La realidad, al margen de la respuesta que tenga la misiva, es que hace ya tres meses que los 200 trabajadores del astillero se van a dormir y se despiertan en la misma rutina del día anterior: con un crucero en el agua a medio construir, sin equipo de dirección, sin rumbo y con su accionista mayoritario, la petrolera Pemex, obstaculizando la única salida posible del túnel. The Ritz Carlton Yatch Collection puso la solución sobre la mesa: tomar el control del astillero y aportar el dinero necesario (entre 60 y 80 millones) para terminar su barco y, tal vez, construir un segundo.
Hubo un preacuerdo y The Ritz Carlton anunció su inminente puesta al frente del astillero con el 51 % de los derechos políticos cedidos por Pemex y el 24,5 % de Naviera Albacora. No logró el 24,5 % restante, propiedad del expresidente, José García Costas. Pero el pacto entre los socios no estaba bien atado. Fuentes cercanas al gabinete jurídico de Cuatrecasas, que asesora a la petrolera, afirman que la corporación mexicana ha dado marcha atrás a la cesión de los derechos políticos, ya que ceder los votos no evita que la petrolera siga asumiendo los riesgos que pesan sobre el astillero.