Cara y cruz de la subida del salario mínimo

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Eduardo Parra | Europa Press

Los datos desmienten la caída del empleo pronosticada con el alza del 22 %, que sí ayudó a precarizar y mermar la afiliación en sectores vulnerables, como el agrario o el trabajo doméstico

24 ene 2020 . Actualizado a las 10:32 h.

Los datos disponibles desmienten las previsiones apocalípticas que hablaban de una destrucción masiva del empleo con el aumento del 22 % del salario mínimo interprofesional (SMI). Otra cuestión bien distinta es que la subida haya ralentizado la creación de puestos de trabajo, algo, en cualquier caso, muy difícil de cuantificar. A comienzos del 2019, cuando entró en vigor el incremento, Galicia contabilizaba 990.810 afiliados a la Seguridad Social, cifra que se situó al final del ejercicio en 1.007.732. Esa es la cara, resultado de una visión general. Pero un análisis más detallado de los números muestra la otra cara de la moneda. Y refleja una realidad incontestable: el alza sí ha perjudicado a los sectores más vulnerables. Entre enero y diciembre del 2019, en Galicia perdieron cotizantes el régimen agrario (200 menos), el especial de empleados del hogar (667) y el de autónomos (383).

¿Más precariedad?

El incremento del 5 % aprobado este miércoles, que elevará el SMI a 950 euros en 14 pagas y que a diferencia del anterior es fruto de un pacto entre la patronal y los sindicatos, no presagia, según los economistas consultados, una destrucción de empleo. Como no se produjo con el incremento anterior, mucho mayor. Pero sí afectará a las microempresas y los autónomos, y a los sectores que ya venían sufriendo por este motivo. «Lo más negativo es que estos incrementos suponen una incentivación de lo que, finamente, podríamos llamar malas praxis laborales. Es una lástima que la anterior subida, cuatro veces superior, no haya contado con un análisis sosegado de estas cuestiones por parte del ministerio», apunta el economista y profesor Patricio Sánchez.

En Galicia, en el umbral de los 900 euros, se encuentra un 8 % de los asalariados, por lo que la medida aprobada esta semana beneficiará, aproximadamente, a unas 83.000 personas, partiendo de la base de que conservarán su puesto de trabajo. Al efecto positivo de mayor renta y mayor capacidad de gasto -y, en consecuencia, de consumo-, hay que añadir la otra realidad: un incremento de los costes empresariales, cuyo efecto está por ver. Por lo pronto, la subida del 5 % en el SMI supondrá que la base de cotización mínima pasará a 1.008 euros, lo que supone un incremento de 58 euros mensuales. Un aumento del gasto que, previsiblemente, tendrá una incidencia mayor en lad microempresas.

«Esto no solo va a frenar la creación de empleo, sino que lo destruirá en algunos sectores, máxime en un contexto de desaceleración», apunta Roberto Pereira, presidente del Club Financiero de Santiago. El profesor de la Universidad de Vigo, Alberto Vaquero, hace otro diagnóstico. «El efecto será mucho menor que el del anterior incremento, y se concentrará en actividades de escasa productividad y temporales», pronostica. Al impacto de la subida del SMI en función del tamaño de la empresa se suma otro problema. El distinto efecto en función de los territorios, con mercados laborales y salarios distintos, algo que está pendiente de estudiarse en profundidad por parte del Gobierno central. No es lo mismo la subida del SMI en Extremadura, Andalucía o incluso Galicia, que en Madrid, Navarra o el País Vasco, con mercados de trabajo mucho más dinámicos.

«El análisis territorial es un elemento determinante: en líneas generales, puede decirse que habrá un efecto positivo, pero hay colectivos de la España vaciada, jóvenes menos cualificados y mayores descapitalizados, que pueden ser los grandes perjudicados y terminar abocados al paro, al encontrarse con enormes dificultades para encontrar ocupación; resulta paradójico porque esos son parte de los potenciales beneficiarios de la medida, y al final igual acaba consiguiéndose lo contrario de lo que se pretende», sostiene el profesor y economista Venancio Salcines.

Al factor territorial, hay que añadir el diferente impacto en función de la edad del trabajador, asunto que sí analizó un documento elaborado por técnicos del Banco de España, que concluye que la subida del SMI puede beneficiar a la mayoría de los más jóvenes, con proyección y recorrido en su empresas y, en cambio, ser muy perjudicial para los empleados por encima de los 55 años, y que se encuentren justo en esa franja de ingresos, es decir, en los 900 euros.

Según un estudio de Comisiones Obreros, de los potenciales beneficiarios de la subida a 950 euros, un 30 % son jóvenes menores de 25 años, y el resto se concentran entre los 25 y los 54 años. El incremento también tiene una lectura de género, tal y como refleja ese trabajo: seis de cada diez nuevos beneficiarios son mujeres. Miguel Vázquez Taín, profesor de la USC, considera muy positivo el pacto con los agentes sociales, pero advierte de un riesgo. «El INE nos dice que el porcentaje de trabajadores con menores salarios es mayor en Galicia que en España; si estas subidas no llevan aparejadas medidas para aumentar la productividad, perderemos competitividad», avisa.