias, pero casi prefiero enviarte el paquete a través de Correos y el pago lo harás una vez que te lo entreguen». Con un «no, yo solo trabajo con DHL» se acabó la conversación. En ese momento la mujer pensó: realmente me quería robar en mi propia casa.

«Es cierto», dice Miguel López Crespo, secretario xeral de la Unión de Consumidores de Galicia. Lo explicado demuestra que, según avanza la tecnología, avanzan las técnicas de comercialización, los canales de compra y venta y, con ello y de forma paralela, aumentan los engaños, los timos y la picaresca.

«A nuestro entender -subraya-, quizás la mayor complejidad que reside en las plataformas de compraventa e intercambio online tiene que ver con el hecho de que, por un lado, se entremezclan profesionales, empresarios y particulares en procesos de venta a los cuales, y según quienes sean los sujetos, puede aplicarse la normativa de protección de los consumidores o, en su caso, simple y llanamente las normas de compraventa del código civil». Lo importante, según este experto, es recordar que cuando hablemos de la compra a un profesional, aunque sea en el seno de uno de estos canales, nos ampara la normativa de protección del consumidor y, tratándose como es de una venta a distancia, el conocido derecho de desistimiento.

Miguel López recuerda que, sin emabargo, cuando hablemos de particulares es muy reducido el abanico de derechos que nos protege, sobre todo en cuanto a las garantías y al plazo en el que poder hacer valer la misma. «Nuestra principal recomendación es utilizar los propios canales de intermediación y comunicación que nos brindan estas plataformas y en la medida de lo posible evitar operar al margen de ellas, al tiempo que utilizamos sistemas de pago que garanticen nuestra indemnidad en caso de que la otra parte no cumpla con lo que le corresponde. Debemos desechar los pagos mediante transferencia, los envíos de dinero y optar por fórmulas de pago como puede ser intermediarios o bien utilizar envíos contrareembolso».

Subraya que lo dicho no es solo pensando en nuestra seguridad económica sino también en nuestra seguridad personal. Considera recomendable que, en la medida de lo posible, evitemos facilitar nuestros datos personales, como dirección o teléfono, a la persona que está interesada en comprar un producto que hayamos puesto a la venta. Y en la medida de lo posible, intentemos hacer esa transacción en un lugar público, con público y que no sea nuestro domicilio particular.